A veces en la política, como en la vida misma, una circunstancia imprevisible te puede situar en una encrucijada diabólica, en la que decidas lo que decidas te va a traer problemas y alguno de ellos te puede llevar a tu propia destrucción.
Éste es el caso que según todos los indicios puede llegar a sufrir el PSN-PSOE en las elecciones autonómicas del próximo domingo 26 de Mayo.
Ha pasado su cruel tránsito por el desierto y cuando ya se veía con todo a favor para poder llegar de nuevo a un gobierno, que no ha pisado desde 1991 excepto un breve paréntesis de un año en 1995, que culminó en la dimisión de Javier Otano por las famosas cuentas en Suiza, la sorpresiva aparición de VOX le puede situar en el dilema más importante de su reciente historia.
Según todas las encuestas, las próximas de medios de comunicación y las lejanas del CIS, las elecciones del domingo pueden traer para Navarra y para el PSOE un escenario diabólico.
La atípica unión de las derechas regionales y nacionales han creado unas expectativas que la irrupción, en Navarra también, de un VOX al alza puede quebrar y por tanto los planes que algunos habían diseñado para reeditar las anteriores colaboraciones UPN-PSN que el cuatripartito rompió en mil pedazos, se pueden venir abajo.
Resulta evidente, todas las encuestas así lo indican, que en estas elecciones esa novedosa experiencia de colaboración no va a poder tener la mayoría absoluta exigida. La crisis profunda de una de sus patas, Podemos, que sujetaba esa poderosa mesa se ha ido debilitando en estos cuatro años y esa caída arrastra tras de sí a todo el gobierno actual.
Por otro lado el pacto UPN-PP-Cs sitúa al PSN-PSOE en una situación muy incómoda, especialmente después de la campaña de las generales con la crispación entre Casado, Rivera frente a Sánchez. Además la posición beligerante de ambos, en especial Cs, contra el régimen fiscal navarro incrementa esa incomodidad hasta límites insoportables.
Si a eso le sumamos la posibilidad, cada vez más real, que la suma no les dé y necesiten a VOX para alcanzar esa mayoría absoluta, parecería alejar de manera definitiva ese gobierno.
Pero es que incluso en el caso de que la ambición de María Chivite y sus colaboradores les llevara a la locura de intentarlo, Pedro Sánchez y el PSOE lo impedirían. Paradójicamente se podría dar el “agostazo” de 2007 y el “marzazo” de 2014, que evitaron un gobierno alternativo al de UPN con la colaboración anti natura del PSN, pero justo al revés. Qué vueltas da la vida.
¿En esa diabólica circunstancia qué va a hacer entonces el PSN de María Chivite y el PSOE de Pedro Sánchez?
Porque tampoco la otra posible salida de que sea la lista más votada del sector progresista y que pudiera liderar con apoyos por activa o pasiva de Geroa Bai, Podemos e Izquierda-Ezkerra parece viable.
En esta orilla de ese río de aguas turbulentas en el que amenaza convertirse la constitución de un nuevo gobierno en Navarra, la suma de Bildu resulta imprescindible.
¿Qué hará entonces el PSN y el PSOE en esta encrucijada? ¿Qué camino seguirá, el de las fuerzas de izquierdas y progresistas o nuevamente el de la derecha esta vez con mayores dificultades de ser entendido por su electorado? ¿Qué interesará más al PSOE a la vista del tablero político estatal?
Navarra es una comunidad pequeña pero importante desde el punto de vista geopolítico. Si Pedro Sánchez decide como le piden algunos de los más cercanos, especialmente del grupo que generó el “Espíritu del Ateneo” que le empujó al poder, trabajar esta legislatura en la solución definitiva de las viejas tensiones centro-periferia heredadas de la Transición, Navarra puede ser una pista de lanzamiento ideal, un lugar para el experimento.
Con un PSN-PSOE o bien liderando su gobierno o bien apoyando el de Uxue Barkos incluso desde dentro, apoyados por Podemos, I-E y Bildu. Sí, sí Bildu, con el que ya existen experiencias de colaboración incluso en momentos mucho más difíciles y cuyo voto acaba de propiciar que se aprobaran las medidas del gobierno Sánchez en la Diputación Permanente del Congreso.
No quedan tan lejanos aquellos episodios como el intento de que Bildu (entonces Herri Batasuna) permitiera el gobierno de Urralburu, antes que lo hiciera con Baldúz como Alcalde de Pamplona, o la reunión desarrollada en la sede del Paseo Sarasate por Juan José Lizarbe y su ejecutiva con una delegación de EH liderada por Pernando Barrena.
Todo está abierto de cara a esta cita electoral, pero este PSN-PSOE en su encrucijada actual no debería olvidar que una parte importante de los votantes que le van a apoyar, lo hacen para que en ningún caso pacte con ese conglomerado de siglas de la derecha, especialmente si además necesitara a VOX.
Si vuelve a traicionar a esa masa enorme de apoyos podría perderlos como en 2007 y 2014 y nuevamente tener que recorrer su penitencia por el desierto. A veces las peores pesadillas del pasado vuelven si repites los mismos errores.
Veremos……