El último CIS aparecido la pasada semana ha sorprendido a propios y extraños, no ya por su resultado sino por la contundencia del mismo. Incluso más allá de las malévolas acusaciones, insultantes para los profesionales de prestigio contrastado que trabajan en él, de que la llegada de Tezanos a su dirección puede haber cocinado estos resultados a favor del PSOE.
En los tiempos que corren cualquier movimiento realizado en ese sentido habría sido denunciado de inmediato, aparte de que los datos se habían recogido antes de su nombramiento.
Pero quienes se han visto afectados por los mismos, todos menos PSOE, ERC y PNV, se han dedicado a intentar desactivar su demoledor efecto sabiendo que aunque se pueda discutir lo concreto, no deja de ser un indicativo de lo que está ocurriendo socialmente.
Es una encuesta, una foto fija, pero como la mayoría de ellas indica hacia dónde se mueve esa sociedad.
Es probable que con el tiempo se den elementos correctores, entre ellos que el efecto de la llegada del nuevo líder al PP consiga una mejora a costa de un Cs que se desinfla por momentos, al igual que el desgaste de una labor de gobierno con serias dificultades pueda empeorar las del PSOE, en beneficio de un Podemos que espera con ansia la vuelta de su líder Pablo Iglesias.
Aunque la primera afirmación en estos instantes corre riesgo ante el cariz que está tomando el asunto de su máster, especialmente después del dictamen de la jueza Carmen Rodriguez-Medel que ha decidido remitirlo al Tribunas Supremo al ver indicios de ilegalidad.
Por no hablar de que aunque no los hubiera resulta éticamente cuestionable para un dirigente político que le “regalen” los títulos por su cara bonita. Al PP le crecen los enanos.
Pero lo que resulta evidente y esto se puede consolidar con el tiempo, es que la izquierda ha sido capaz de darle la vuelta a su correlación de fuerzas con la derecha, pasando de un 44-46 % en las elecciones de Junio 2017, a un 46-41 % en esta encuesta.
Las previsiones indican la posibilidad de consolidarla e incluso mejorarla, debido por un lado al escoramiento evidente hacia su derecha que Pablo Casado ha dado a su nuevo PP y por otro a la ilusión que al menos a corto y medio plazo ha producido la llegada del PSOE al gobierno.
Ahora la margarita que deshoja Sánchez y su equipo es si debe aguantar hasta la fecha prevista para las elecciones de Mayo 2020, con el riesgo de desgaste que eso puede traer, o por el contrario debe adelantarlas a otoño de este año, o justo antes de las elecciones municipales y autonómicas de primavera 2019.
Las tres posibilidades tienen pros y contras, aunque la de 2020 tiene evidentes elementos positivos. Por una parte da tiempo a que se visualice una labor de gobierno diferente a la última etapa del PP, que ilusione aún más a su electorado atrayéndolo de la abstención. Tradicionalmente la izquierda en general y el PSOE en particular mejora sus resultados en elecciones autonómicas y municipales.
También permite que en Catalunya, tal y como indica el CIS, se produzca un vuelco con el cambio del equilibrio inestable actual, si ERC supera claramente a los sucesivos inventos de Puigdemont. Incluso si este obliga a que haya elecciones anticipadas en el caso de que la CUP tumbe los presupuestos, podría dar lugar al desbloqueo definitivo de la situación si ERC y PSC, ahora en la cresta de la ola en el campo constitucionalista, suman mayoría absoluta.
Pedro Sánchez tiene dos características vitales, es una persona perseverante y tenaz y además tiene buena suerte. Si esta se mantiene los próximos meses puede ganar las próximas elecciones y gobernar con una mayoría más holgada, con un Podemos recuperado y esperemos que aprendido de sus errores infantiles, más una ERC que sume un mayor número de diputados.
Quizás esa mayoría absoluta ERC, PSC, incluso los Comunes en Catalunya nos pueda traer otra igual en el Congreso de los Diputados.
A partir de ahí se podría considerar como ahora apunta un Pedro Sánchez adivino, que España entrará en una nueva era positiva e ilusionante que podría durar mucho tiempo.
Este hecho coincidiría con un ciclo habitual que indica, que cuando la derecha domina el Norte de Europa la izquierda lo hace en el Sur y viceversa.
Veremos……………..