Acaba de presentarse la plataforma ciudadana “No Aeropuerto” que luchará por evitar la construcción de una nueva terminal aérea en la Comunidad de Madrid, concretamente en el término municipal de Navalcarnero-El Álamo, transformando un modesto aeródromo situado en la vecina localidad toledana de Casarrubios en una macroestructura para el tráfico aéreo.
Este proyecto lleva sobrevolando los despachos más de una década. Exactamente hace ya 11 años los y las vecinas se unieron para reclamar que no se construyera esta infraestructura, que ya en tiempos de Esperanza Aguirre se planteó como un pelotazo más en la línea de acción habitual de la Condesa de Bornos (otrora Presidenta de la Comunidad de Madrid), como supuso el proyecto de Eurovegas, que por la presión vecinal y la imposibilidad de cambiar leyes ad hoc, no se realizaron.
En esta ocasión, la ciudadanía que entiende que esta infraestructura es innecesaria, vuelve a salir a la calle a mostrar lo que podría suponer la construcción de otro aeropuerto, innecesario según todos los datos, ya que Barajas está actualmente al 75% de su ocupación, lejos de existir una insuficiencia real que justifique la creación de otro espacio aeroportuario.
Parece que no aprendemos del pasado. España cuenta actualmente con 52 aeropuertos, mientras que Alemania sólo tiene 39, con casi el doble de población. Sin embargo, parece que algunos costosos ejemplos -como el del aeropuerto de Castellón- no han provocado el aprendizaje necesario para evitar la creación de infraestructuras innecesarias mientras que otras necesidades más perentorias duermen el sueño de los justos en los cajones de algunos ministerios.
El suroeste de la Comunidad de Madrid necesita otro tipo de infraestructuras e implementaciones muy diferentes a un aeropuerto. Sin ir más lejos la finalización de la Red de Cercanías, abandonada por el Partido Popular después de desfalcar las arcas públicas, dejando esta infraestructura a medio construir. También el desarrollo de planes industriales, la mejora del transporte público, la apuesta por una agricultura de calidad y un largo etcétera de cuestiones pendientes de resolver que sí contribuirían a mejorar la vida de las vecinas y los vecinos en esa parte de nuestra región, evolucionando los municipios y haciéndoles crecer de manera sostenida y razonable.
Además de no existir una necesidad real para la construcción de una infraestructura aeroportuaria en el sur de Madrid, existen problemas importantes derivados de una instalación de este tipo: ruido, en su mayor parte ocasionado por los movimientos de las aeronaves, emisiones que deterioran la calidad del aire en el entorno aeroportuario, degradación de los ecosistemas por su adaptación al uso aeronáutico, contaminación de suelos y de la capa freática por los vertidos de las actividades aeroportuarias y también interferencia con las rutas de aves migratorias en algunos canales de ascenso y aproximación, a lo que habría que añadir también la contribución de este tipo de infraestructuras al calentamiento terrestre por emisión de gases de efecto invernadero. Cabe recordar que en esa zona de la Comunidad de Madrid se ubica el Parque Regional del Curso Medio del Guadarrama, cuya fauna también se vería afectada, sobre todo las aves en sus vías migratorias.
Por todo esto, desde el área de Medio Ambiente de Podemos en la Comunidad de Madrid, rechazamos la construcción de esta infraestructura a todas luces innecesaria y nos situamos junto a los y las vecinas que quieren salvaguardar su entorno natural frente a un nuevo ejercicio de especulación empresarial.