Durante el fin de semana Ciudadanos ha reunido a filósofos, escritores y políticos para debatir sobre liberalismo. “Liberalismo es progreso” rezaba el título de tan magno evento. Al fin y al cabo una Escuela de Verano como realizan los demás partidos. En Podemos lo llaman Universidad porque son más pretenciosos. En FAES Cursos de Verano. Y el PSOE, como tiene cerrada la Escuela Jaime Vera, pues a verlas venir y acoplarse como pueden a los distintos cursos de verano que ofrecen las universidades españolas.
No son más que lugares de debate sobre sí mismos que ayudan a fortalecer el ego y poco más. No cabe esperar grandes propuestas, ni ideas brillantes. Son políticos y no tienen tiempo para pensar y leer con profundidad. Y algunos carecen de capacidad para ello, pero ya se sabe que lo que “la Naturaleza no da, Salamanca no lo presta”. Me ha interesado especialmente la propuesta de Ciudadanos porque se iban a centrar en el liberalismo y sólo en el liberalismo. Son décadas de estudio de esta ideología y de sus distintas propuestas. Utilitaristas, pragmáticos, positivistas, funcionalistas, deliberativos, terceras vías y demás propuestas que surgen de poco en poco han tenido algún momento de mi atención intelectual. Por este motivo esperaba con curiosidad esta propuesta. Pero “corrida de expectación, corrida de frustración” que dicen los taurinos.
Han hablado del liberalismo como puede hablar un alumno de primero de políticas después de una lección introductoria sobre la materia. Todo cogido con alfileres, muy economicista, muy Fukuyama, muy partido político, y muy “voy a ver cómo lo vendo a los medios de comunicación para que me saquen dos minutos en la tele”. Ya comenté en otro lugar que Ciudadanos me parece una secta por sus actitudes (todos siempre con cosas naranjas, nada de salirse del guión, todo controlado desde la cúpula, etc.), por el discurso de “gracias a nosotros…” y por el culto al máximo dirigente, aunque en este caso mejor habría que decir al Comité Central de Ciudadanos. Pues esta Escuela de Verano ha acabado por confirmar mis sospechas. El liberalismo son ellos y ellas o lo que ellos representan.
Ni más ni menos que la demostración práctica de la ideología hegemónica. La demostración que no son sino el brazo político de la coalición dominante del bloque en el poder. Un bloque conformado por distintos poderes y en el que prevalecen hoy en día los financieros. En ningún momento Garicano, que es una persona leída y culta, ha hablado del porqué del rescate bancario y por qué permitir que no se devuelva el dinero al Estado y por ende a la ciudadanía que lo prestó. Ni una palabra.
Rivera entre el negacionismo económico y el fin de la historia
Vayamos al análisis de las perlas que han dejado durante este encuentro. Albert Rivera, siguiendo sus obsesiones personales, manifestó que el “liberalismo es progreso y debe dar la batalla contra las causas que generan el populismo porque representa retroceso”. Sin duda el liberalismo es una de la ideologías progresistas, en el sentido de avance de la humanidad hacia mayores cotas de autodeterminación individual (la parte colectiva queda en manos de los socialistas) y de riqueza. En ese sentido, si hacemos caso al PIB mundial, sin duda el liberalismo es progreso económico. En parte falso porque el valor de la mayoría de las empresas es especulativo, pero no es el tema que quiero desarrollar. Ahora bien, ¿ha conseguido el liberalismo mayores cotas de autodeterminación individual? No. Cada vez las personas están más determinadas por lo que acontece a su alrededor e, incluso, a millones de kilómetros de donde se sitúan. No existe un ser humano completamente autónomo.
Pero lo que me gusta de la frase de Rivera y que demuestra, una vez más, su profundo desconocimiento de la realidad y de la historia, es la segunda parte: “debe dar la batalla contra las causas que generan el populismo”. El populismo es el gran mal de las sociedades liberales en la actualidad, al menos para los liberales. Sin embargo, las causas de la aparición de estos fenómenos de rebeldía de las masas se encuentran en las propias políticas liberales. Todas las políticas thatcherianas y reaganianas, la caída en las terceras vías de la izquierda, la utilización de la deslocación de las empresas, las crisis bancarias, la destrucción de los sostenes de los ciudadanos, la pasividad política ante un mundo en destrucción y añadan otras mil causas que ustedes crean, son todas hijas del liberalismo. Por tanto, para acabar con el populismo habría que acabar con el propio liberalismo. Es lo de siempre, la culpa es de otros, bien por no aplicar el liberalismo en todas sus máximas, bien porque se ha evolucionado. El caso es que los liberales nunca asumen su culpa. Y Rivera no iba a ser menos.
Otro aspecto a destacar es que Rivera continúa con la tesis del Fin de la Historia de Francis Fukuyama. No hay más ideología válida que el liberalismo y sus corolarios el capitalismo y la democracia liberal. “El liberalismo es imparable porque otras ideologías son incapaces de dar solución a los problemas de los ciudadanos del siglo XXI” ha manifestado. La ideología hegemónica manifestando su hegemonía sin cortapisas. Al menos Fukuyama tenía un profundo pesimismo ideológico al ver que el liberalismo era el final, pero Rivera y los demás liberales entienden que ya no hay más progreso humano. Acaba en el liberalismo. Pretenciosidad producto de la dominación de las estructuras materiales de las sociedades, pero sí que existen ideologías alternativas y posibilidades alternativas a una democracia anquilosada. Y el populismo es una demostración de que en el sentir de la ciudadanía existe hartazgo. Un hartazgo que no se puede comprar con un iPhone.
Garicano y Roldán en plan turboliberales
También han pasado por la Escuela otros dirigentes de Ciudadanos para expresar sus opiniones sobre el liberalismo. Luis Garicano ha querido acotar que el liberalismo progresista “no es un liberalismo de que cada uno se busque la vida, sino que se ocupa de asistir a sectores desfavorecidos al tiempo que fomenta la economía de mercado y la competencia”. Vamos como la socialdemocracia de los años 1990s y 2000s. Se entiende la postura de Garicano pues es profesor en la London School of Economics and Policital Science y allí se parió la Tercera Vía, la cual es precisamente eso: liberalismo progresista. Lo mismo decía Anthony Giddens a finales de siglo, o los alemanes con aquel Die neue mitte (El nuevo centro) al que calurosamente se adhirió José María Aznar.
Nos quiere vender el economista naranja una especie de socialdemocracia light o líquida (elijan el adjetivo que más les guste) en la que aquellos que son torpes o no han logrado triunfar en la vida que, al menos, tengan un soporte. “Sectores desfavorecidos” los llama, por no decir pobres. Un eufemismo más del liberalismo. Lo curioso es que la crisis actual se ha llevado por delante a gente muy preparada, a gente con capacidad y esto no terminan de aceptarlo los pensadores liberales. Estamos ante un mundo que no hace rehenes de ninguna clase. El capitalismo está utilizando un lumpen preparado en otras regiones del mundo. Un ingeniero indio hace el mismo trabajo que uno español pero por dos veces menos salario. ¡Hablamos de ingenieros! ¿Es la ingeniería o la medicina un sector desfavorecido?
Pero el que ha estado sembrado ha sido Toni Roldán. Debe desconocer la historia del pensamiento liberal y lo que la ideología lleva en su interior que ha sido mil veces denunciado. El político español ha declarado que “el liberalismo en esencia está contra los privilegios y por eso no creemos ni en el nacionalismo ni en el populismo”. ¡Toma ya! Así que el nacionalismo tiene privilegios y el populismo también. Asombroso. El liberalismo, sin embargo, jamás ha promovido el sufragio censitario, ni ha promovido una sociedad en la que los más afortunados deben gobernar, ni ha promovido el individualismo económico donde los salarios son concertados individualmente entendiendo que no existen constricciones en el asalariado, ni el Ibex 35 domina España. Ya. El liberalismo se manifestó en su momento contra los privilegios de origen aristocrático, pero nada dijeron del poder ejercido por los que logran las más altas cotas de poder económico. Salvo, hay una excepción, que se genere monopolio porque es malo para la competencia.
Descubrimos, gracias a Roldán, que existen privilegios dentro del nacionalismo. La ideología nacionalista contiene privilegios de origen. Sí señor. El nacionalismo español es el mejor ejemplo de lo que suponen los privilegios de origen frente a los que no son españoles, es decir, los migrantes. O ¿es que lo decía por los catalanes y los vascos? Entonces, para Roldán existen graduaciones distintas para los nacionalismos se debe entender. Si es el español no y si es el catalán sí. Teóricamente la afirmación es de una estupidez supina. Y ¡qué decir de los populismos! La obsesión enfermiza de esta gente con los populismos les hacer no observar que cualquier ideología ofrece privilegios, entendidos en el buen sentido, a su propio grupo de representación. El socialismo a la clase obrera, el liberalismo a la clase capitalista, el populismo al pueblo… La última perla de Roldán y que demuestra que más vale estar callado y parecer estúpido que hablar y confirmarlo es la siguiente: “los conservadores son incapaces de ofrecer nuevas reformas y los socialdemócratas han perdido el tren de la globalización porque no han sabido ofrecer educación y empleo”. Una de dos, o tiene en mente a PP y PSOE, o no ha leído desde hace tiempo algunas revistas especializadas. Curiosamente los conservadores llevan ofreciendo años reformas sociales mediante el comunitarismo, la recuperación de la sociedad frente al individuo o el control de los procesos económicos financieros. Y decir que la socialdemocracia no ha sabido ofrecer educación es una boutade enorme. Justo a eso llevan dedicando años sus esfuerzos los distintos gobiernos socialdemócratas. Eso sí, no llevan en su programa educativo generar desde la escuela empresarios ni financieros, como pretenden en Ciudadanos. Paradójicamente, los socialdemócratas quieren formar ciudadanos y ciudadanas, no máquinas de dinero porque entienden que ese es el verdadero progreso social.
Luego me criticarán por llamarles cuñados, pero Roldán ejemplifica mejor que nadie, con la siguiente frase, lo que significa el cuñadismo ideológico de Ciudadanos: “el liberalismo identifica las buenas ideas de los demás y las incorpora”. No diré más señoría.
Vargas Llosa, el pope de Ciudadanos
He dejado para el final a Mario Vargas Llosa por dos cuestiones. Primera, no quiero mezclarle con políticos de pobreza intelectual y, segundo, por el respeto literario que me merece. Siempre ha defendido el escritor hispano-peruano el liberalismo, eso no se le puede negar, pero no siempre ha denunciado los males que lleva insertos. Manifestó Vargas Llosa que el liberalismo “ha traído los mayores progresos sociales y económicos al mundo”. Los sociales fueron más bien producto de la socialdemocracia y de los conservadores en gran parte. Pero olvida que también generó el liberalismo su antagónico mediante el totalitarismo. Porque el liberalismo genera anomía social y de ahí al nazismo existe un solo paso.
Otra de las frases que me han llamado la atención es la siguiente: “El liberalismo es inseparable de la tolerancia, un principio democrático que es muy reciente en la Historia; reconoce que puede equivocarse y el adversario puede tener razón en ciertas circunstancias”. El concepto de tolerancia, especialmente, surge de los humanistas del renacimiento, como Erasmo de Rotterdam, para evitar las guerras de religión que estaban desangrando a Europa, así que muy reciente no es. De ahí fue recogido por muchos liberales, especialmente los liberales continentales, para hacer una separación Estado-Iglesia. Aunque sería John Stuart Mill quien llevaría la tolerancia a sus mayores cotas teóricas. El respeto a la opinión de los demás como protección a la tiranía de la mayoría. Curiosamente fueron las gentes de la Nueva Izquierda los que ampliaron esa concepción de tolerancia hasta llevarla a lo que algunos autores han considerado un relativismo moral.
Lo que expresa Vargas Llosa no es tanto tolerancia en sí, como respeto a las opiniones de los demás. Un proceso de democracia deliberativa donde los antagonismos deben ser superados en pro del sostenimiento del sistema. Un sistema que es capitalista y liberal, por cierto. Por tanto, un reforzamiento del sistema hegemónico. Así destaca en el pensamiento de Vargas Llosa, y de los dirigentes de Ciudadanos, un proceso de hegemonización ideológica donde cabe debatir, pero sobre el propio sistema y su conservación.