La oenegé Save The Children ha alertado de que cada vez llegan más niños y niñas inmigrantes no acompañados de adultos a las costas españolas. Un informe de la organización que defiende los derechos de los menores muestra su preocupación por la respuesta que ante este fenómeno están ofreciendo las instituciones españolas. Preocupan sobre todo las devoluciones “en caliente”, es decir deportaciones inmediatas de menores que según los convenios y tratados internacionales están prohibidas porque los niños deben ser obligatoriamente acogidos.
El Estado español, con la nueva Ley de Seguridad Ciudadana, legalizó este tipo de actuaciones policiales. Cabe destacar que en contra de esta ley fueron admitidos dos recursos de inconstitucionalidad, mientras que diversos organismos nacionales e internacionales se han mostrado en contra de ciertos artículos. Además, el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas ha manifestado su preocupación por las “expulsiones en caliente” que se están produciendo en los últimos años en la frontera de Ceuta y Melilla.
Hace menos de una semana, Naciones Unidas condenaba a España por deportar a un niño, D.D, de 15 años, que saltó solo la valla de Melilla para pasar a España. Según informó la Cadena Ser, los guardias civiles que lo bajaron de la valla, tras varias horas encaramado a la verja, se limitaron a esposarlo y a “expulsarlo sumariamente”, en contra de numerosos artículos de la Convención sobre los Derechos del Niño.
En su informe Los más solos, Save de Children denuncia los fallos en el sistema de acogida, protección e integración de los menores y adolescentes migrantes que llegan solos a nuestro país. En 2017 fueron localizados 2.177 menores que arribaron a suelo español, por vía marítima, sin adultos que los acompañaran. Casi cuatro veces más que en 2016. Ese año abandonaron los servicios de protección y figuran “en fuga” 825 menores –770 niños y 55 niñas–, de los que se ignora su paradero actual.
Este tipo de devoluciones en caliente de personas que logran traspasar la frontera sur española son ilegales y vulneran el principio de no devolución en las fronteras estatales de vuelta al país de tránsito u origen, especialmente en aquellos países cuya migración es especialmente masiva. Además constituyen una violación de los derechos fundamentales contenidos en los tratados internacionales sobre derechos humanos y han sido denunciados por el comisario europeo y llevados al Tribunal Europeo de Estrasburgo.
“En el caso que nos ocupa, debemos destacar que la expulsión de facto y sin identificar de las personas que se encuentran en las vallas fronterizas que separan Ceuta y Melilla de Marruecos impide identificar posibles casos de menores no acompañados (Menas). Por tanto, denunciamos la gravedad de los casos en los que se produce una devolución en caliente de un menor, no solamente porque se trata de un acto ilegal que no respeta las leyes nacionales e internacionales y vulnera los derechos humanos, sino porque se trata de un acto violento, dada la brusquedad con la que se realiza”.
Save The Children recuerda que en las últimas recomendaciones del Comité de Derechos del Niño de Naciones Unidas se insta al Gobierno a que garantice el principio de no devolución de los niños y niñas que llegan a los puestos fronterizos. Para ello, deben terminar las prácticas de rechazo en frontera o devoluciones en caliente y debe asegurarse el acceso al sistema de protección de los menores que lo necesitan.
Es necesario proporcionar un acceso seguro al territorio, y en particular establecer protocolos claros de intervención que respondan de manera individualizada a las necesidades de cada persona. Save de Children refleja en su informe que “los menores nos han contado, desde su experiencia, en qué momentos de la intervención dejamos de escuchar sus necesidades, cuáles son las medidas e instituciones involucradas que hacen que quieran abandonar el recurso de protección que les han asignado o mentir sobre su edad para no tener que interrumpir su viaje hacia una meta a la que no les estamos impulsando”.
Los psicólogos que han atenido a estos niños que en ocasiones llegan en pateras, en barcos o incluso escondidos en los fondos de los camiones, han detectado la “curiosidad que estos jóvenes sienten hacia un mundo ideal”, el europeo, que solamente conocen por la televisión. También han mostrado su miedo a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, la soledad que sienten en los centros de protección saturados y la esperanza en el encuentro con profesionales dedicados.