Huele a Navidad, pero una vez más, seca. Las luces adornan las calles de los pueblos, hasta cambian los sonidos, sobre todo los que se oían reivindicando agua por aclamación popular.
Sí, el pueblo habla y no solo cuando hay elecciones, y es que “ya está bien” de tomarnos el pelo a los murcianos. Para los agricultores y para el resto de los que vivimos en esta desértica región, el agua supone bastante más que cualquier otra necesidad.
Entiendo que los que viven del sistema político necesiten ahora subirse al carro del “agua para todos”, de la demanda de los trasvases y que una vez más huele a mentira. Parece que nos toman por tontos. Quizás si los políticos no hubieran estado allí, la manifestación convocada por la Junta de Hacendados de la Huerta de Murcia habría sido más multitudinaria.
¿A quién le van a exigir una solidaridad hídrica, los representantes del Gobierno regional? ¿A su ministra, que apostó que Murcia cambiara el modelo productivo, porque no quería ni oír hablar de trasvases? ¿Al jefe del Ejecutivo nacional y actual presidente del PP, que enterró la palabra trasvase?
Refresquemos la memoria. El PP gozó de una amplia mayoría absoluta para haber hecho lo que le diera la gana, en esta materia y en otras claro, pero “pá Murcia, ná de ná”. Así mismo el Psoe derogó el Plan Hidrológico Nacional, proponiendo las desaladoras como una apuesta específica de la Administración ZP, para compensar el parón a los trasvases entre ríos y sin embargo, ahora ya empieza hablar de nuevo de ellos. Me sigue oliendo a cuento de nunca acabar.
El agua tiene color, ni sabor, ni debe tener olor, solo debe de ser disfrutada solidariamente por todos los españoles. No valen excusas de impacto medioambiental, para justificar la eliminación de intercomunicación de agua entre cuencas de ríos, cuando se hacen cauces para otros sistemas energéticos, como el de gas natural, que viene de Argelia y que suministra más del 45% del gas a España, a través del gasoducto de Medgaz. Interesa saber que la infraestructura conecta los campos argelinos de Hassi R’Mel con la playa almeriense de El Perdigal, a lo largo de 1.550 kilómetros de tubos.
No podemos olvidar que las desaladoras también necesitan canales para llevar agua de un lado a otro y que al día de hoy, su gestión deja mucho que desear, en cuestiones relacionadas con la transparencia y ética económica y sus trámites de mercado del agua. El caso de Acuamed y el negocio de las desaladoras dará mucho que hablar, pues aún sigue la sombra de la corrupción y volverá a levantar la cubierta que tapa el pozo sin fondo de las irregularidades millonarias de la administración del agua (El Economista y ABC (18/1/16).
En fin, hay muchas incógnitas a desvelar e intereses encontrados entre grandes y pequeños agricultores, que se preguntan si realmente las dotaciones de agua van realmente a los riegos de los que se adjudican.
Que Murcia siga otra vez pidiendo agua a estas alturas, genera un eco de perplejidad.
La foto está servida, no sé si habrá a la postre “agua para todos” pero desde luego ha habido “foto para todos”.