Llega, una vez más, el 8 de marzo y sacamos de nuevo, el símbolo astronómico de Venus, pero ahora con tintes de huelga. Una reivindicación más que fundada, si tenemos en cuenta que la diferencia entre sexos es palmario. Me refiero por supuesto a las condiciones socio-laborales de las mujeres, en general.
No somos iguales, ni lo quiero ser, desde el punto de vista antrolológico. Me encanta ser lo que soy, pero desde luego la historia nos ha tratado mal y sigue haciéndolo; ocultando, invisibilizando, menospreciando, violando, agrediendo, discriminando, no teniendo en cuenta nuestra formación o capacidad para desarrollar tareas asignadas, por rol, al sexo masculino. Hablo de la historia, porque hemos sido todos, por activa o por pasiva, los que hemos dado lugar a esta desigualdad.
¡Ya está bien!, que seamos dueñas de lo privado y no existamos en lo público, (para la inmensa mayoría de las féminas). Ambos ámbitos deben de ser compartidas por los dos sexos. Poco a poco conseguimos que las empresas permitan a mujeres compatibilizar trabajo y familia, y se verifica, que la rentabilidad de las medidas implantadas en favor de la flexibilidad y compatibilidad casa-trabajo es positiva, (R. Fuertes, fundación Masfamilia).
Todo esto está muy bien, hablamos de conciliación, en la que todos ganan; empresa y familia. Sin embargo en la casa ¿quién trabaja? El 51% de las mujeres, que todavía no han tenido hijos, asume que si los tuvieran deberían renunciar a su desarrollo profesional, mientras solo el 11% de los hombres se plantea el tema (Malas Madres, 1/17).
Y es que la mujer, es la que más uso hace del trabajo a tiempo parcial. Según el CIS, sólo un 4% de los asalariados masculinos tienen un empleo a tiempo parcial, mientras en las mujeres se eleva hasta el 23%. Las profesiones que ofrecen salarios más altos están claramente masculinizadas, mientras que las que ofrecen salarios más bajos hay un persistente predominio de mujeres. Esta diferencia responde, entre otros, a la mayor continuidad en la carrera laboral de los hombres, sin las interrupciones que se producen en las de las mujeres. El mayor tiempo de permanencia de los hombres en la empresa hace que haya más complementos salariales, y claro está mayor promoción profesional.
Si en verdad se quiere trabajar en igualdad se necesitan, urgentemente más guarderías y escuelas infantiles, junto a la flexibilidad laboral. Pero claro para eso hace falta una financiación que Murcia desagraciadamente no dispone.
No sé si una huelga servirá para algo, pero en cualquier caso, es necesario que no se quede en “flor de un día”, y que se haga política no solo de promesas preelectorales. A la postre lo que falta es que nuestros representantes sean capaces de que Murcia sea visible, para que haya un nuevo sistema de financiación que asegure el cumplimiento de los principios de equidad para garantizar la promoción de nuestra región.