Curiosamente las principales formaciones de izquierda españolas tienen un referente común como es el federalismo, a los socialistas les valdría dentro de una monarquía y a morados y unionistas les gusta más una república, pero sus propuestas para el día después del 1-O divergen enormemente. Ambos partidos, a diferencia de la derecha azul y naranja, han propuesto como elemento clave para solventar el dilema catalán el diálogo entre independentistas y la otra parte de la sociedad que no lo es. Piensan, con la agudeza, que no puede crearse una ulsterización en Cataluña.
Lo primero para PSOE y Unidos Podemos es evitar la clara fractura interna que tanto PP y Ciudadanos como PDeCAT y CUP están generando a nivel social. El partido conservador, y su adlátere naranja, está contento con esa brecha social que le permite seguir en el maniqueísmo típico de los partidos tradicionalistas. En Cataluña hay buenos (ellos y los que siguen su juego) y malos (los demás). Perdida la carta del terrorismo etarra, que fue enterrado por acción de los socialistas y la sociedad vasca, quieren recuperar el comodín de Cataluña. El fracaso de la Operación Diálogo era evidente desde que Soraya Sáenz de Santamaría, con su manifiesta incapacidad, tomo el mando de las operaciones. García Margallo lo expresa claramente en su reciente libro. Pero es un fracaso que sigue la lógica pepera de “lo que no mata, engorda”, tan utilizada en el pasado.
En el PSOE, al menos desde que Pedro Sánchez es secretario general, se intenta caminar sobre el alambre (por cierto magnifica canción de José Bulevar) y jugar la carta de la política de Estado. Las resoluciones del 39° Congreso marcan claramente que hay que hacer una reforma federalista que recojan el plurinacionalismo español, aunque a veces se líen con su significado. Esto conlleva, sin lugar a dudas, el establecimiento de un diálogo de todas las fuerzas políticas, especialmente las catalanas. Y a ello está dedicando sus esfuerzos hasta el momento Pedro Sánchez. Pero, para no caer de ese alambre de la política de Estado, se mantiene el apoyo al Gobierno siempre y cuando las medidas “respondan a los principios de proporcionalidad y eficacia”.
La defensa de la legalidad y el Estado de derecho frente a un referéndum sin garantías, unilateral y sin diálogo, como se pudo comprobar en la última sesión del parlamento catalán, conmina a los socialistas a equilibrar su caminata sobre ese alambre. Tampoco han querido hacer una valoración, que sí han hecho desde Podemos, sobre la actuación del Gobierno prohibiendo actos públicos y limitando la libertad de expresión. La discusión sí se ha planteado dentro de la propia Ejecutiva Federal, según Oscar Puente, pero no se ha querido trasladar a la opinión pública. Eso sí, a pesar de la metedura de pata del portavoz de la Ejecutiva (otra más), Sánchez ha defendido que la aplicación del artículo 155 sigue sin contemplarse.
Ha sido claro el secretario general de los socialistas, que no contemplan el derecho de autodeterminación en ningún momento, diálogo y reforma constitucional para el día 2-O. En la Fiesta de la rosa de Gavà lo expresó por enésima vez: “No nos resignamos al silencio y el fatalismo de quienes hacen de la quietud una virtud, no es cierto que la Constitución sea intocable, que no se pueda avanzar hacia un camino federal, que las identidades sean excluyentes, que la única respuesta a los desafíos identitarios sea la justicia sin más”. En consonancia a la España plurinacional, Sánchez sigue apostando por un encaje federalizante con mayor “autogobierno” para Cataluña.
Sánchez, como también lo expresan desde Podemos y aquí se ha contado en infinitud de ocasiones, ha dejado claro quiénes son los culpables. Tanto Mariano Rajoy, por no hacer nada, y mandar a su vicepresidenta a pasearse por Cataluña con amenazas, como Carles Puigdemont por haberse lanzado a una estrategia sin salida. Rajoy no hizo “lo que tenía que hacer” cuando tocaba, por lo que en toda esta situación es tan culpable como los independentistas. Esa es la línea que se han marcado desde el PSOE y la que siguen contra viento y marea. Pero ¿qué pasará cuando se encarcele a alcaldes u otras personas por el referéndum? En ese momento la Ejecutiva socialista expresará lo que dicen de puertas hacia adentro.
Podemos y su Asamblea de alcaldes
En Podemos siempre han tenido claro qué había que hacer en Cataluña. Desde que Pablo Iglesias se burlase de Pedro Sánchez en el debate a cuatro de diciembre de 2015 (en referencia al derecho de autodeterminación), siempre ha postulado que en Cataluña había que establecer un referéndum para saber cuál era la decisión soberana del pueblo catalán. Eso no empece para que, también haciendo ciertos equilibrios en el alambre político, desde Podemos hayan manifestado que el actual proceso que llevan adelante los independentistas carezca de la mínima base de legitimidad por carecer de garantías, de censo real, de pregunta pactada, de un mínimo de participación… vamos lo que se considera a todas luces como democrático.
Al igual que el PSOE desea una España federal (a ser posible republicana) y el diálogo el día 2-O. Sin embargo, a diferencia de lo expresado por los socialistas, con los que estarían de acuerdo en una reforma constitucional, desde Podemos se sigue apoyando la convocatoria de un referéndum legal para que el pueblo se exprese con libertad. Por ello, Iglesias ha propuesto la creación de una Asamblea para que se reúnan y establezcan la mejor fórmula para convocar ese referéndum. Una especie de tercera vía entre independentistas y constitucionalistas que procure el establecimiento del diálogo en Cataluña y el resto de España.
A ella invitan desde Podemos a todos aquellos cargos públicos regionales, locales (municipios de más de 50.000 habitantes) y europeos que quieran promover el diálogo y establecer las bases de un referéndum que respete la legalidad, sea pactado con el Gobierno y el Congreso, con garantías democráticas suficientes y cuya voluntad expresada tenga efectos jurídicos. Vamos un referéndum real. Asamblea a la que no están invitados ni PP, ni Ciudadanos por haber mostrado su poco respeto por la libertad de expresión.
La razón esgrimida por Podemos, que entronca con las denuncias de los últimos días sobre el impedimento a la libertad de expresión, como ha sucedido en Madrid, es la excepcionalidad que ha instaurado el Gobierno conservador del PP y su cómplice Ciudadanos. “Queremos decir que hay que defender la democracia frente al PP, un partido político que secuestra a las instituciones y nos lleva a la excepcionalidad” ha manifestado Iglesias. Por este motivo, la Asamblea de partidos que proponen desde la formación morada es la alternativa a quienes no creen en la democracia: “Cuando hay problemas políticos, los demócratas tienen que asumir que hay que ensanchar la democracia y no restringir. Debemos apostar por dar la palabra a la ciudadanía”.
Desde el PSOE han declinado acudir a esa Asamblea que propone Podemos porque no “están dispuestos a trocear la soberanía nacional”, es decir, no apuestan por ningún tipo de referéndum secesionista. Puente, además, ha pedido a Podemos acudir a la subcomisión de reforma constitucional que ha propuesto el PSOE para que expresen allí sus ideas respecto a la reforma. Pero ni hablar de un referéndum. Y ha ido más allá Puente a solicitar a Iglesias que sea tan duro con el Gobierno de la Generalitat como lo está siendo con Rajoy.
Por tanto, nuevamente, la izquierda española se encuentra desunida respecto a la resolución del conflicto catalán. En el fondo desean lo mismo, pero por distintos caminos. El PSOE no se quiere mover ni un solo milímetro de la institucionalidad y Podemos prefiere fórmulas alternativas. Con esto gana la derecha y su tribalismo españolista. La Asamblea quedará en una reunión de las confluencias de Podemos e Izquierda Unida y la reforma federal del PSOE será vetada por la derecha española en el Congreso de los Diputados.