“De donde no hay no se puede sacar” afirma el dicho español. Algo que se puede aplicar al político nesciente Pablo Casado. Hace unos días, en un alarde de innovación, volvió a inventar la rueda. Una rueda muy bonita, pero que no deja de ser rueda. Es verdad que hace dos días descubrió el fuego y el avance es enorme entre un descubrimiento y otro. Estamos ante uno de los ideólogos de lo nuevo en nuestra sociedad y de sus máximos exponentes. Dentro de nada descubrirá el teléfono inalámbrico verán. Toda esta ironía deriva de las propuestas de modernización de la Administración Pública que ayer explicó el presidente del PP. Lo curioso del caso es que después de la boutades que salieron de su boca, no subiese algún compañero de partido a sacarle a gorrazos del escenario.
Quiere Casado, que además no sabe ni lo que significa como queda patente en su discurso, utilizar la tecnología blockchain en la administración, lo que es lo mismo utilizar una cadena de bloques para encriptar la información y que sea segura la transmisión de la información y, por tanto, las gestiones. Algo que, con otras palabras está utilizando la Administración en España desde hace muchísimo tiempo con la firma electrónica y otros mecanismos. De hecho la mayoría de empresas trabajan de forma electrónica con la administración. Ya no acude casi nadie a una ventanilla para llevar libros de contabilidad. Éstos se envían de forma encriptada a la Administración, por ejemplo. Incluso hay ayuntamientos y comunidades autónomas donde eso también se hace. ¡Oh dios mío!
Hace años el chiste entre los estudiantes de Administración Pública, como Casado no ha estudiado no puede saber esto, se contaba un chiste sobre uno de esos planes magníficos de modernización de la Administración. “Cambiaron el lápiz por el ordenador y ya creían haber modernizado todo” se decía entre carcajadas. Lo mismo le pasa hoy en día a Casado, que ha leído que el blockchain es muy seguro y piensa modernizar la Administración con algo que hace tiempo que se utiliza con otro nombre. Lo peor no es que haya metido la pata sino que da muestras empíricas de su estupidez mental, con el peligro que eso supone para los españoles. Dejar en manos de este tipo cualquier cosa pública, que no sea responsabilidad suya únicamente, es querer que juegue con vidas humanas.
Además de que la Administración pública no se moderniza por utilizar internet, con más o menos seguridad, porque es un problema más de gestión, de procesos, de gobernanza multinivel y otras cosas que no vienen al caso, lo que se esconde realmente en el discurso de Casado es acabar con la administración pública. Durante el gobierno de M. Rajoy se externalizaron un montón de servicios peliagudos y con información comprometedora. Ahora Casado no sólo quiere seguir externalizando y dar el big data más íntimo, que es el que custodia el Estado, a grandes empresas sino que quiere despedir a los funcionarios. Sólo así se entiende que además de lo electrónico quiera examinarlos con la excusa de pagarles más o menos mediante planes de evaluación. Algo que ya se hace en algunas ramas como la educativa. Pero lo que quiere Casado es tener algún tipo de excusa para despedir funcionarios públicos. No miren más allá, ni tiene un afecto romántico a quienes trabajan mucho. Es más, lo que hace es criminalizar a los funcionarios españoles en realidad al sembrar la duda sobre su trabajo. Es tan necio que ni sabe cómo funciona la Administración.