Aquí, tranquilamente sentado en el sofá, con los ánimos preparados para aguantar lo que nos deparara esta final del US Open. Porque estaba Nadal, ideal para luchar contra el insomnio, frente al sudafricano Anderson, de edad parecida al balear y que disputaba su primera gran final.
Un gigante en estatura ante un gigante con su tenis. Con la compañía de un puro y una cerveza. No ellos sino el que esto escribe, claro está. Que antes de empezar apostaba por un partido corto en el tiempo. Veremos si estaba en lo cierto o no.
De momento Anderson mantuvo su primer saque, no sin dificultades. Y hablaba antes de un partido rápido porque el sudafricano no es de los de pelotear. Quiere puntos cortos y eso le lleva a cometer más errores de los que conviene.
Y ya comienzo a equivocarme porque el tercer juego sobrepasó los diez minutos. Anderson sudó lo suyo para ponerse 1-2. Llegándose al 2-3 con una sensible diferencia. El balear apenas gastó cinco minutos para llevarse sus juegos y dispuso de cuatro bolas de breaks en los más de veinte minutos que necesitó Anderson para mantener esa ventaja.
Y llegó lo que debía llegar. A la quinta ocasión de romperle el servicio, Nadal solo tuvo que esperar el error del contrario, para ponerse 4-3. Una vez abierta grieta el balear apretó el acelerador. Cuantas más bolas ganara más se desquebrajaría la moral de Kevin.
De esta forma llegó el 6-3 con el que concluyó el primer set. Nadal pasó de aguantar el chaparrón del saque de Anderson a dominarle hasta en sus pensamientos. Eso sí, ya me comí eso de que el partido no iba a durar mucho. Reconozco mis errores y valiente que es uno lanzo una nueva apuesta. No se llegaría al cuarto set.
De momento 4-2 en la segunda manga. El balear enseñaba los dientes, poniendo miguitas para engrandecer su historia. Porque le da igual el rival. Siempre lo da todo. ¿Se nota que le admiró hasta el punto de perder horas de sueño por verle ganar una y otra vez? Sí, le adoro aunque alguna vez pierda. No es Dios, pero se le parece.
Se llevó el segundo set con un idéntico 6-3. Estados Unidos está sufriendo una de las catástrofes más grandes de su historia con el huracán Irma, tranquila amiga no tiene nada que ver contigo Irma Soriano, pero Rafa, ya sé que es una mala comparación, era un huracán en la pista Arthur Ashe.
Rompió el servicio, en el tercer set, a un Anderson que no sabía de dónde le venían los golpes con un Rafa desatado. 16 Gran Slam para nuestro héroe tras ganar el tercer set por 6-4. Bieeen acerté mi segundo pronóstico.
Nadal juega al parchís antes de una final, luego se cuenta veinte por comer al rival y se lleva el tercer US Open. Histórico Rafa.