¡Por fin había logrado llenar un auditorio el presidente de Ciudadanos! Albert Rivera estaba feliz, henchido al ver a tanta gente desde hace mucho tiempo, y la tiene que fastidiar con el eslogan pensado para las elecciones generales del 28 de abril. “¡Vamos!” es la palabra elegida, el significante con el que captar la atención de las masas y guiarlas hacia el voto naranja en la urna. Pero, como les pasa últimamente en la formación naranja, parece que lo hayan elegido mientras tomaban un cubata en la barra de cualquier bar y haciendo gala del cuñadismo máximo. “¡Vamos!” un significante que ya está vacío antes de ponerse en uso. Y ¡qué decir de la foto!
El eslogan parece similar al elegido por el PSOE, que en las cabezas de los que lo han pensado parecía justo lo contrario de lo que las personas normales acaban entendiendo. Ha querido dar ejemplo Rivera y utilizarlo en ciertas frases como “vamos a cambiar el gobierno de Sánchez y sus socios por un gobierno que se parezca más a España, porque yo creo en España”. El problema es que esa España parece no entender. Puede ser también “¡Vamos ya!”, “¡Vamos a la mierda!”, “¡Vamos a pegar a alguien!”, o simplemente recordar a dos cuñadistas en la barra de un bar que se retan a cualquier estupidez cuñada: “¿A que no te atreves? Vamos, sujétame el cubata”. Y si se escucha la última arenga del mitin se hace más evidente ese sesgo cuñadista: “¡Vamos a votar, vamos a por todas, vamos ciudadanos, vamos España!”.
Un partido que ha hecho del cuñadismo ideológico su arma de combate, todo hay que reconocerlo, no podía elegir un eslogan que no se nutriese de esa doctrina política. Los cuñados de la política española tienen que utilizar un eslogan cuñado a más no poder. En este sentido encajan todas las piezas, el problema es que ese eslogan se vuelva contra quien lo presenta y le empiecen a hacer burla diciendo, por ejemplo, “Decimos que no pero Vamos a pactar con el PSOE”. El eslogan no es importante en sí, pero puede estropearte toda una campaña como elijas mal. Está bien ese sentido voluntarista del eslogan pero nada dice sobre España, sobre las preocupaciones o las aspiraciones de la ciudadanía. Es una arenga sin más o un acto de volición, pero a cualquier español le deja frío.
“Vamos ¿a dónde?” se preguntarán muchas personas sin encontrar respuesta. “¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos?” son preguntas que cualquier ser humano se puede hacer en un momento de trascendencia de los meros actos cotidianos. Se pueden encontrar respuestas como las ofrecidas por Siniestro Total o se puede caer en la más absoluta nada con el eslogan de Ciudadanos. Si no se dice el camino a recorrer la verdad es que “Vamos” es cuñadismo de bar, es la nada, es el hacer por hacer por hacer y, lo que es más peligroso para un país, es un camino sin rumbo. Rivera con este eslogan no afirma, aunque no se haya dado cuenta, que nos lleva sí pero sin rumbo y sin sentido. Igual Villegas y Girauta que igual se quedan sin escaño le encuentran utilidad al eslogan y puedan llegar a afirmar que “Vamos, sí, los dos a la calle”.
Y la imagen de Rivera en el cartel de presentación con esa postura medio de lado, caminando con una cara seria y circunspecta, pues tampoco ayuda. Parecer que viene a darnos una colleja. Un cartel con un Rivera chulo a más no poder, al que sólo le hace falta la cartuchera con un Remington 1858 y un cigarro en la boca. El poncho no que eso sólo es para Eastwood haciendo el papel del “sin nombre”. Aunque con un chaleco floreado de tahúr del Mississippi tampoco se vería mal. Una foto que transforma el “¡Vamos!” en “¡Vamos a huir de este tipo!”. Una imagen que se podían haber trabajado un poco más con el fondo demasiado borroso. Parece que han puesto a algún cuñado de esos que dicen: “Esto está chupado, te lo hago yo con el fotochós”. ¿De verdad que no hay cuatro personas capaces en Ciudadanos para decir que es un horror todo? Lo decimos porque anda que no dicen haber expertos y expertas en marketing en la formación naranja, lo que da que pensar que eligen a los peores para la política. ¿Marcos de Quinto no lo ha visto?