A lo largo de mi vida he tenido que hacer algunos cursos de prevención de riesgos laborales, cursos que en principio son muy útiles, aunque pasados unos meses se olvida casi todo lo aprendido, pero hay una cosa que desde el primer curso que hice se me quedó grabado, era el protocolo PAS (proteger, avisar, socorrer), así cada vez que veía escritas esas siglas en algún sitio sabía inmediatamente lo que significaban, pero desde hace algún tiempo ya ando un poco liado porque los periodistas de Murcia utilizan las siglas PAS para referirse Pedro Antonio Sánchez, el responsable político de la construcción del auditorio de Puerto Lumbreras, un auditorio en cuya construcción el Tribunal Superior de Justicia de Murcia parece que ha encontrado algunos indicios de ilegalidades, hecho por el cual el tal PAS va a tener que sentarse en fechas más o menos próximas en el banquillo de los acusados
Ignoro si a estas horas ha dimitido ya como presidente de la sección murciana del PP, el heredero de Varcálcel. Digo como presidente de la sucursal del PP porque para hacerle dejar el acta que le acredita como diputado parece que lo tienen difícil los de Rajoy. Y digo esto porque después de llegar a la situación a la que hemos llegado ya es irrelevante el hecho de que saquen de la presidencia de su partido al de Puerto Lumbreras. A estas alturas de la película el expresidente de Murcia ya ha demostrado que su palabra vale lo que vale, o lo que es lo mismo, nada de nada.
Para llegar a la presidencia de la Comunidad de Murcia, después de haber perdido la mayoría absoluta de la que su partido había disfrutado durante las dos últimas décadas, no dudó en firmar todos los papeles que los representantes murcianos del Ciudadano Rivera tuvieron a bien ponerle sobre la mesa, algo por otra parte nada extraño, ya que el presidente del PP, Mariano Rajoy, hizo lo mismo para lograr la presidencia del gobierno de España.
Al parecer entre los papeles que el exalcalde de Puerto Lumbreras firmó se decía algo de que, si era imputado, o acusado, o investigado, como se dice ahora, por algún delito, inmediatamente dejaría los cargos de presidente de Murcia y de diputado en la Asamblea Regional. Pero resulta que cuando empezaron a amontonarse sobre la mesa las causas judiciales y a PAS se le imputaba no en un delito, sino en varios, se negó a dejar el despacho de San Estaban, sede de la Presidencia de la Comunidad, y sólo la amenaza de una moción de censura apoyada por toda la oposición logró sacarle del cargo. Aunque no del todo, porque entonces se puso en marcha el protocolo PAS, es decir proteger, avisar y socorrer a PAS que no sólo siguió como presidente del PP murciano y se guardó el cargo de diputado regional, sino que nombró presidente a un servidor suyo, Fernando López Miras, al parecer con la condición de que le calentase el sillón para cuando se despejase el cielo judicial volver a ocuparlo. Entonces dijo que sólo si era llamado a juicio entregaría el acta de diputado, un pequeño incumplimiento de lo firmado, pero que los de Ciudadanos por aquello de no ser malos y aupar a la presidencia de la región a los socialistas, se lo permitieron.
Pero como siempre se ha dicho que el hombre propone y Dios dispone, resulta que la Justicia no ha pensado lo mismo que PAS y le mandan una invitación para ocupar plaza en un banquillo. Después de esto caben algunas preguntas: ¿que excusa pondrá ahora PAS para quedarse agazapado en la Asamblea Regional?, ¿durante cuánto tiempo más seguirá el PP murciano aplicando el protocolo y protegiendo, avisando y socorriendo a PAS?
Lo único que cabe esperar es que el espectáculo que Murcia está dando a nivel nacional no concluya con un PAS encadenado a un escaño en Cartagena y una pareja de la Guardia Civil rompiendo las cadenas con una cizalla. Tampoco sería deseable para la imagen de la región que el próximo viaje que PAS haga en helicóptero fuera en uno de la Guardia Civil camino de Campos del Río.