Llevan semanas pisoteando la rojiblanca, especialmente fuera de casa. El jefe de la banda dice que fue porque el partido del Getafe hizo mucho daño. ¿Y? ¿Para qué está el cuerpo técnico sino para recuperar a los jugadores? Portar la camiseta del Atlético de Madrid —como de cualquier otro pensarán los aficionados respectivos— no es como ir con los colegas a hacer una parrilla, hay algo sacro en ello que debe ser respetado por encima de cada jugador que la lleva. Es un signo de distinción y un orgullo llevarla como para que se limpien el ojete, y no precisamente el bonzo, con ella. Y eso es lo que vienen haciendo algunos jugadores.
A De Paul parece que ya no le apetece jugar al fútbol. Al marido de Érika parece que le gusta más hacerse peinados que intentar jugar al fútbol o ser sincero consigo mismo y ver que le ha dado tal «viejazo» que ya no está ni para los entrenamientos. Algunos es que nadie comprende cómo han llegado a ser jugadores del Atleti con las graves carencias técnicas que tienen. Y los que parecen buenos, o normales, les afecta la mediocridad, la dejadez o que no les ponen o lo hacen fuera de sitio. Luego están los más mayores que bastante tienen con lo suyo, aunque lo suyo de Witsel, por ejemplo, no se sabe qué es porque ha desaparecido completamente. Los que están fundidos y hartos de partidos ahí siguen dándolo todo pero sin piernas ni rapidez de cabeza.
Claro que ahora parece que no se puede criticar al Cholo Simeone. Insultarle y despreciarle no, pero ¿no criticarle cuando se muestra incapaz de gestionar esto medianamente bien? Porque esto es de gestión, de entrenamientos, de quitarse manías de la cabeza y de tener valentía de sentar a quien se pasea por el campo una y otra vez o no puede más con su cuerpo. Es empezar el partido y ya saber la mayoría de aficionados cuáles van a ser los cambios dependiendo del once titular. Lo curioso es que el único que no debería jugar más, Oblak, ahí sigue porque igual hay alguna cábala o vaya usted a saber qué. Le van a dar el Zamora al cervatillo por una cuestión de cabezonería o brujería. También es cierto que no hace tanto sus propios compañeros se dejarían los dídimos intentando dejar la portería a cero. Poca sangre.
Está filtrando Bucero que van a fichar a cuatro o cinco buenos de verdad. Será para tener una plantilla cortísima porque de la actual sobran quince como poco. Unos por calidad y otros por actitud. Da miedo acudir al Mundial de Clubes con esta banda y con las manías del entrenador y cuerpo técnico. Porque también los que están detrás tela. Serán muy amigos pero ni una jugada ensayada, ni un córner que llegue al primer palo. Rubén Uría muestra todos los días una parte del entrenamiento, debe ser que es la única parte del día en que entrenan porque no puede ser que esos errores tácticos, que se suman a los técnicos individuales, se repitan una y otra vez. ¿De verdad entrenan algo táctico o todos son risas y ejercicios físicos?
Que la temporada la tiraron hace tiempo, sí, pero lo mínimo es pelear y ganar los partidos que quedan. Y si es por refrescar a algunos por el Mundial, que no jueguen más o solo minutos sueltos hasta que llegue esa fecha. Y el resto a dejarse todo en el campo. Dice Ennio Sotanaz que no hay una clara planificación deportiva, hay que añadirle que tampoco táctica a la vista de lo que acontece en el césped cada fin de semana. Se han dejado ir y no les importa. Al fin y al cabo los aficionados solo son los paganinis y acaban tragando con todo. Sin pitos al palco, ni a los jugadores, ni al entrenador, los bueno es tocarse los pelendengues y ver si suena la flauta el próximo día. O les apetece.