La jugada que ha pensado el carmalengo monclovita y que debía ejecutar José Manuel Franco es poco factible. Pareciera que no conoce a quienes han sido sus adversarios políticos durante cuatro años en la Asamblea de Madrid. Ahora que él ha marchado al altillo de la Cortes parece olvidar que Ignacio Aguado no sólo es un firme defensor de todas las cosas que se le ocurren a Albert Rivera sino que es capaz de superarle por la derecha. Criado en el odio a todo lo que huela a izquierda sabe que, por mucha vicepresidencia que le ofrezcan (lo que también le darán en el PP), no puede permitir que la izquierda gobierne. Y más pactando con populistas como el errejonismo.
Un error de Franco que, salvo que el establishment madrileño no lo remedie, que no lo hará, le ha servido para esquivar la crítica interna y la asunción de responsabilidades, algo que ya avisó nuestra compañera Amalia Yebra esta semana. Pensar, como han hecho en el PSOE de Madrid, alentados desde Moncloa sin duda, que Ciudadanos podría entregar la Comunidad al PSOE más sanchista de los posibles en Madrid es cuando menos ingenuo. Más cuando a Aguado juntarse con los neofascistas no le importa mucho, más bien nada. Podrá decir que informarán en reunión sobre las conversaciones y negociaciones, pero tragará con todo lo que quieran. Antes que hundir al PP está hundir a la izquierda, mucho más cuando Ángel Gabilondo ha salido debilitado de las elecciones (ha sido incapaz de ganar un solo escaño). Aguado no se juntará, por activa o por pasiva con los errejonistas, que en su mayoría son los mismos que estaban hace un mes en la Asamblea dentro de Podemos.
Aguado, que es una de las patas de la clase dominante en la Asamblea de Madrid, prefiere juntarse con las gentes de la derecha excesiva (un eufemismo que llegará a utilizar), con los camisas pardas del establishment, antes que con Gabilondo y todos los que van en su lista. De hecho ha confirmado ya que están hablando con el PP (David Pérez y Ana Camins) para definir las “líneas estratégicas para la Comunidad de Madrid”. Dice que no aceptará a Vox en el gobierno junto a la formación naranja, pero ya se hicieron una foto en Colón y en Andalucía los neofascistas les marcan el paso. Hoy dice muchas cosas pero mañana, propio del cuñadismo inilustrado, se abrazará con quien haga falta mientras sea de la misma derecha que él. Porque Aguado no es liberal, es anarcocapitalista aunque le toque aparentar.
Una vez que han visto que ya no hay posibilidad de superar al PP se entregarán a la causa, o lo que es lo mismo, se entregarán a ejecutar todas las políticas públicas que beneficien a la clase dominante, incluida la iglesia católica (dirán que por presiones de Vox). El programa de Ciudadanos es incluso más de derechas que el del PP si se ponen a analizarlo. Igual Aguado no parece tan rancio como las gentes del PP, pero por muy derecha-Pop que intenten vender, es derecha entregada al poder económico. Y como los neofascistas sólo se distinguen por ser iliberales en lo político y ultracatólicos en lo moral no hay problema para hacer y deshacer en favor de esos empresarios que tan mal lo han pasado sin grandes obras.
Sólo en la cabeza de los mandamases del PSOE de Madrid (y alguno en Moncloa) cabía la esperanza de conseguir cambiar a Aguado de bando. “El señor Gabilondo es uno más de los que no se atreven a decir nada contra Sánchez demostrando que apuesta por ese modelo de políticas [de acuerdos con secesionistas y Bildu]” ha dicho Aguado dejando claro que son consciente de que la cúpula del PSOE de Madrid es sanchista y Ciudadanos se posiciona contra el sanchismo que destruye España. Y, como Aguado no es tonto, ha dejado claro que Íñigo Errejón, por muy guay que parezca, no deja de ser un radical populista. Y como la oferta es la misma en cargos pero en Ciudadanos se sienten más cómodos con el PP por una cuestión de clase (algo que al menos deberían haber pensado en el PSOE), pactará con el PP.
Lo curioso es que algo de primero de Asamblea de Madrid (siempre que ha habido algo en favor del establishment o de aspectos lesivos para las clases populares, Ciudadanos ha votado junto al PP) no lo hayan sabido ver en la calle Buen Suceso. Normal que no lo hayan visto en Moncloa el camarlengo y sus muchachos, pero Franco y sus huestes lo sabían y han debido pensar que igual colaba. De esa forma el golpazo electoral de Gabilondo y Pepu, que son responsabilidad de la ejecutiva regional, quedaba difuso por una ilusión que era más utópica que la conquista del socialismo por medios reformistas. Aguado se echará en brazos de los neofascistas porque están todos ahí para apuntalar las políticas neoliberales y el poder de la clase dominante. El resto puro humo.