Tanto desde el Gobierno como desde diferentes entidades públicas, sobre todo las gobernadas por el Partido Popular, se dice que la recuperación económica ha llegado. Incluso la propia Comisión Europea confirmó hace unas semanas que la crisis había terminado. Tal vez los datos macroeconómicos así lo reflejen. Sin embargo, la realidad es mucho más dura para las víctimas de esta crisis diseñada e implementada por las élites económicas con el fin de terminar de manera definitiva con el Estado del Bienestar y copar nichos de negocio que hasta ahora eran responsabilidad de los Estados. Todo ello con la complicidad de los partidos políticos conservadores de ideología neoliberal, “neocon” o con ideas copiadas del Tea Party norteamericano.
Un ejemplo de que la realidad no se ajusta a las valoraciones macroeconómicas de las que presume el Gobierno de Mariano Rajoy lo tenemos en el Banco de Alimentos de la Costa del Sol (Bancosol) quienes han alertado de que el número de personas que precisan de ayuda para poder sobrevivir se está incrementando en el año 2017. Durante los años más duros de la crisis el Banco de Alimentos atendía hasta 55.000 personas y, tras un leve descenso el pasado año, en el presente ha vuelto a subir a 52.000. Sin embargo, hay muchas familias que no acuden al Banco de Alimentos pero que necesitan ayuda de las entidades sociales para poder sobrevivir o para cubrir las necesidades mínimas vitales. Se calcula que sólo en Málaga suman más de 100.000, por más que desde el Ayuntamiento culpen de este incremento a que las personas con menor formación son las que no están notando los efectos de la recuperación.
La realidad, por mucha propaganda que quiera vender el Partido Popular, es muy otra y los datos del Banco de Alimentos lo demuestran. En el primer semestre del año ya han repartido más de 2,2 millones de kilos de comida. Aunque la cifra pueda parecer exagerada, la verdad es que resulta insuficiente aún para atender a la demanda total. Esta es la razón por la que el Banco de Alimentos se ve obligado a realizar acciones propias como, por ejemplo, las campañas para concienciar sobre el desperdicio de comida o la recogida de excedentes agrarios y de las grandes empresas de distribución alimentaria. A todo esto hay que sumar las campañas de recogida de alimentos en las grandes superficies y en supermercados.
Por mucho que el Gobierno de Mariano Rajoy quiera ocultar con cifras macroeconómicas o sacadas de contexto que sus políticas de empleo y de reactivación de la economía han llevado a España a una situación más propia de una posguerra que del siglo XXI en un país desarrollado, la realidad es un juez implacable. Los empleos precarios con salarios por debajo del umbral de la pobreza están provocando que muchos ciudadanos no puedan hacer frente a las necesidades vitales mínimas y sigan viéndose obligados a ser atendidos por los servicios sociales o por las ONG, del mismo modo que en la posguerra española millones de españoles hacían cola para recibir la ayuda de Auxilio Social.