España es un punto estratégico para la economía mundial. Es la cuarta economía de la Eurozona y la quinta de la Unión Europea. Su posición estratégica, de puente entre Europa y Latinoamérica, la hace muy apetecible para que los grandes fondos internacionales pretendan controlarlo todo. Para conseguirlo tuvieron a un aliado muy útil en el Gobierno durante seis años: Luis de Guindos.
La posición estratégica de España, de puente entre Europa y Latinoamérica, la hace muy apetecible para que los grandes fondos internacionales pretendan controlarlo todo
La crisis global tras la caída de Lehman Brothers afectó más a España que a otros países porque su estructura productiva estaba basada en la construcción y en la financiación hipotecaria. Con la excusa de controlar los efectos más duros, De Guindos y su ministerio legislaron de tal forma que debilitaron claramente a las empresas españolas, desde las multinacionales hasta las más pequeñas. La rendición a las políticas austericidas exigidas por la Unión Europea, el FMI o la OCDE hicieron que las sociedades vieran reducido su capacidad de crecimiento en el mercado interno lo que provocaba una reducción de beneficios y, por tanto, de recursos para la inversión. Por ello, era necesaria la entrada de capital extranjero.
En el caso concreto de la gestora de carteras BlackRock, su presencia en el mercado empresarial español es muy importante ya que, además del 6% que ya controla del Santander, dispone del 6% del BBVA, del 4% del Sabadell o del 1% de CaixaBank. Una empresa de este tipo, con el volumen de beneficios que tiene, es muy probable que en el año 2019 se haga también con un importante paquete de acciones de Bankia, incluso que se convierta en el mayor accionista. Por tanto, BlackRock, puede controlar a su antojo a los grandes bancos españoles y, en un momento determinado, provocar la caída de alguno de ellos, Santander incluido, para beneficiar a sus clientes o para aumentar su participación en la entidad compradora, sea española o extranjera. En una comunicación a la Comisión Nacional del Mercado de Valores informó que tenía en su cartera una participación del 2,1% del IBEX35: el 3% de ACS, el 1,2% de Endesa, el 3% de Ferrovial, el 3% de Iberdrola, el 1,2% de Naturgy, el 2,7% de Aena o el 2,5% de Abertis.
Por otro lado, los fondos buitre se están haciendo con los principales sectores productivos de España. En el inmobiliario, aprovechando las estrategias de las entidades bancarias para quitarse el peso del ladrillo, están comprando hoteles, activos logísticos, viviendas e hipotecas. No hay control y han llegado a comprar vivienda pública, como las más de 1.800 que BlackStone adquirió de la Empresa Municipal de la Vivienda de Madrid, algo que provocó un aumento de los alquileres, cambios unilaterales de las condiciones de arrendamiento. Algo similar a lo ocurrido con las viviendas del IVIMA que compró Azora-Goldman Sachs.
Sin embargo, lo más peligroso se está produciendo con empresas que gestionan recursos que son vitales para la vida de las personas. La mayor productora mundial de aceite de oliva está en manos de CVC Capital Partners, una empresa de capital riesgo que funciona del mismo modo que los fondos buitre. Desde de que se hizo con ella, los precios del aceite no han parado de subir. CVC Capital también tiene presencia en sectores como el textil, el energético o el geriátrico.
CVC Capital Partners controla sectores vitales para las personas como el alimenticio, el energético, el textil o las residencias de ancianos
En este sentido, diferentes fondos buitre están en negociaciones para hacerse con el control de algunas de las principales eléctricas españolas, lo que afectará directamente en el precio de la luz, además de aplicar una estrategia de control de las energías renovables.
Como podemos comprobar, los fondos buitre están especulando con aspectos fundamentales para la vida de las personas: vivienda, alimentación, energía o las residencias o centros de día de ancianos. Pero no paran ahí. Ya están entrando en el sector de las apuestas deportivas, en las clínicas dentales, en la sanidad privada, las autopistas quebradas o en el negocio de las farmacias.
Rodrigo Rato afirmó que «es el mercado, amigo». Sin embargo, el gobierno debe frenar que la vida de las personas esté en manos de especuladores que juegan con aspectos que son fundamentales para la supervivencia humana.