El Banco Santander ha realizado una magnífica incorporación con Andrea Orcel. Es como si la entidad cántabra hubiera fichado a Messi, Cristiano Ronaldo o Neymar. Un gran movimiento estratégico por parte del banco presidido por Ana Patricia Botín al menos en el corto plazo, pero…, ¿qué consecuencias podría tener en el medio y el largo? ¿Podríamos encontrarnos con el principio del fin del control de la familia Botín del Santander?
Como decíamos, partimos de la base de que el fichaje de Orcel es un fantástico movimiento porque el italiano es, probablemente, el banquero con más experiencia del mundo en operaciones de capital. Ha participado en grandes operaciones de ampliación para bancos españoles como, por ejemplo, la de Banco Popular de 2016 o las del propio Santander de 2015 (7500 millones) y 2017 de 7000 millones posterior a la compra de la sexta entidad española, ambas a través del banco suizo UBS. Con el banco presidido por Ana Patricia Botín ya ha realizado grandes operaciones como, por ejemplo, la compra del Abbey National Bank. Especialmente importante fue su participación en la macro ampliación de capital de Unicrédito.
A diferencia de otros fichajes realizados durante la etapa de la actual presidenta que han sido impotentes para reflotar la nave y que han provocado un verdadero golpe reputacional en el Santander, Orcel es un profesional de prestigio internacional, es un típico banquero de inversión, al frente de un banco que se caracteriza porque sus ingresos vienen del negocio comercial y minorista, en muchos mercados internacionales. Pese a este hecho Andrea Orcel presta a la relación personal mucha atención. Si se compromete a algo, a diferencia de sus colegas, lo hace. Por eso ha estado a punto de salir de UBS antes.
El movimiento podría tener, en principio, como finalidad el blindaje de Ana Patricia Botín frente a los principales accionistas (fondos y bancos custodios, gestores de cartera) ya que en las futuras operaciones que podría encabezar Orcel para mejorar la situación del Santander la responsabilidad recaería sobre él en vez de sobre la presidenta. También se podría interpretar que se está culpando al actual Consejero Delegado, José Antonio Álvarez, de la imposibilidad de generar beneficios o de la pérdida de valor bursátil en más del 40% desde que la señora Botín lidera a la entidad cántabra.
Álvarez es el hombre que está más cercano a esos grandes accionistas y el relevo en el puesto (a pesar de que se le dé el que ahora ocupa Rodrigo Echenique) podría ser interpretado como un mensaje para quienes están en total desacuerdo con la gestión de Ana Patricia Botín o que dudan de su capacidad para hacer del Santander el banco que jamás debió dejar de ser desde todos los puntos de vista. Sin embargo, aunque en el corto plazo la llegada de Orcel le puede dar un poco de aire a la presidenta, en el medio o largo el italiano, un hombre bien visto tanto por el mercado como por esos grandes accionistas, podría dejar de ser el blindaje para convertirse, junto a Álvarez, en el ariete que derribe el control que la familia Botín tiene del banco, algo que, como ya contamos en Diario16 hace un año, lleva tiempo pergeñándose.
En los próximos meses veremos las importantes operaciones que seguramente encabezará a partir del día 1 de enero Andrea Borcel, estrategias que, incluso, podrían tener una repercusión positiva para los afectados del Caso Banco Popular.