La difteria está reapareciendo en Bangladesh, donde más de 655.000 rohingya se han refugiado desde el 25 de agosto huyendo de Myanmar. La difteria es una infección bacteriana contagiosa que a menudo causa la acumulación de una membrana pegajosa entre gris y blanca en la garganta o la nariz. Se sabe que la infección causa obstrucción de las vías respiratorias y daños al corazón y al sistema nervioso. Se han detectado más de 2.500 casos sospechosos en sus hospitales y el número sigue aumentando cada día. La mayoría de los pacientes tienen entre 5 y 14 años.
La coordinadora médica de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Bangladesh, Crystal Van Leeuwen, explicó: «Cuando trabajas en un entorno de refugiados, siempre tienes los ojos abiertos ante posibles brotes de enfermedades infecciosas y prevenibles por vacunación. Siempre puede haber casos de tétanos, sarampión, poliomielitis, etc., pero la difteria no era algo que estuviera en mi radar».
La tasa de mortalidad aumenta sin la anti-toxina para la difteria (DAT). Dada la escasez global de DAT y la cantidad tan limitada que llegó a Bangladesh hace algo más de una semana, la probabilidad de que se produzca una emergencia de salud pública se cierne de nuevo sobre una población que no cesa de sufrir amenazas; primero en forma de violencia y ahora en forma de enfermedades infecciosas.
Si un enfermo no recibe DAT en el inicio de la enfermedad, la toxina sigue circulando en el cuerpo, lo que puede afectar al sistema nervioso y provocar daños cardíacos y renales semanas después del período de recuperación inicial. «El primer caso sospechoso que identificamos fue el de una mujer de unos 30 años. Vino a nuestro centro de salud a principios de noviembre y la tratamos con antibióticos. Dejó la clínica y solo regresó cuando ya habían pasado más de cinco semanas desde su primera visita. Presentaba entumecimiento en los brazos, apenas podía ponerse de pie o caminar y tenía dificultad para tragar. Cuando la enfermedad alcanza esa etapa ya es demasiado tarde para administrarle la DAT al paciente», explicó Van Leeuwen.
Según MSF, apenas quedan 5.000 ampollas de DAT a nivel mundial. «No hay suficientes medicamentos para tratar a todas las personas que lo necesitan y nos estamos viendo obligados a tomar decisiones extremadamente difíciles. Al final, esto se convierte en una cuestión ética y de equidad», ha denunciado la coordinadora de MSF en Bangladesh.
El surgimiento y la rápida propagación de la difteria muestra la situación tan vulnerable en la que se encuentran los rohingya porque la gran mayoría de ellos no están vacunados contra ninguna enfermedad, ya que en Myanmar tenían un acceso muy limitado a la atención médica de rutina, incluidas las vacunas. La difteria se transmite por pequeñas gotas y se propaga fácilmente en condiciones de hacinamiento como las que soportan los refugiados rohingya, que comparten espacios muy pequeños con hasta 10 personas de la misma familia y que viven en cabañas que se encuentran apiñadas las unas contra las otras en lugares insalubres.
Como respuesta a esta situación Médicos Sin Fronteras ha transformando un centro médico en el asentamiento improvisado de Balukhali, en el que se prestaba atención materno-infantil, así como el hospital que tenían intención de abrir dentro de unos días cerca de Moynarghona, ahora convertido en un centro para el tratamiento de la difteria. Por otro lado, la ONG ha establecido un centro de tratamiento en Rubber Garden, que antes era un centro de tránsito para los recién llegados. La capacidad total de camas de las que se disponen en los campos y asentamientos rohingyas asciende a 415, lo que claramente los esfuerzos ímprobos que se están realizando para atajar el problema y de la gravedad de la situación.