Muy bonito que entregue las sacas de las ilusiones de los niños y niñas madrileñas, incluso que le entreguen a quien pidió un “pijama de unicornio”, pero por seguir al frente de la Comunidad de Madrid, que tiene pinta que no será así, ha renunciado s sus supuestos principios liberales. Ángel Garrido ha demostrado ser más falso que las barbas de esos reyes magos que posan con él. Dentro de poco, incluso, se le verá con regocijo en el palco del Bernabéu junto a Florentino Pérez rehusando de su condición de atlético. Alguien que ha luchado tantos años para que el PP no tuviese una calificación de demócrata-cristiano, sino solamente liberal, parece que se entrega a los brazos del neofascismo de Vox. Pues muy liberal no debía ser.
“Los madrileños mantendremos siempre nuestro espíritu navideño y nuestra ilusión, porque sin la magia que impregna estas fechas perderíamos esa parte de nosotros mismos que nos invita a ser mejores durante todo el año” ha dicho en el discurso junto a los reyes magos. Así ha podido hacer acto su españolidad en la tradición de los magos de oriente, pero ha metido de rondón a papá Noel que ni es tradición, ni es de origen español. Es lo que tiene el querer ser más papista que el Papa y a la vez dorar la píldora al Imperio. Lo importante del discurso es que ha hablado de los madrileños como poseedores de un gran corazón, sí. Y de ser antifascistas también. Puede haber demócrata-cristianos, liberales, socialdemócratas, socialistas, comunistas, anarquistas, conservadores, reaccionarios e, incluso, apolíticos, pero si Madrid ha destacado por algo, siempre fue por el rechazo al fascismo en sus diversas formas. Algo que Garrido parece no entender.
Catalogar como centro-derecha a Vox no es sino producto de miedos propios porque no se entiende que alguien liberal tenga esa concepción. Miedo a que el dedazo mágico, mucho más mágico porque provee de un sueldo suculento que el de los magos, de la dirigencia del PP señale a otra persona, por no ser Garrido lo suficiente reaccionario. Así, el actual inquilino de la Casa de Correos ha dejado atrás sus principios ideológicos por algo tan venial como seguir en el sillón. La pena para él es que el casadismo no es que le tenga en muy buena estima en general. Siempre le han considerado un buen técnico pero muy a la izquierda para lo que estilan esos cachorros y cachorras surgidos de las fauces de Nuevas Generaciones. El rojo en el PP es Garrido para esa tropa de reaccionarios. Por tanto hacer ahora malabarismos ideológicos y no sostener su propia ética no tiene porqué generarle seguir al frente de la Comunidad de Madrid.
Aunque viendo cómo pinta el panorama Garrido podría haber levantado la bandera del liberalismo, tan necesaria en España, y haberse enfrentado a la reacción que está instalada en la Ejecutiva Nacional. Habría sido honrado con los valores que siempre ha defendido y, como en el PP siempre tienen un hueco para los damnificados, el cargo para las próximas elecciones lo tendría asegurado. Él hubiese salvado su honra y podría haber dicho, después de la catástrofe que se avecina para el PP, especialmente en Madrid, que tenía razón, que echarse al monte no era necesario en una sociedad moderna, que el liberalismo atrae más que la reacción o el cuñadismo ideológico. Un hombre que es capaz de desesperar a los portavoces de Ciudadanos en Madrid sin necesidad de prostituirse ideológicamente tenía algo ganado. Igual el cielo de los demócrata-cristianos, o el de muchas personas que dentro del PP piensan que a Pablo Casado se le está yendo de las manos la situación. Por eso, por la defensa de la democracia ¡Garrido, no te lo vamos a perdonar jamás!