Tanto el Gobierno Central como la Generalitat y las entidades organizadoras del referéndum intentaron mostrar ante el mundo que nos encontrábamos ante un desafío y una lucha de legitimidades. Sin embargo, el problema es mucho más profundo porque así lo decidió Mariano Rajoy al no hacer nada cuando tuvo que mover pieza, es decir, hace cuatro años.
En todo este tiempo en que el llamado «desafío independentista» catalán ha copado las portadas de todos los medios de comunicación y que Rajoy no ha hecho nada mientras que desde Cataluña se avanzaba y se tensaba la cuerda, alguien se olvidó de lo que significa dar voz al pueblo: democracia. Es cierto que el hecho de votar no certifica a un régimen de libertades. No obstante, también es cierto que negar esa posibilidad por la fuerza o ejerciendo la violencia contra seres humanos desarmados y pacíficos no es la mejor manera de defender los valores de la democracia.
Eso es lo que ocurrió ayer en Cataluña. Se intentó imprimir el miedo al pueblo catalán a través de la represión para evitar que votaran. El Estado fracasó y, aunque se cerraron varios centros electorales y se quitaron las urnas, los catalanes no tuvieron miedo y acudieron a los colegios o lugares de votación para depositar su voto. Quienes acudieron a depositar su papeleta en la urna no tenían que ser independentistas per se. Hubo gente que votó NO, hubo gente que votó SÍ, hubo gente que votó en blanco e, incluso, gente que votó nulo.
Largas colas de gente se formaron durante todo el día alrededor de los centros de votación que no fueron cerrados por las fuerzas de seguridad del Estado, largas colas que recordaban a las que se formaron en el año 1976 en toda España cuando los españoles tenían la posibilidad de refrendar la Ley para la Reforma Política que aprobaron las Cortes y que fue la puerta que abrió el sistema democrático. En esa consulta la gente tenía ganas de votar, de igual modo que en el día de ayer en Cataluña. No se trata de hacer una equiparación de uno u otro proceso porque hay muchas diferencias, entre ellas la legalidad de las mismas.
La dinámica general ha sido de incertidumbre. Mientras en muchos colegios se votaba sin ningún problema y con toda tranquilidad, en otros se producían escenas de carreras, porrazos, levantamiento de trincheras, incautaciones de urnas, enfrentamientos verbales e, incluso, careos entre los antidisturbios de la Guardia Civil y la Policía Nacional con agentes de los Mossos d’Esquadra.
Según datos del Govern, ha habido más de 400 heridos. Por su parte, según el Ministerio de Interior, 11 agentes han sido heridos. Las fuerzas de seguridad consiguieron cerrar 92 centros de votación, según Interior, mientras que la Generalitat eleva la cifra hasta 319 a primera hora de la tarde.