Con el mismo entusiasmo con que hace unos días hemos felicitado al presidente del actual Gobierno español por su gesto ante el problema planteado por el buque “Aquarius”, perdido en la mar con más de setecientas personas a bordo, le requerimos ahora porque en la zona del Estrecho salimos a más de un Aquarius por día. Esta jornada dieciocho pateras se han acercado a las costas de Tarifa, con trescientas ocho personas en total, y cuatro fallecidos durante la travesía.
La inmigración, forzada por las condiciones de vida impuestas a los países del “tercer mundo” por los del “primero, lo mismo que las guerras alentadas o mantenidas con dinero y armamento vendido, unas veces ilegalmente y otras legal, pero a países agresores y enemigos de los derechos humanos, tiene un primer reflejo en la cantidad de personas obligadas a huir de la miseria y de los efectos de esas guerras, en las que ni siquiera se respetan los tratados de Ginebra.
Por tanto, le instamos, Sr. Sánchez, a que, como ya la foto de Valencia ha sido vista y su prestigio agrandado con el gesto, más que gestos ponga voluntad y coraje. La gestión de Valencia ha estado muy bien, pero, con foto o sin ella, sea consciente de lo que ocurre en las costas andaluzas, en la parte más estrecha del Mediterráneo, dónde la navegación es más peligrosa. Ahora le toca venir a Tarifa, Algeciras, La Línea, y trabajar seriamente en la manera, primero, de resolver el problema humano de esos seres en huida. Segundo, y aprovechando la subida de su prestigio e imagen personal, ponga en su lugar a las autoridades de los países ribereños del sur del Mediterráneo, de forma muy especial a Marruecos, para quien -si no se demuestra lo contrario- la salida de cientos, miles de personas en dirección a la península, deja de ser un engorro para hacerse relajación.
Las relaciones internacionales del actual Reino de España deberían dirigirse hacia el norte, a la Unión Europea, para contrarrestar la corriente partidaria de abandonar a los refugiados. Al menos para dejar claro que no todos somos igual de mezquinos y evidenciar la cobardía de quienes dan la espalda a las víctimas de la política euro-americana. Y en segundo lugar a la ribera de enfrente. Porque si Europa dedicara a ayudar a emerger las economías deprimidas de África, si no vendiera armas a los grupos y países agresores y arrancara un tratado internacional en ese sentido, con toda seguridad disminuiría el número de refugiados hasta acabarse por completo, ayudando a vivir, no a morir en las aguas del Mediterráneo.