Las últimas encuestas o sondeos electorales de los diferentes medios de comunicación ofrecen un aumento considerable de los apoyos a la formación Ciudadanos. Aumentos considerables dentro de un contexto de irracionalidad, de angustia vital y pensamiento con las entrañas. A la par, Podemos sigue cayendo con su populismo que ha perdido la patria o el pueblo como apoyo fundamental. Pero hoy toca hablar de la formación dirigida por Albert Rivera.
¿Tiene lógica esta subida electoral? ¿Puede subir tanto una formación que sólo pide 155 y elecciones? Sí, sin duda se puede contestar de forma afirmativa a ambas preguntas. Mensajes simples para momentos de simplicidad mental suelen ser suficiente para hacer subir como la espuma a un partido político. Cuando subió Podemos con su apoyo en el cabreo social también era lógico. Ahora con la confrontación catalana lo lógico es que los partidos de derechas tiendan a subir porque son los mayores agitadores de los sentimientos nacionales. La izquierda es más de pueblo, plebe y clase antes que de banderas nacionales o internacionales, al menos en teoría. Salvo que te llames José Bono, Susana Díaz o Juan Carlos Ibarra que, entonces, llevas el españolismo casposo dentro y te dices de izquierdas. Son nacionalistas, no patriotas. Quieren a la nación, no al pueblo. Diferencias fundamentales para el análisis psicológico.
El conflicto catalán como conflicto político y social mueve la razón y la pasión. La rebeldía, que en este caso no ofrece sino la nada al otro lado, genera una contra que tiene los mismos rasgos racionales y pasionales. Racional ha sido la respuesta de PSOE y Podemos. Comprendiendo el “ser” del secesionismo aunque, uno, no compartiéndolo y, otro, haciendo campaña en favor de un camino negociado. Han intentado jugar por ese camino de la comprensión y superación del conflicto mediante posicionamientos deliberativos. El PP, como partido en el gobierno, ha tenido una posición racional-jurídica para solucionar el problema, aunque no han dejado de atizar el sentimiento en su favor como defensores de unas “esencias históricas” ligadas a la nación española. Pero quienes no se han acercado en ningún lugar a la razón han sido los dirigentes de Ciudadanos. Todo ha sido pasión y alimentar las entrañas como fórmula política.
España y elecciones
La verdad es que Inés Arrimadas no posee otro discurso, desde hace más de un año, que “Puigdemont es malo” y debe convocar elecciones ya. Esa matraca ha sido elevada a discurso oficial de la formación naranja en todo lo referente a Cataluña… y el resto del país. “Que no nos enfrente con el resto de españoles” decía el 12 de octubre Arrimadas. ¿En qué momento Puigdemont se ha enfrentado con Aragón, Asturias o Galicia? En ninguno. De hecho este proceso de secesión es unilateral. Pero desde Ciudadanos lo que es un problema de Estado, más bien de parte del Estado, se traslada al plano del enfrentamiento, de lo agonal, de lo antagónico. Cataluña contra España como si fuese una contienda bélica. Y es un problema pero no existe ese antagonismo en los demás partidos. Salvo cuando habla Pablo Casado que, recurriendo a la tradición punitiva y prohibicionista de su partido, pide que se ilegalicen los partidos independentistas. Algo que también han apoyado más de uno y más de dos dirigentes de Ciudadanos.
Miren lo que afirmó el 14 de octubre Fernando de Páramo: “Puigdemont tiene dos adversarios: uno es la mayoría de los catalanes que queremos seguir siendo catalanes españoles y europeos; el otro es la Europa que quiere abrirse y no cerrarse”. El elemento adversarial como fundamento de la solución de conflictos no parece la mejor ruta. Pero eso a Ciudadanos le importa poco, ellos y ellas quieren alentar los instintos más bajos de la sociedad para ganar rédito electoral. España contra Cataluña, o aún más grande Europa contra Cataluña. Porque el discurso europeísta, que está asimilado en todos los partidos, lo utilizan como referencia racional para que no les vean como demasiado casposos, e ideológica de la Europa de los mercaderes.
Es más el portavoz de Ciudadanos hace una distinción entre buenos y malos: “En este momento España necesita que los partidos constitucionalistas estemos juntos, porque para irresponsables ya están los golpistas de Puigdemont y Junqueras”. Y ¿quiénes son los buenos? De momento PP y Cs y un poco el PSOE. Los malos son los demás evidentemente. No considera en ningún momento a Podemos como constitucionalista, ni patriota. Por eso se permite aconsejar a Pedro Sánchez que “deje de pensar cinco minutos en Podemos y piense en el conjunto de los españoles”. Justo días después de haber encauzado el dilema jurídico junto al PP y habiendo dejado fuera a Cs. A verlas venir. Pero ellos y ellas no se dan por enterados, siguen con su raca-raca.
Y con unos medios de comunicación presentando el conflicto catalán como casi una guerra civil, no es de extrañar que quienes más mueven banderas y más gritan a las entrañas vayan subiendo en las encuestas. Pero eso es darle mecheros a los pirómanos. Porque en ningún momento existen dentro de la formación naranja propuestas conducente a la solución del conflicto. Su reforma constitucional va encaminada a fruslerías como la limitación de mandatos o quitar los aforamientos. Excepto el del jefe del Estado, ese debe seguir estando protegido al máximo.
Yo, mí, me, conmigo: sin sentido de Estado
Está el pueblo español acostumbrado a que en Ciudadanos quieran ser la niña en el bautizo, la novia en la boda y el muerto en el entierro. Lo que se ha llamado “cuñadismo ideológico”, es decir, siempre todas las iniciativas serán gracias a ellos y ellas. Así las hayan ideado otros partidos. Pero ahora hay que añadir la carencia de patriotismo y sentido de Estado. Paradójicamente quienes más han estado atizando con el mazo durante el conflicto catalán, nada tenían que perder porque no gobernando en algún sitio en política te puedes permitir casi todo, son los que carecen de sentido de Estado. El PP, el PSOE o Podemos, cada uno dentro de sus variables ideológicas y programáticas, han intento dar solución al conflicto que afecta a toda España. En Ciudadanos sólo quieren elecciones.
Toda su defensa de las banderas, de colarse en manifestaciones de la sociedad civil (lo que indica cierto sentido totalitario) y llorar la pena de Cataluña va encaminada a elecciones. Que haya una fractura social tremenda allí les da igual. Ellos y ellas quieren elecciones y nada más. Las elecciones como bálsamo de Fierabrás de todo. Mentira. Sólo piensan en elecciones para situarse ellos en el poder y mangonear en favor de los señores del dinero que se están yendo. No hay nada más detrás. Harán limpia independentista pero al final del camino está cumplir las órdenes de quienes les financian.
Casi todos los medios de comunicación nos han atolondrado con uno, dos o tres dirigentes de Ciudadanos al día en las últimas fechas. Más en cierto grupo empresarial con los dineros en Cataluña. También potencian a su némesis personal para dar más relieve y fuerza al discurso de sus protegidos. Porque Ciudadanos no es más que una construcción empresarial al ver todos los casos de corrupción del PP y tener una alternativa de derecha nacional en Cataluña. Por eso quieren elecciones.
De Páramo: “Le pedimos al Gobierno de España que convoque elecciones para echar a Puigdemont democráticamente y restablecer la normalidad en Cataluña, recuperar la autonomía y la convivencia”. Albert Rivera, en Espejo Público: “Hay que creer en la victoria y que los partidos dejen de pensar en sus siglas. Hasta que en Cataluña no gobernemos aquellos que creemos en las leyes, no vamos a solventar este problema”. Y esos que creen en las leyes, como si Podemos se las saltase todos los días, son los demás partidos. Por ello es necesario, dice Rivera, un “compromiso con los partidos constitucionalistas para crear un gobierno de coalición en Cataluña”. Vamos que quieren meter en el berenjenal al PSC que ya ha dicho que diálogo y elecciones.
Y ese gobierno lo presidiría Arrimadas evidentemente. Claro, siempre y cuando no volviesen a ganar los secesionistas. O cuando se pudiese formar una alternativa transversal de catalanismo sin secesión, que es mucho más probable. Ante unas elecciones muy cercanas y dado el nivel de polarización social, cualquier resultado sería plausible. Incluso más diputados y diputadas para los secesionistas. Con lo que la fórmula de Ciudadanos habría servido para… nada. Bueno sí, encender más los ánimos. Y que pudiese haber un crecimiento del conflicto social hasta alcanzar el momento violento, que es lo que parece que buscan.
Ahora es momento de atemperar los ánimos, haya o no elecciones, haya o no 155, de rebajar la tensión y volver a la senda de lo racional. Es obvio que lo racional perjudica a Ciudadanos y al PP, por su enfermedad reaccionaria, pero no es lo que gusta lo que hay que hacer sino lo que se debe hacer. Si quieren que España sea todo eso que dicen hay que tomar el camino de la deliberación, no para que se beneficie Cataluña, no sino para beneficio del pueblo. ¡Ah! Pero en Ciudadanos eso de acercarse al pueblo como que no, sólo en manifestaciones. Para lo demás prefieren estar dentro de su secta de elegidos… por el poder del capital.
Y para todo lo demás Juan Carlos Girauta y su “¿Qué pasa?¿Algún problema?”.