Cataluña está opacando todo. El trabajo de buena parte de la Ejecutiva Federal está siendo casi oculto para aquellos y aquellas que no siguen de cerca la actualidad del PSOE. La preocupación por este hecho no es de grandes proporciones pero sí entienden en Ferraz que deben comenzar a comunicar mucho más otros aspectos de la política. Que Podemos y los partidos nacionalistas hayan decidido no apuntarse a la Comisión Territorial del PSOE, desde donde se quería dar el primer paso para la reforma constitucional, sólo retrata a quienes no quieren participar. Prefieren la batalla contra el centralismo y el tradicionalismo de PP y Cs en otras esferas, vaciando de contenido al propio Parlamento. De todas las renuncias, la que peor ha sentado ha sido la del PNV, porque los socialistas esperaban contar con ese apoyo tan importante. Creen que volverán.
En Ferraz los ejecutivos y ejecutivas están aburridos de los militantes de base que “siempre tienen razón” y que construyen una política sin ningún tipo de aspereza, ni fisura en el aire. Saben que hacen daño, pero también conocen que acabarán agotados de sacar tanta inquina contra el propio partido. No ha sido plato de buen gusto apoyar el 155, pero a partir de la convocatoria de elecciones el PSOE no apoya, ni apoyará nada más. No es la muleta del PP como quieren identificarles desde Podemos y desde dentro del propio partido esa minoría fastidiosa. Es más, la intención es comenzar a atacar al gobierno por el resto de cuestiones que están quedando tapadas con Cataluña. Porque en ese tema seguirán la línea del PSC.
Elecciones catalanas y PSC
Pedro Sánchez sabe que su futuro como futurible presidente del Gobierno pasa por Cataluña y País Vasco, principalmente. Evidentemente, recuperarse en Madrid, donde era cuarta fuerza política, es otro factor a tener en cuenta, pero no lastra la imagen de partido para todo el mundo que se quiere ofrecer. Desde la izquierda sí, pero válido en todas las regiones españolas. La deriva simbólica hacia posiciones más independentistas, más izquierdistas, más pretéritas de Podemos, puede ayudar al PSOE a recuperar a un gran número de votantes de izquierdas enfadados, pero sin veleidades identitarias. Y muchos de esos votantes están en País Vasco y Cataluña.
En Cataluña, y más estando en campaña electoral, el PSOE va a hacer cierto seguidismo de la posición que tome el PSC. La fuerte repercusión de la visión de Josep Borrell, que ya se verá cómo es aprovechada por Miquel Iceta, ha generado cierta ilusión en Ferraz. Recuperar a Borrell, que ha asesorado a Sánchez en algunas cuestiones, para el PSOE supone ganar prestigio en Cataluña. Al menos entre esas personas que fueron dejando de lado al PSC de Pere Navarro.
No van a intervenir en las posiciones de los compañeros y compañeras del PSC, salvo que tomen una deriva diferente a lo que han venido hablando Iceta y Sánchez. Es más, el PSOE piensa volcarse en la campaña electoral como nunca antes para conseguir una amplia participación. Porque entienden que el terreno de juego ha cambiado y ya no sirven los parámetros anteriores. Ahora en Cataluña no sólo hay una contienda centro-periferia, como les gustaría a secesionistas y conservadores (azul y naranja), también hay hartazgo social sobre muchas cuestiones y una economía deprimida, incluso antes de la fuga de empresas.
Por su parte, el PSOE no va a esperar más para atacar a Rajoy y sus políticas reaccionarias. Poco a poco, reunión a reunión, la Ejecutiva Federal está construyendo un argumentario con el que rellenar el lema “Somos la izquierda” y hacer una oposición dura y alternativa al gobierno. Con propuestas pegadas a la realidad social y sin necesidad de desenterrar muertos para justificar las propias acciones. El PSOE no necesita a Franco para hacer oposición, le basta con políticas alternativas y dureza parlamentaria.
Hasta el momento el PP se ha aprovechado de la crisis catalana para encubrir sus miserias, y el encarcelamiento de los ex-consellers tampoco es que ayude, pero el armisticio terminó. No piensan tolerar más salidas de tono como las que se están produciendo desde las filas conservadoras, ni piensan dejarse arrastrar a una política parecida a la que llevó a cabo Redondo Terreros en País Vasco. No hay frente constitucionalista, sino apoyo al Estado de derecho y la Constitución. Nada más. Una vez que hay elecciones, la democracia manda.
En las próximas semanas, si el huracán catalán no lo impide, el PSOE y Pedro Sánchez modificarán la estrategia de mesura que han mantenido hasta el momento. Que no piense Soraya Sáenz de Santamaría que se va a ir de rositas con el fracaso del diálogo con Cataluña. Ni que, como ha informado Diario 16, Rajoy haga pactos escondidos con Puigdemont para estirar la contienda España-Cataluña en beneficio de ambos personajes. El apoyo terminó el día que se convocaron las elecciones catalanas. Y ahora toca salir con un goteo malayo a por el gobierno. Un gobierno que, por cierto, no ha podido aprobar los Presupuestos Generales del Estado y que tiene un problema con las demás Comunidades Autónomas por la financiación.