Entramos en la recta final de la campaña electoral para la cita que tenemos con las urnas el 26-M y quiero invitar a las personas que lean este artículo a que reflexionemos sobre si merece la pena acudir a votar u optar por ejercer el legítimo derecho a abstenerse.
El desarrollo de la ciencia, la técnica, las nuevas tecnologías, junto a la robótica y demás adelantos, están produciendo una concentración de los capitales y una tremenda desigualdad creciente de las masas, con paro crónico, miseria, pobreza y amargura que sufren los sectores menos favorecidos de esta sociedad.
El aumento de la producción y el empobrecimiento de amplias capas de la ciudadanía, sobre todo la clase obrera mal pagada, aunque también una creciente clase media pauperizada por la larga recesión, está llevando a una elevación de la conciencia de clase de las masas, con una radicalización a derecha e izquierda, que son sin duda alguna, las condiciones previas del avance en la búsqueda del socialismo.
Esos procesos tienen lugar simultánea y dialécticamente y no solo empujan e impulsan mutuamente la lucha entre las clases sociales, entre capitalistas que poseen los medos de producción y la clase trabajadora que depende de su salario, sino que cada uno de esos procesos se realizan a un nivel cada vez más alto.
La concentración de la producción que resulta de las leyes feroces de la competencia, con la tensión mundial por la política del “nacionalismo económico” de Trump, enfrentado al resto de las potencias mundiales, supone una tendencia interna a los monopolios y a su vez una guerra comercial, que cuando se empiecen a notar sus efectos podríamos ver una proletarización y radicalización de la población que sufrirán las consecuencias, pues se perderían muchos puestos de trabajo.
El proceso molecular de toma de conciencia de la clase trabajadora se expresa dialécticamente y actúa a saltos como las mareas, con flujos y reflujos, unas veces de forma calma y otras con un ímpetu irresistible, pero el movimiento subterráneo nunca se detiene, como tampoco lo hace el oleaje del mar.
Debido a la experiencia de la lucha diaria y a los esfuerzos de las direcciones de las organizaciones sindicales, sociales y partidarias (unas por espolear las luchas y otras por frenarlas), analizando esos procesos vemos que la mayoría aplastante de la población tiene que decidir ante una creciente cantidad de partidos con una brutal atomización, que compiten por obtener su sillón el 26 de mayo, bien en las Municipales, CCAA o buscando un asiento en el Parlamento de Europa.
Consustancialmente a esos procesos que representan las condiciones previas para la lucha por el socialismo por parte de las izquierdas y asimismo las acciones, presiones y luchas de las derechas para retroceder, como claramente dicen los representantes de PP, C’s y Vox, planteando con descaro volver hacia la reacción franquista, hablando sin tapujos de sus “ideas falangistas joseantonianas”, cómplices del franquismo, por lo cual, las contradicciones siguen aumentando entre los dos bloques, el Azul y el Rojo, distorsionado a su vez por el conflicto territorial, enconado en Cataluña con la negativa de ERC de no haber facilitado que ICETA (PSC) pudiese presidir el Senado.
El conflicto catalán que se inició impulsado por la pequeña burguesía catalanista, contra la burguesía españolista, ahora está tomando un claro derrotero en líneas de clase, pues ERC ha vencido claramente a JxCat y a su vez infligiendo un severo castigo a las fuerzas españolistas de Vox, C’s y PP, que representan a la reacción franquista, causas por las que los CDR, la CUP y otros grupos siguen creciendo en su lucha por la república.
La batalla de la clase trabajadora contra la burguesía y viceversa, tiene su propia lógica, tanto aquí como en el resto del mundo, y se agudiza más y más, sobre todo cuando los “problemas políticos” se han “judicializado”, como hizo Rajoy con el independentismo, pero ahora se entiende la gravedad de la cuestión que desembocará en una salida negociada o degenerará en violencia de verdad y no en eso de lo que se acusa a un pueblo que quiso votar de forma pacífica.
Los votantes, tanto en Cataluña como en Andalucía y el resto del Estado, han empezado a recapacitar según demostraron los resultados de las votaciones del 28-A, con el empuje que experimentó la izquierda avanzando tanto PSOE como ERC (Ambos socialdemócratas), fuerzas que podrían continuar movilizándose y creciendo, para ejercer el voto en esa línea el 26-M, que significaría la claridad, la sensatez y el deseo de buscar una salida pacífica, para lo cual, debiéramos distinguir claramente cuál de los dos bloques en litigio, (el Azul o el Rojo), va a recibir una mayoría suficiente para canalizar la salida hacia la paz buscando resolver el conflicto mediante el diálogo o podría derivar hacia la violencia, que es lo que el votante decente tiene que discernir.
Ni que decir tiene, que incluso en esta semidemocracia imperfecta que deja mucho que desear y que sigue padeciendo la población trabajadora, pues vemos cómo algunos de los derechos sociales que se contemplan en la C.E. nunca se cumplen, mientras que los que afectan a la burguesía capitalista siempre se anteponen a las necesidades del pueblo, anomalías que deben subsanarse democráticamente lo antes posible.
Por tanto, tendrán que seguir siendo reivindicados cada vez con más fuerza, dado que la conciencia política se apoya en la fortaleza de las izquierdas, que es cada vez más numerosa, si nos movilizamos en las urnas y en la lucha social por nuestros derechos y no crece la abstención, que aunque legítima y representante de un cierto rechazo a la situación política, favorecería a las derechas pues éstas siempre van a ejercer el voto a su favor.
Las condiciones previas para avanzar al socialismo están ya dadas desde hace tiempo, desde el fortalecimiento de la división del trabajo social con la Revolución Burguesa que derrotó a los artesanos, cuando los Liberales eran Revolucionarios y vencieron al absolutismo, pero no ahora, que dialécticamente, se han convertido en reaccionarios y van juntos tanto los autodenominados Liberales, Conservadores o partidarios de la Dictadura.
La Historia enseña que las clases dominantes actuales derrotaron a los artesanos y lo reemplazaron por la producción mecanizada de fábricas con la industrialización, asimismo en la agricultura, en el comercio, etc. haciendo crecer la economía y, de esa forma, la gran empresa se hizo cada vez más potente, más lucrativa, más explotadora y a su vez produjo “la socialización del trabajo asalariado”, pero ahora, la concentración brutal de las fuerzas productivas y las fronteras nacionales, se han convertido, dialécticamente en su contrario, representando un freno que impiden el desarrollo de la economía social, produciendo paro, desigualdad y miseria, que necesitan un cambio en el modelo actual y que solamente las fuerzas de izquierdas, en lucha de forma conjunta podrían ofrecer una salida a la situación actual.
Un cambio de modelo de sociedad es más necesario y posible que nunca, en base a la lucha por el socialismo y una democracia sana, porque con la fuerza potencial que tiene la clase trabajadora, movilizándonos y marchando hacia una mejor organización y unidad, defendiendo un programa socialista, combatiendo la corrupción y aplicando un proyecto a favor de un objetivo ético para construir entre todas y todos un mundo mejor, el cambio de sociedad sería posible en base a la democracia social participativa y la planificación científica de las principales palancas de la economía que deberían ser democratizadas y socializadas al servicio de la sociedad y el bien común.
La movilización en pro de una democracia sana es urgente y para ello necesitamos continuar la construcción de un movimiento de izquierdas, audaz, democrático y masivo pues esa es la tarea por la que merece la pena seguir luchando, exigiendo como clase trabajadora un grado mayor de participación activa, en las urnas con el voto, pero igualmente en las calles y plazas, defendiendo nuestros Derechos cuando se nos quieren arrebatar, empujando para avanzar hacia la Igualdad.
Tenemos ejemplos de luchas masivas y constantes, como los pensionistas en Bilbao y otras zonas, que llevan meses en la batalla, el movimiento feminista que sigue creciendo, el ecologismo que está aglutinando cada vez más fuerza así como otros muchos movimientos sociales, sindicales y sectores en lucha, para frenar al fascismo rampante que está emergiendo en toda Europa y que debemos derrotar como clase trabajadora antes de que sea demasiado tarde.
Es urgente continuar reconstruyendo las fuerzas de las izquierdas para batir a la reacción, que quiere volver hacia atrás la rueda de la historia, llevándonos a posiciones de represión, opresión y falta de libertades y derechos, propios de la Dictadura, que es lo que está en juego.
Hay que votar a las izquierdas para frenarles y evitar la involución que podría representar que ganasen las derechas del “Trifachito”, cuya política representaría la continuación de las aplicadas por Rajoy de recortes, austeridad y ataques sociales a la clase trabajadora, así como continuar con la corrupción que es lo que desarrolló el PP, ahora acompañados por sus socios C’s y la ultraderecha de Vox, que se declaran partidarios de la ideología falangista “joseantoniana”, inspiradora y colaboradora del Golpe de Franco, haciendo permanente apología del golpismo y hablando de “Reconquista” y otras veleidades reaccionarias.
Toda persona que se considere demócrata no debiera faltar el 26-M a la cita con las urnas porque significa mucho lo que nos jugamos. El triunfo de ese “Trío Reaccionario” pudiese afectar negativamente al futuro de la clase trabajadora perjudicando a los sectores más empobrecidos de la sociedad a los que el socialismo defiende.
Para concluir, es un deber de toda persona decente buscar el camino del progreso que a veces se presenta sinuoso debido a la debilidad del factor subjetivo, necesitando Gobiernos de Izquierdas fuertes y coordinados, tanto en el Estado entre PSOE, Unidas Podemos y otras fuerzas, como en Ayuntamientos, CCAA y en Europa, que es un ingrediente vital para el avance de las fuerzas sociales con el objetivo de defender un programa, una estrategia y una táctica adecuadas, basado en un método ético y democrático, que aseguren la victoria de las izquierdas el próximo 26 de Mayo.