Visto lo visto, era normal que la búsqueda de algo simbólico acabase en Asturias. Pablo Casado, quien de Historia de España anda menos que justo, ha acudido al Principado (pues así se llama) a hacerse una foto con la Cruz de la Victoria y rememorar a Don Pelayo. Lástima que la cruz sea del siglo X (encargado por Alfonso III, el magno) y dentro no esté la supuesta cruz que utilizó el rey astur. Pero estas cosas de la Historia le dan lo mismo a Casado. Él quiere ser la reencarnación de Don Pelayo y ya está. Quiere reconquistar España, aunque igual le ocurre como a Favila y se le come el oso antes. Eso sí, la cruz católica de persecución al hereje sí que la tiene, por ello todo lo que dice es reaccionario.
“Vamos a empezar la reconquista de España, la de un gobierno sensato que defienda la unidad nacional, la creación de empleo y la preservación del Estado del Bienestar” ha dicho mientras se quedaba extasiado frente a la cruz. En el arrobamiento ha tenido la visión de que él es el elegido para crear empleo y preservar el Estado de bienestar. La tontería de la unidad nacional, porque es una tontería ya que hasta el momento España sigue igual que hace 100 años, como poco, ya se da por descontada. Es un místico de la reacción y del nacionalismo casposo, retrógrado y fascista. Por ello dice esas cosas en Asturias, por el mito nacional de la reconquista. No había nación antes y no la hubo después hasta 1812. España no era nación y si los aristócratas se lanzaron contra los musulmanes era por una guerra de religión. De hecho luchar en tierras hispanas contaba como su fuera la cruzada. Así que realmente en lo que está Casado es en una cruzada por una España católica y neoliberal. Doble sumisión de los españoles.
Y claro como eso ya no cuela tiene que meter la creación de empleo y el Estado de bienestar. Transfigurado en Asturias ahora quiere, mediante la espada de la mentira, que es la que blande continuamente, tomar España bajo su mando y volver al empleo precario (que es lo que sabe hacer el PP) y la privatización de lo público. Algo que nos viene costando a los sufridos españoles que están bajo gobiernos del PP cerca de un 200% más que si fuese gestionado desde la Administración. Hospitales que cuestan 100 millones con dirigentes del PSOE, con los del PP cuestan 300. Pero eso son minucias para Casado, pues al final siempre dice con esa falsa sonrisa de trilero que “”al menos se hacen”. El discurso del PP en este sentido sólo puede ser entendido como engañabobos.
Porque, como bien demuestra con su misticismo astur y sus mentiras, la realidad es que Casado viene a parar la inminente crisis financiera. Las grandes corporaciones están tiesas y él llega a destruir el Estado de bienestar y poner el dinero de todas y todos en el bolsillo de la clase dominante. Y todo ello recubierto de una moral que va desde el individualismo darwinista para los suyos y el moralismo para los demás. O lo que es lo mismo, sus amigos de clase pueden hacer lo que quieran y explotar a los trabajadores, pero éstos no sólo no han de protestar sino estar agradecidos porque tienen algún ingreso, porque dios proveerá, porque son inferiores, porque España está unida y eso tiene un coste. La reacción en estado puro. Y si alguien protesta, ley mordaza y para el trullo.
La nación de Casado, es la del precariado, la de los dependientes desatentidos, la de los bolsillos llenos de sus amigos los grandes empresarios, la de la corrupción, la de la mordaza, la de la tristeza, pero con banderita de 2,50 euros fabricada en China. La nación de Casado es aquella que, como bien se puede comprobar con tan regias imágenes, tiene súbditos, no ciudadanos. Tiene paganinis sin derechos. Tiene mujeres maltratadas y señaladas. Tiene misa de 12 con incensario y en latín. Es una nación triste y monocorde entregada a la rapiña del capitalismo imperial. Es la España de los gobernantes ignaros y sinsorgos. Justo volver a una España de mediados del siglo XX, que es la que realmente gusta a Casado. Aunque estando en Asturias igual quiere volver al siglo VIII y así poder esclavizar por ley a las personas. La nación de Casado es la no-nación del resto de españoles. Aunque mejor que preocuparse de una comunidad inventada como es una nación, lo haga de las personas que están debajo de esa engañifa. Está acongojado con los neofascistas y se tiene que inventar estas cosas el pobre hombre de la mueca triste.