Desde muy pronto la militancia socialista acudió al Hotel Auditorium para hacer fila antes de entrar en el Congreso Regional Extraordinario previo al 39° Congreso Federal del PSOE. Caras alegres, caras largas, caras y personas de mucha edad. En comparación a reuniones de este tipo, como Podemos o Ciudadanos, la muestra era la de un PSOE envejecido. Personas de más de 60 años indicaban a los escasos periodistas allí reunidos que eran la renovación del futuro PSOE. Caras de escepticismo una media cuarenta y tantos años se congregaba para entronar el proyecto del recién elegido.
Los altos mandos sanchistas, evidentemente tiene su aparato también, hablaban del futuro PSOE. Reaccionaban admitiendo que “vienen otros tiempos” cuando se les hacía ver que el nuevo modelo de partido iba en un sentido personalista. “Pero las bases decidiremos” afirmaban. “Cuando os dejen” respondían otros. Un conocido dirigente socialista afirmaba a quien le quería escuchar que “Unidad sí, uniformidad no”. Tensión. Mucha tensión en los pasillos. Y pocos medios de comunicación.
Estaba claro que allí sólo había dos cosas que decidir: si Sara Hernández iría de número dos en la lista, que se encabezará Sánchez; si había acuerdo en los porcentajes de reparto de la lista. El resto se daba por amortizado. José Manuel Franco, con 7 legislaturas en la Asamblea de Madrid a sus hombros, hablaba en nombre de la candidatura de las bases afirmando que la lista de Madrid “no era una lista de parte, sino de Pedro Sánchez y tiene que salir por unanimidad”. El premiado periodista Nino Olmeda le interpeló que sería de los socialistas de Madrid, no de Sánchez. El alcalde de Móstoles David Lucas, poco antes y como susanista, había reclamado que la unidad que pedían desde el sanchismo se viese reflejada junto a la representatividad.
Poco a poco los pasillos se fueron llenando de delegados y delegadas, pero no se podía evitar sentir una tensión entre unos y otras. Una tensión política por el momento que se está viviendo con el choque entre dos modelos de partido. Un ex-senador afirmaba que “deberían decirnos que quieren cambiar el modelo de partido al cesarismo y debatimos sobre ello”. Pero claro las consignas del sanchismo es que “Aquí está la izquierda” y “Las bases al poder”. “Nunca había visto a una militancia tan despreocupada e irracional con lo que se presenta en las enmiendas” afirmaba un antiguo diputado nacional.
Cabreo entre los más veteranos del PSOE madrileño por un partido al que ven languidecer y entregarse a una sola persona y su aparato. El 90% de los asistentes consultados, entre los que cabe destacar a dirigentes del PSOE, reconocían no haberse leído ni la Ponencia Marco, ni los documentos de las candidaturas. “¡7.000 folios! Es una locura” afirmaba un concejal actual. Incluso entre los más veteranos parecía existir ese efecto abducción respecto al modelo de partido. Porque para ser sinceros, lo que preocupa realmente a los socialistas no es la ponencia política en sí. El papel todo lo aguanta pero el cambio de estructuras de poder dura más. Eso sí, el pasado en la derecha del PSOE de Sánchez no era olvidado por muchos y muchas delegadas. “¡Pero si ha estado con Balbás, el del Tamayazo, hasta antes de ayer!” exclamaba un veterano guerrista. “De colaborador del liberal Sebastián a la izquierda, no se lo cree nadie” proferían desde Izquierda Socialista.
Sólo se debate la propuesta de Pedro Sánchez
Y llegó la bomba. Los sanchistas en connivencia con los ponentes de la Ponencia Marco decidieron, saltándose el reglamento de Congresos, eliminar la Ponencia Marco como texto a enmendar y cambiarla por el documento de Pedro Sánchez. No por las enmiendas de Pedro Sánchez, sino el documento general. No era, como ha sucedido alguna vez, una enmienda a la totalidad, sino la sustitución para el debate del texto. Ufano, José Félix Tezanos en rueda de prensa incluso afirmaba que se podía enmendar el texto del sanchismo. Cierto que se votó entre los delegados y salió triunfante, pero ni uno de los que votó sabía qué votaba como se pudo comprobar después.
Bramaron los más avezados militantes del PSOE. “¿Qué pasa que tenemos que tragar con esto porque es de Sánchez y decir amén?” protestaba el antiguo alcalde una de las grandes áreas metropolitanas. Se ningunea a las bases de las agrupaciones que habían aprobado otro tipo de enmiendas y cuyos delegados, según contaba airado un susanista, han incumplido la ética de defender lo mandatado por las agrupaciones locales. Da igual, si lo dice Sánchez se dice que sí. Este era el pensamiento frustrado de muchas personas con años de militancia.
Lo nunca visto se produce bajo la héjira de Sánchez. Cuatro derrotas seguidas en elecciones (Autonómicas, dos nacionales y más autonómicas) y saltarse las reglas de juego en virtud de una victoria del 49% de todos los que acudieron a votar. Esta acción se ha sentido como una puñalada para muchos militantes de base de décadas. La pérdida de la cultura de partido se ha sentido con mucha tristeza por parte de bastante militantes. No es un problema de cambio de partido, como reconocen, sino en las formas de cambiar el partido y el respeto a una cultura centenaria. Alguno, en conversación privada, incluso reconocía que se estaba asistiendo a los estertores del PSOE. Eso sí, más de uno y más de dos velan armas. “Que no se piensen que el Congreso Regional de después va a ser esto” afirmaba un grupo de militantes patxistas y susanistas.