Los promotores del referéndum de Cataluña, Junts Pel Si (antigua Convergencia i Unió, Esquerra Republicana de Catalunya) y la CUP son conscientes de que están perdiendo la batalla tanto de la opinión pública como de los apoyos de cara a la consulta. Sobre todo, el PdCat y ERC son conscientes de ello y no quieren aparecer como los causantes del fracaso. Saben los dos primeros partidos que están perdiendo al pueblo, ese mismo pueblo que llenó las calles en La Diada de 2012 reclamando la independencia. Para evitar que esto ocurra estarían buscando que se adopten soluciones radicales para resolver el problema y, de este modo, tener una justificación para la no celebración de la consulta.
Entremos en el terreno de la hipótesis. Supongamos que un juez de la Audiencia Nacional enviara a la Guardia Civil a registrar la Generalitat. Ante esta situación, Jordi Turull se enfrentaría a los agentes y trataría de impedirles la entrada. Por esta acción, los agentes lo detendrían por desacato y desobediencia a la autoridad. Ya tendrían la justificación: «tropas de ocupación españolas acaban con la libertad en Cataluña. Ya tendrían un héroe, aunque no sea de la misma categoría de Lluis Companys que fue fusilado en los fosos del castillo de Montjuic al grito de «¡Per Catalunya!». A Turull, por su desobediencia le caería una pena menor, pero les valdría la pena porque los independentistas ya tendrían a su mártir.
Por su lado, la CUP, por su presunta ideología anticapitalista que no es otra cosa que la transposición del anarquismo tradicional a los nuevos tiempos, agitaría las calles y provocaría la intervención de las fuerzas de seguridad —damos este nombre genérico ante la incógnita que supone lealtad de los Mossos d’Esquadra.
Periodistas de todo el mundo cubrirían la noticia y ese sería el altavoz para presentar ante el mundo a los presuntos mártires y la tiranía del Estado español que no habría permitido el referéndum. Estos medios nacionales e internacionales serían claramente utilizados —y en algunos casos se dejarían utilizar— como altavoz ante el pueblo catalán para justificar el fracaso de su desafío secesionista. Y todo ello en una región que acaba de sufrir el azote del terrorismo internacional, argumento que, evidentemente, explotado hasta el hartazgo por quienes encabezan un órdago que, según va pasando el tiempo, se va convirtiendo en un farol. No temblarán para usar los atentados como justificación.
Ante esta hipótesis que, según se están tensando las cosas, cada vez es menos utópica, podríamos encontrarnos con una situación en que se estén utilizando las mismas técnicas y la misma filosofía que usó George W. Bush tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Del total de los más de 3000 asesinados, los que eran de origen estadounidense no llegaron a 400. Un 95% de los que se encontraban en las Torres Gemelas eran residentes en los Estados Unidos, muchos de manera ilegal, pero no nacionales. El 11-S justificó la aprobación de la USA Patriot Act, la invasión de Afganistán y la de Iraq, con las consecuencias que todos conocemos: la generación de un estado de miedo que permitió que los ciudadanos estadounidenses permitiesen que se les derogaran derechos constitucionales sin ningún tipo de protesta; la desestabilización de la región de Oriente Medio; la alimentación de los distintos movimientos terroristas (Al Qaeda, talibanes y Estado Islámico, entre otros); el enriquecimiento de las multinacionales del armamento como el Grupo Carlyle y de las empresas petroleras que recogieron el botín de Iraq.
Hay demasiadas dudas respecto a los atentados del 17 de agosto en Barcelona y Cambrils. Tantas incógnitas que pueden llegar a justificar las sospechas de que no se gestionó bien la información recibida tanto de los servicios de inteligencia internacionales como de los españoles. El gobierno de Cataluña aún no ha explicado qué ocurrió en Alcanar, por qué desde un principio se pensó que se trataba de un asunto de estupefacientes cuando se encontraron gran cantidad de bombonas de butano en un primer momento y, posteriormente, cientos de ellas. ¿Es una casualidad? ¿Por qué los Mossos d’Esquadra no investigaron desde un primer momento una explosión de tal calibre? ¿Por qué no se interrogó desde un primer momento a vecinos, a los supervivientes de la explosión o a los dueños de la casa? No hacerlo es una negligencia de libro, exactamente igual que no permitir que los TEDAX de la Guardia Civil pudieran acceder al escenario de la deflagración.
La prensa catalana, algunos periodistas españoles, las propias autoridades dan la sensación de que pretenden quitarle responsabilidad al gobierno catalán con el argumento de que, tanto el atentado de Las Ramblas como el de Cambrils, fueron improvisados tras la explosión de Alcanar. Sin embargo, las cadenas de errores precedentes no hacen justificable la excusa de la improvisación. ¿Acaso el atentado es el argumento que necesitaban los independentistas para poder aplicar esas técnicas de propaganda más propias de una dictadura que de una entidad que pone siempre el argumento de la democracia para justificar el referéndum? ¿Se están utilizando los atentados como excusa martirológica? ¿A dónde vamos a llegar? No se trata de nacionalismos, ni catalán ni español, se trata de la dignidad de los políticos porque no se puede permitir que un atentado en el que han muerto 16 seres humanos y fueron heridas cientos de personas se utilice como arma política.
Exactamente lo mismo ocurre con la utilización del terrorismo internacional para justificar acciones militares o para derogar los derechos constitucionales de la ciudadanía aprovechándose del miedo que generan estas acciones. Estados Unidos lo aprovechó, Francia lo aprovechó, Reino Unido lo aprovechó y sus ciudadanos no salieron a las calles reclamando lo que es suyo porque el miedo es la mejor arma que tiene el poder para someter a los pueblos, es la misma técnica que el propio Daesh está utilizando en los territorios que controla. En V de Vendetta se dice muy claro:
«¡Buenas tardes, Londres! Permitid que, primero, me disculpe por esta interrupción. Yo, como muchos de vosotros, aprecio la comodidad de la rutina diaria, la seguridad de lo familiar, la tranquilidad de la monotonía. A mí, me gusta tanto como a vosotros. Pero con el espíritu de conmemorar los importantes acontecimientos del pasado, normalmente asociados con la muerte de alguien o el fin de alguna terrible y sangrienta batalla y que se celebran con una fiesta nacional, he pensado que podríamos celebrar este 5 de noviembre, un día que, lamentablemente, ya nadie recuerda, tomándonos 5 minutos de nuestra ajetreada vida para sentarnos y charlar un poco. Hay, claro está, personas que no quieren que hablemos. Sospecho que, en este momento, estarán dando órdenes por teléfono, y que hombres armados ya vienen de camino. ¿Por qué? Porque mientras pueda utilizarse la fuerza, ¿para qué el diálogo? Sin embargo, las palabras siempre conservarán su poder, las palabras hacen posible que algo tome significado y, si se escuchan, enuncian la verdad. Y la verdad es, que en este país, algo va muy mal, ¿no? Crueldad e injusticia, intolerancia y opresión. Antes tenías libertad para objetar, para pensar y decir lo que pensabais. Ahora, tenéis censores y sistemas de vigilancia que os coartan para que os conforméis y os convirtáis en sumisos. ¿Cómo ha podido ocurrir? ¿Quién es el culpable? Bueno, ciertamente, unos son más responsables que otros. Y tendrán que rendir cuentas. Pero, la verdad sea dicha, si estáis buscando un culpable, sólo tenéis que miraros al espejo. Sé por qué lo hicisteis, sé que teníais miedo ¿Y quién no? Guerras, terror, enfermedades. Había una plaga de problemas que conspiraron para corromper vuestros sentidos y sorberos el sentido común. El temor pudo con vosotros y, presas del pánico, acudisteis al actual líder, Adam Sutler. Os prometió orden, os prometió paz. Y todo cuanto os pidió a cambio fue vuestra silenciosa y obediente sumisión. Anoche intenté poner fin a ese silencio. Anoche destruí el Old Bailey para recordar a este país lo que ha olvidado. Hace más de cuatrocientos años un gran ciudadano deseó que el cinco de noviembre quedara grabado en nuestra memoria. Su esperanza era hacer recordar al mundo que justicia, igualdad y libertad son algo más que palabras; son metas alcanzables. Así que si no abrís los ojos, si seguís ajenos a los crímenes de este gobierno, entonces os sugiero que permitáis que el cinco de noviembre pase sin pena ni gloria. Pero si veis lo que yo veo, si sentís lo que yo siento y si perseguís lo que yo persigo, entonces, os pido que os unáis a mí, dentro de un año, ante las puertas del parlamento Y juntos, les haremos vivir un cinco de noviembre que jamás, jamás nadie olvidará».