La salida de José Antonio Pérez Tapias ha generado un aluvión de reacciones de una dureza extrema en el seno del PSOE. Tanto a favor como en contra, la militancia se ha expresado de forma contundente por las formas y el modo elegido por el profesor de Filosofía. Mucha gente decepcionada por haber confiado en su persona y su auctoritas para situar al PSOE en una izquierda clara, otras muchas personas enfadadas por abandonar el barco justo en este momento y no hace un año cuando el PSOE vivía sus momentos más bajos de estos últimos 40 años, incluso más que durante el 28° Congreso.
Ahora bien, salvando que cada persona es libre de actuar como cree y salir de los sitios bien dando un portazo (como parece haber sido el caso), o bien sin mirar atrás con serenidad y mesura, merece la pena analizar si realmente las propuestas, llamadas por el propio Pérez Tapias, heterodoxas son de una izquierda socialista como él afirma, o son otra cosa. Se distinguirá en el análisis las propuestas en sí (federalismo, plurinacionalidad) de las actuaciones políticas (artículo 155, presos políticos, etc.). Porque ambas cuestiones parecen haber sido el motivo del abandono, vendido como un “acto de lealtad al partido”. Aunque parezca casi lo contrario.
Siguiendo las propias palabras del decano de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Granada, el “socialismo se dice de muchas maneras” y eso se pretende en este análisis. Mostrar otras formas de afrontar la realidad desde el socialismo, tan de izquierdas como el suyo, al menos.
El terremoto catalán
Para Pérez Tapias todo lo sucedido en Cataluña durante los últimos meses ha sido mal gestionado por el PSOE. Como él mismo ha dicho la aplicación del artículo 155 ha situado al PSOE “en la zona de proximidad del PP” sin margen de maniobra. Para el ex-dirigente socialista el partido no tendría que haber apoyado la aplicación del 155 porque, siguiendo a ciertos constitucionalistas, no es constitucional tal y como se ha hecho. Ya se explicó en estas mismas páginas que el propio artículo no explica el cómo aplicarlo por lo que a priori nadie puede asegurar con rotundidad si ha sido una aplicación de acuerdo o no a la carta magna.
Se ha optado, y eso que dentro del propio PSOE se ha discutido con dureza y sin tener claras las opciones, por lo más lógico. Cese del gobierno que subvierte los principios constitucionales y llamamiento a las urnas de la ciudadanía catalana. Si esto le parece mal a Pérez Tapias es que igual, porque no lo deja claro, es que pretendía dejar al Govern, pese a haber firmado una ley contraria a la constitución, gobernando y al resto de partidos viendo cómo pasan las moscas. En política hay que tomar decisiones y frente a un acto de subversión constitucional se apostó por una fórmula, la menos lesiva aparentemente.
Ahora bien, si la queja viene por la defensa que ha hecho el PSOE-PSC de la aplicación, hay que decir que el PSOE tan sólo se ha manifestado en términos constitucionales. Ni haciendo una llamada al españolismo (como ha hecho Ciudadanos), ni negando que hay unas normas iguales para todos. Es más, paradójicamente, logró crear una comisión de debate sobre el cambio territorial del Estado. Una puerta con las normas que hay realmente hacia el entendimiento y la posibilidad de una España federal. Lo mismo que él lleva pidiendo. ¡Ah! Pero es que no le gusta la fórmula porque quiere un proceso constituyente.
¿Cómo se logra un proceso constituyente? Con una amplia mayoría social y política. Una mayoría que hoy, sí hoy en día, no existe en el Parlamento y con una sociedad catalana fuertemente dividida. La escisión catalana, que es producto de un largo camino de desencuentros como él mismo ha explicado en libros y artículos, ha intentado ser superada por el PSC y por los comunes y, como se ha visto, la ciudadanía les ha dado la espalda más centrada en la cuestión identitaria. Esta fase no la ha analizado así Pérez Tapias, sino que la despide como error tras error por no defender la postura de la izquierda. ¿Qué izquierda? No se sabe, debe ser una imaginada que existe en la isla de Utopía o en Arcadia si se prefiere. Porque las izquierdas catalanas han defendido casi lo mismo y no les han hecho caso.
El profesor también ha defendido que el PSOE ha sido tibio con los supuestos “presos políticos”, que no ha querido defender a esos políticos que han pasado por (o siguen en) prisión por sus ideas. Esta es una teoría que queda muy bien para generar una especie de nueva lucha contra el fascismo, un fascismo que unos y otros han despertado, contra la dictadura del Estado, contra el mal. Porque, siguiendo a ciertos juristas, no ha habido rebelión por no haber violencia. Salvo que hablemos de violencia simbólica como haría Pierre Bourdieu, por ejemplo.
Aceptemos que no ha habido violencia institucional, simbólica o física, pero ha habido una subversión del orden constitucional. Un delito que no está recogido en el código penal, cierto es. Lo cual es culpa de políticos, como él mismo, que pasan las horas en el parlamento pensando en a saber qué y sin valorar este tipo de opciones. Claro sin delito es difícil justificar cualquier medida sin duda, salvo la costumbre. En efecto, las fuentes del derecho son la ley, la norma y la costumbre, y es costumbre imputar a aquellas personas que subvierten el orden constitucional. Y esto ni es de izquierdas, ni de derechas, es racional. Tan racional que su tan querido Kant también pensaría así seguramente. El PSOE, en algo que no tiene que ver con el eje izquierdas-derechas ha apostado por lo legalista y aceptar el dictamen de los jueces. Guste más o menos.
Las izquierdas y su unión
Este, mucho más que otras posiciones, es parece ser el quid de la escisión emocional de Pérez Tapias con el PSOE, la unidad de la izquierda. Según el ex-dirigente socialista se marcha para poder “diseñar una estrategia que pueda convencer a muchos”. Si se deja a un lado un cierto aroma ególatra en su frase, es lícito intentar que la izquierda española se encuentre unida y pueda llevar a cabo un frente común contra el ascenso de la derecha, especialmente la naranja. Pero para que se puedan casar dos deben, al menos, estar de acuerdo en el matrimonio. Y ahora ni PSOE, ni Podemos están por la labor.
Nada más ganar Pedro Sánchez las primarias, Podemos envió a sus cargos un documento donde dejaban muy claro que el proceso de primarias les afectaba gravemente en su idea de ser el partido dominante en la izquierda. Que este cambio en el PSOE debía ser medido con cautela y no mostrarse entusiasmados. De hecho, Pablo Iglesias y sus corifeos se lanzaron a una moción de censura que fue más contra el PSOE que contra M. Rajoy. Frente a la euforia desatada por Sánchez nada mejor que hacer que se retratase en el Parlamento apoyándole. Otro ego mal llevado.
Después de eso se logró que Podemos se incorporase al gobierno de CLM, algo apoyado y negociado por Sánchez. Pero, desde la formación morada no aguantaron mucho más sin atacar al PSOE. Se lanzaron por la vía más identitaria en defensa del derecho a decidir para los catalanes y por la opción confederal (sólo hay que leer a Xavi Domènech), rompiendo además el pacto de gobierno en el Ayuntamiento de Barcelona. Y resulta que sale Ábalos a decir que en estos momentos Podemos no es socio preferente y eso es malo. Lo otro, lo que hacen en Podemos sí es la unión de la izquierda, criticando continuamente al PSOE, y si el PSOE dice “hasta aquí hemos llegado” eso significa que no están por la labor de esa unión. Igual la culpa es de más de uno y no siempre del mismo. Por eso mucha gente no entiende lo expresado por Pérez Tapias. Porque tienen una visión de los hechos que igual les muestra otra verdad.
Es comprensible que teniendo esa visión, tan legítima como otras, decida marcharse porque, como manifestó en Onda Cero, le “hace falta un espacio más amplio de lo que puedo encontrar en el PSOE”. Esto significa que en el PSOE desde la posición de Díaz hasta la de Andrés Perelló, por ejemplo, no hay espacio suficiente para entender el socialismo. Necesita más aire porque, como manifestó en su carta de despedida, no queda en el PSOE ninguna posición mínima desde la que pelear. Seguramente si no se hubiese cargado, junto a otros y otras, Izquierda Socialista, ese espacio seguiría abierto. Y más cuando, según fuentes del PSOE, se le ha venido insistiendo en que tomara de nuevo el mando de la corriente de opinión. Pero parece que lo de pelear de verdad no va con él. Tenía la suficiente autoridad para hacerlo cuando quisiese, pero es más fácil ver los toros desde la barrera.
España plurinacional y federal
Dice Pérez Tapias que no ve en el PSOE una posición firme en la defensa del federalismo y la plurinacionalidad. Una plurinacionalidad que no se quede en el nacionalismo cultural. Con brevedad, Pérez Tapias quiere establecer Estados federales que acojan naciones (en los casos de regiones con personas que se piensan de otra nación), compartiendo soberanías y con algunas asimetrías federales, lógicamente. Una propuesta que defendería cualquier liberal multiculturalista. Porque lo federal no es de izquierdas o derechas, es una forma de encajar o entender el Estado a un territorio dado. Igual que un Estado jacobino. Pero es que la propia posición de Pérez Tapias se aleja un tanto de la izquierda.
Primero. Pérez Tapias, como se refleja en su libro Invitación al federalismo, quiere desmontar el Estado-nación de la derecha española, o del españolismo mejor dicho, y transformar el Estado de las Autonomías en un Estado federal donde cabrían todas las naciones con derechos políticos. Pero lo hace concediendo que Cataluña, por ejemplo, se constituya como un Estado-nación federado de la misma forma que niega esa formación al Estado federal. El sujeto político en Cataluña es la nación catalana, no la clase social, o el pueblo, sino que la soberanía es nacional-popular (incluye esto último para no quedar mal). Desde la izquierda lo que se defiende, en general, es la soberanía popular sin distinción de nacionalidad, raza, género, etcétera. Pero el profesor de filosofía sí da valor al sujeto nación. ¡Ah! Pero sólo en los territorios donde hay partidos independentistas o nacionalistas. En el resto no.
Segundo. Y derivado de lo anterior, territorializa lo que no quiere para España. A la izquierda le da igual lo identitario en sí, no hace del sujeto nación un elemento clave, sino que prefiere hablar del pueblo frente al establishment. Y menos aún acepta territorializar España (o cualquier país) en base a sujetos nacionales. Acepta la existencia de personas que se piensan como pertenecientes a otra nación, pero de ello no deriva derechos políticos privativos. Reconocer que existen naciones en España diferentes a la española se puede constitucionalizar, pero darles derechos políticos propios por pensarse distintos no es de izquierdas. Para alguien de izquierdas los derechos son del pueblo o la clase trabajadora.
Tercero. El Derecho a decidir lo ha estado defendiendo desde hace años Pérez Tapias, lo que nunca explica es que su propuesta puede generar un bucle irresoluble. Él presenta el derecho como un paso previo al derecho de autodeterminación y por ello, se propondría un referéndum en el que se decidiría si quedarse en España o no, simplemente. Si se dice que no, se acaba. Si se dice que sí hay que ir a un referéndum de autodeterminación donde se explicite cómo realizar la secesión. ¿Imaginan que en el primero gana el sí y en el segundo el no? Esto es, que se decide irse, pero luego no se ejecuta la autodeterminación. Y así hasta el final de los tiempos podría ser. Con esta propuesta, como se ve, tampoco es que se resuelva nada, se puede entrar en bucle.
Por tanto, las propuestas de Pérez Tapias ni son tan de izquierdas que el PSOE no las pudiese aceptar, ni en algunos casos son de izquierdas en sí, como la cuestión del sujeto-nación. Son un intento de arreglar algo que pasa en España, pero no se puede dejar la estela de que apoyar eso sí es de izquierdas y lo que hace el PSOE no. El debate podría extenderse mucho más, pero con estas pinceladas se puede comprender el enfado existente dentro del PSOE con Pérez Tapias.