El debut del Atlético de Madrid ante el nuevo campeón de Europa, PSG, ha dejado una muy buena presentación de los nuevos fichajes del conjunto rojiblanco. Fe, Esperanza y Plantillazo han dejado claras muestras de su buen hacer sobre un campo, que éste no sea de fútbol no es algo que deba preocupar. Se han movido de derecha a izquierda, de arriba a abajo, de la grada al parking, del puesto de perritos calientes al baño. Han dejado realmente su impronta mostrando que los rectores del Atleti saben gastar el dinero. En jugadores no, tal vez en yates, caballos o copas en el Petal’s de West Hollywood.
La realidad del partido es que siguen las mismas carencias futbolísticas que hace tres semanas, aumentadas por el calorazo que debía hacer en Los Ángeles a las doce de la tarde. Un calor que también tenía incidencia en el PSG y le hizo jugar casi andando pero con toda la calidad y buen entrenamiento que el equipo rojiblanco parece, o no parece, no tener. Ahí han estado en el campo el marido de Erika —todo el partido paseando por el Rose Bowl—, Giuliano “corre como pollo sin cabeza” Simeone, el Dandy de los tatuajes, Javi Galán y alguno más del que es mejor no acordarse. Buenos jugadores, dos: Oblak y Julián Álvarez.
¿Recuerdan todas las cagadas de la temporada finalizada? Pues las han repetido todas juntas en el mismo partido. Defensores que no defienden en el lateral; medios que permiten que cualquiera llegue a la frontal del área con defensas que defienden con la mirada; expulsiones; penaltis estúpidos y cambios un poco a lo loco a ver si suena la flauta. Y, claro, la flauta no suele sonar porque es de esas de colegio que exacerban los nervios. Tampoco estaba al frente el flautista de Hamelin sino un señor que sigue empeñado en sus manías y sus jugadores preferidos o amados. Normal que 4-0 haya sido el resultado. Porque, como se ha dicho antes, el PSG ha jugado andando. Podrían haber sido más.
Alguno se quejaba del árbitro durante el partido, pero debe ser por costumbre ya que Giuliano se ha tirado en cuento notaba contacto, las tarjetas podían sacarse —salvo la de Reinildo, tal vez— y ha expulsado a Lenglet, lo que es un favor al equipo rojiblanco. El gol anulado, más allá de que esas jugadas no deben rearbitrarse según protocolo, puede considerarse bien anulado. Lo que se ha visto en el campo es la diferencia entre un equipo entrenado táctica y mentalmente y otro donde salen jugadores al campo sin una idea muy clara de qué hacer. Un equipo con calidad en sus filas y otro con parches de los Saldos Arias del fútbol. Sí, los qataríes tienen dinero, pero es cuestión de fichar calidad no las ofertas de último minuto que son típicas del gilismo. Mucho va a tener que currar Rubén Uría este verano para dotar de ilusión a la afición del Atleti, porque de Gil Marín y el señor de negro no se espera mucho.