Este verano se cumplió el décimo aniversario del inicio de la tremenda crisis de la economía mundial. Los trabajadores y los pobres todavía no asimilan bien eso de la recuperación de esa recesión que modificó fundamentalmente la política en todo el planeta, cargando sobre las espaldas de miles de millones de trabajadores los desfalcos y el acaparamiento de divisas ocultos en Paraísos Fiscales, sufriendo las masas recortes dramáticos en sus niveles de vida.
La bancarrota financiera puso al descubierto la quiebra de las hipotecas “subprime” en EEUU que representaba la crisis estructural del capitalismo. Aquel Tsunami económico se extendió por todo el mundo, desestabilizando los países capitalistas avanzados, a la vez que hundía en la miseria y las guerras a los más pobres, sin que sirviera de mucho la astronómica inyección de unos 20 billones de dólares que los capitalistas tuvieron que gastar en salvar a su Banca de la inminente bancarrota en la que habían entrado de forma abrupta.
Incluso en algunos aspectos, ese hundimiento bursátil y los efectos posteriores, superó las dimensiones de la crisis desatada en 1929, como se demuestra analizando las pérdidas de Wall Street de la semana del 6 al 10 de octubre, que superaron a las del crash de la llamada Semana Negra de Wall Street. La Banca de Inversión empezó a hundirse arrastrada por los impagos de las hipotecas basura, llamado “activos tóxicos” que la burguesía bancaria sabía que era papel fiduciario e incobrable.
Las grandes compañías como Fanni Mae, Citigoup, Merrill Lynch e incluso uno de los bancos más potentes como era el Lemman Brothers se derrumbaron por el efecto del colapso financiero. Aquellos liberales de pacotilla, en contra de sus principios de “liberalismo económico” que habían defendido siempre la no intervención del Estado en la economía, incluso aplicando métodos belicosos violentos para salvar sus intereses, se agarraron al Estado exigiéndoles ayuda para rescatar sus pérdidas.
No era la falta de liquidez, de créditos o de confianza el problema fundamental del estropicio, porque esos factores existen siempre pero aquello era la expresión de una crisis clásica de sobreproducción capitalista. Los estrategas de la burguesía tienden a confundir los efectos con las causas, que nunca logran entender a tiempo, o las ocultan, para no aparecer como los causantes del pinchazo de la burbuja.
Fue tan brusca y profunda la caída del consumo que arrastró al sistema a una terrible recesión con deflación, fenómeno que malograba durante años el tan ansiado repunte y recuperación. Ahora una vez más, suenan “TRUMPhantes” tambores de guerras económicas que podría desembocar antes de 3 a 5 años en otra crisis, que podría ser incluso más profunda que la anterior, si no se toman medidas adecuadas, que no pueden ser las mismas recetas del “liberal/capitalismo” y mucho menos del otro modelo “sin libertad”.
Tras el batacazo, los sectores más interesados e hipócritas de la clase dominante desataron una campaña mundial en la que se anunciaba una “recuperación inminente”, con anuncios permanentes de los “brotes verdes”, que anunciaban cada mes una nueva “primavera”, pero la realidad es que millones de asalariados seguían perdiendo sus puestos de trabajo porque la inversión privada colapsó.
Analicemos someramente las razones de esa parálisis económica. La causa principal es que se llegó a un punto crítico en el que el mercado globalizado, es decir, la “oferta global de bienes” no pudo ser adquirida por la “demanda global”, porque la clase trabajadora, que es la de mayor capacidad de consumo, había venido siendo expoliada y explotada, saqueando la burguesía las plusvalías que genera el asalariado y empujándoles a un endeudamiento que había alcanzado sus límites.
Las viviendas, los coches, el cemento y demás productos no se vendían al mismo ritmo y cerraron el grifo de los créditos porque la Banca no quería arriesgar más ya que los índices de impagos se dispararon. La FBCF (Formación Bruta de Capital Fijo) que es el índice de inversión privada del Capital que representa las inversiones de los futuros puestos de trabajo, cayó en España desde 2008 a 2013 un -41,6% y al inicio de 2016 se situaba en niveles un 27 % por debajo de los alcanzados en 2008. En la U.E. las inversiones FBCF llegaron en 2.013 a unos 2,3 billones €, lo que equivale a un descenso de un -12% respecto a 2008.
Actualmente, sin recuperación de ese índice clave para la creación de empleo los capitalistas de Europa se enfrentan a unas perspectivas muy sombrías. En la Eurozona se está ralentizando el crecimiento de forma alarmante. Italia, Grecia, España y demás países del Sur son un desastre potencial para la U.E. que está dividida y con el euro en dificultades. Las deudas bancarias y públicas son muy altas y se enfrentarían a rescates imposibles. La situación de la deuda en la eurozona es todavía mucho más alta que hace 10 años. El Brexit está en crisis y podría desencadenar en Europa el proteccionismo comercial, empeorado por el aumento del precio del crudo y las materias primas.
Cuando estalle la próxima recesión podría crear problemas graves y la U.E. tendría que procesar con cuidado las relaciones con los países con más dificultades, ya que si continúan con políticas duras de recortes, la radicalización del movimiento obrero podría profundizarse y obligaría a concesiones que harían saltar en pedazos la U.E. o entraríamos en situaciones incluso revolucionarias.
Continuando con el análisis de la crisis de 2007/08, los empresarios se negaban a invertir en puestos de trabajo porque sabían que no podían vender sus productos ya que los stocks estaban abarrotados de mercancías y los futuros compradores se estaban empobreciendo. La utilización de la capacidad productiva instalada se derrumbó de un 80 % a un 64 % en poco tiempo a escala mundial. Los inversores no pedían créditos a la Banca porque sus beneficios se habían derrumbado y las familias no tenían acceso a nuevos créditos porque estaban endeudadas y no podrían pagar; paro, miseria y guerras crecían sin cesar.
Cada ciclo económico capitalista viene acompañado por una burbuja especulativa que provoca una euforia irracional por parte de los inversores que acaba en una crisis cada vez más profunda. Aquella catástrofe produjo la recesión, que quedó anclada en los apalancamientos y se dedicaron a la especulación basada en la ingeniería financiera, que en realidad era el timo de la estampita, como vimos aquí, con las quiebras de las Cajas de Ahorros, las “preferentes” y demás artificios y estafas de esa economía de casino mafioso.
Aquella falsa euforia que vivió la burguesía mundial creó dialécticamente las condiciones para el desastre. El fraude fue colosal. Era una enloquecida dinámica con la espectacular burbuja inmobiliaria que se estaba fraguando sobre una montaña de hipotecas basura, prestamos de apalancamiento, bonos, pagarés y otros productos sin base material.
La lógica del lucro privado les enloquece y niegan la realidad, pero en la actualidad, pueden volver a caer en una nueva burbuja, esta vez, al unísono de los alquileres de viviendas y las hipotecas, promovida por los Fondos Buitres, si no se corta a tiempo con la política nefasta de recortes antisociales que aplicaba el PP que gastó más de 60.000 millones en salvar a corruptos en un rescate nunca reconocido por el expresidente Rajoy.
Siguiendo con el relato histórico, se hizo omnipresente aquel capitalismo ficticio que daba sentido a la aspiración lógica de todo capitalista. Quisieron obtener ganancias del capital sin tener que pasar por la amarga experiencia de invertir en el procedo de producción material, donde la clase trabajadora les amargaba la vida. Aquellos raudales flotantes de billones de divisas se encaramaron encima de la economía real, transformándose dialécticamente en una pesada losa en el momento que se manifestó la crisis de sobreproducción que materialmente les aplastó en su caída.
Aquellos métodos mafiosos que siguen empleando adquirieron una dureza y profundidad muy pronunciada. Los capitalistas andaban muy preocupados intentando evitar la deriva hacia la recesión y se acercaban con terror al precipicio de la depresión. Creyeron haber solucionado el problema, pero está siendo a base de acumular deudas y déficits públicos y privados que serán impagables y lo hacen a costa de crear las condiciones para otra nueva crisis que será más profunda en el próximo periodo, si se mantiene este modelo capitalista de “libre mercado”.
Por eso venimos insistiendo aquellos que nos basamos en el análisis marxista, que el Socialismo ya no es ninguna utopía, sino que en realidad ahora se ha convertido en una imperiosa necesidad para todo el género humano. El sistema capitalista, con sus contradicciones insalvables, sus crisis cíclicas, su incapacidad para planificar el futuro, negando el Cambio Climático, sin resolver los problemas ecológicos y energéticos, con este modelo explotador y opresor y un proceso ascendente de acumulación de riquezas, no tiene futuro.
El 1 % de los más ricos de España concentra tanta riqueza como el 80 % más pobre del país. El modelo que ofrece la derecha PP y C’s que es el mismo que anteriormente aplicó Rajoy y no podría brindar ninguna salida a medio y largo plazo para resolver las cuestiones sociales, medioambientales y migratorias.
Insisto una vez más que hoy más que nunca se nos hace imprescindible a los trabajadores y capas medias empobrecidas por las grandes empresas, continuar la lucha por los cambios profundos necesarios que pongan las bases para transformar las estructuras productivas que permitan la aplicación de un verdadero programa para el Cambio, introduciendo la planificación científica de los recursos productivos.
Para ello es necesario contemplar la expropiación de esos grandes expropiadores, especuladores y corruptos, poniendo los recursos financieros y productivos claves de la economía, al servicio de la clase trabajadora y capas medias empobrecidas, que representamos la abrumadora mayoría de la sociedad. Es conveniente gestionar la economía de forma democrática, solidaria y ética, mediante la creación de una Banca Pública, para conceder créditos a los trabajadores, a los autónomos y potenciando la economía social y cooperativa, ayudando a los trabajadores y pequeños empresarios que representan en conjunto más del 90 % de las fuerzas productivas reales de esta sociedad.
Solo podremos salir de la crisis trabajando todas y todos de forma solidaria, produciendo más, repartiendo con verdadera justicia el fruto del trabajo para conseguir con garantías las mejoras sociales concretas que estamos necesitando. Eso va a requerir romper definitivamente los pactos con el PP y C’s que representan a la negra reacción y plantear claramente una alianza de las izquierdas, política sindical y social, basándonos en la fuerza de la lucha organizada y unida de la clase trabajadora, fortaleciendo a partidos, sindicatos de clase, asociaciones de vecinos, estudiantes, pensionistas y los colectivos en lucha que están dispuestos al Cambio y a construir una sociedad más Justa, Libre y Solidaria, poniendo los intereses de la persona por delante del lucro privado de las mafias que están arrasando el planeta.