No hablamos de tal o cual sector. Estamos ante una huelga general en toda regla. Los servicios mínimos no se están pudiendo cumplir porque, en algunos casos como en la educación, no hay niños en los colegios y, por tanto, se han cerrado las escuelas. En lo referido al transporte, los autobuses de Barcelona han tenido que suspender el servicio por la gran afluencia de gente en las calles que impide el normal desarrollo de los servicios mínimos. Da la sensación de que toda Cataluña está en la calle…En paz y sin apenas incidentes reseñables.
La huelga tiene dos canales de reivindicación. Por un lado, buscar la presión del pueblo sobre los gobernantes catalanes para que den un paso al frente y refrenden en una decisión los resultados de la consulta del pasado domingo. Por otro lado, un modo de protesta por la represión y la violencia aplicada por las fuerzas de seguridad el 1 de octubre.
Como decimos, el seguimiento es absoluto. Según uno de los sindicatos convocantes, más del 80%, teniendo en cuenta que en el sector industrial el seguimiento es menor ya que, según la consejera de Trabajo de la Generalitat, Dolors Bassa, al haber sido convocada con tan poco tiempo no ha sido posible un seguimiento mayor. Sin embargo, los convocantes están satisfechos con el seguimiento. Un dato importante que siempre se toma como referencia cuando hay una huelga general es el del consumo eléctrico. A la hora en que se escribe esta crónica, había bajado un 11% respecto a un día normal. Según la patronal Pinec, un 54% de las pymes catalanas han parado su actividad y un 85% de las tiendas han echado el cierre.
Los convocantes han hecho una llamada a la paz. No quieren disturbios, quieren que sea una protesta pacífica para demostrar a su “enemigo” que no hace falta el uso de la violencia para presionar al poder, tanto catalán como español. De momento, no se han registrado incidentes de consideración.
Por otro lado, se han bloqueado carreteras en toda la red vial catalana y se están produciendo concentraciones de protesta en la sede de la Policía Nacional en Barcelona y antes las sedes del Partido Popular.
La huelga ha sido convocada como protesta por la actuación policial del pasado domingo en que se dieron cargas, se utilizó la fuerza contra los ciudadanos desarmados que pretendían que no se cerraran los colegios. En algunos casos hubo exceso de celo por parte de las fuerzas de seguridad que, según está intentando contrastar Diario16, pudo haber llevado a extremos en que una persona que estaba sufriendo un paro cardiaco fuera golpeado mientras era atendido por voluntarios de los servicios de emergencias. Las imágenes del pasado domingo hablan por sí solas.
Por otro lado, tanto Policía Nacional como Guardia Civil y algunos colectivos de periodistas están denunciando campañas de acoso por parte de los independentistas.
La realidad de todo lo que está ocurriendo en Cataluña se resume en una palabra: fracaso. Han fracasado las instituciones, la democracia, los partidos, todos y se está dejando toda la responsabilidad en manos del pueblo. Tanto desde el lado independentista como desde el lado españolista se está produciendo un lavado de manos vergonzoso.
Por un lado, el actual Jefe de Estado está desaparecido en combate. Ante una crisis de Estado ha trasladado toda la responsabilidad en, precisamente, uno de los máximos culpables de todo lo que está ocurriendo: Mariano Rajoy quien, con su máxima de que el tiempo lo arregla todo, ha permitido que se radicalicen las posiciones, tanto las de unos como las de los otros. Por tanto, las dos figuras principales del Estado español han estado desaparecidas. Por el otro lado, Oriol Junqueras, Carles Puigdemont, Anna Gabriel, Jordi Turrull, etc., han llevado la tensión a un punto que ha trasladado al pueblo la imagen de que la independencia tiene que ser un proceso impuesto desde Cataluña. Por tanto, unos por incomparecencia y otros por todo lo contrario han sido los que han llevado al pueblo catalán a ser quien soporte sobre sus hombros la responsabilidad de todo el despropósito que se está viviendo.
Tanto los dos desaparecidos como los eternamente presentes son responsables, cada cual con su cuota, de lo que se está viviendo en Cataluña en estos días y a estas horas. Desde el lado españolista se ha olvidado una de las máximas de la democracia: abrir todos los canales de diálogo posibles sin imposiciones apriorísticas. En su momento, hace años, cuando se estaba despertando el independentismo catalán debieron facilitarse las cosas para que fuera el pueblo catalán quien tuviera la palabra y pudiera alzar la voz a través de los canales democráticos. Si era, o es, necesaria una reforma constitucional, debió y debe hacerse con la misma celeridad con la que el PSOE y el PP aprobaron la reforma del artículo 135 y entregar la soberanía económica española a la Europa austericida.
Nos encontramos ante un problema de Estado al que el propio Estado, en la figura de Felipe de Borbón y de su Ejecutivo, han dado la espalda y han reaccionado tarde y, cuando la reacción es tardía, siempre trae consecuencias negativas.
Exactamente lo mismo ocurre con los medios de comunicación, tanto los que apoyan a unos o a otros. Los medios se han convertido en la cerilla que enciende las diferentes mechas y han caído en la radicalización de la situación. Los titulares son cada vez más belicistas y las crónicas están empañadas de una quina que se traslada al pueblo llevando el discurso hacia un escenario folletinesco de buenos y malos.
La huelga convocada en Cataluña hoy está siendo un éxito precisamente porque se está desarrollando en paz. Sin embargo, el pueblo está asumiendo una responsabilidad que no le corresponde, una responsabilidad que le hará responsable ante la historia de lo que ocurra aunque esa responsabilidad la tuvieron que asumir otros hace tiempo y que la obviaron en favor de sus propios intereses.