Nos vendían que este nuevo movimiento iba a ser completamente distinto, que iba a ser una especie de Arcadia feliz donde el núcleo irradiador iba a ser colectivo, donde los vestigios de la vieja política del centralismo democrático de reminiscencias comunistas daría paso a la alegría de la democracia real y no han pasado ni quince días desde su salto a la política estatal cuando ya tienen las primeras bajas. Y no bajas de cualquier persona que se apuntó en un pueblo perdido que hoy está enfadado, sino de la persona que era la número dos de las recientes listas a la Asamblea de Madrid, Clara Serra.
Mediante un duro comunicado, la exdiputada ha sido trasparente en los porqués de su marcha de Más País. Más allá de haber situado en primer lugar el enfrentamiento contra Ada Colau, que visto lo que significan los comunes en el ámbito de la izquierda era casi mejor, lo interesante es lo que viene a continuación. La rapiña existente por tener el cargo más fardón y la dedocracia que impide a las mujeres ostentar cargos visibles de representación.
Íñigo Errejón ha dejado su cargo de portavoz y no ha situado en su lugar a la número dos de la lista, la mujer que hizo gran parte de la campaña a su lado y quien ya se había desempeñado en ese mismo cargo durante la última etapa de la anterior legislatura cuando era de Podemos. Y antes que ella estuvo Lorena Ruiz-Huerta, quien fue defenestrada por el errejonismo perdiendo a una magnífica portavoz. Tampoco ha situado en ese puesto a una mujer sino a uno de los fieles a su persona. La fidelidad, al final, antes que la visibilidad de la mujer denuncia Serra en su despedida: “Si algo hemos aprendido con claridad las mujeres feministas estos años es que es precisamente el hecho de estar desprovistos de una sólida organización y estar atrapados en la informalidad lo que primero expulsa a las mujeres. Sin formalidad y organicidad las feministas no tenemos siquiera las condiciones materiales para ponernos a trabajar y a corregir las desigualdades de nuestra organización”. Destrucción del feminismo de Más País en un párrafo y dos minutos.
La parte más truculenta del texto que ha colgado en su página de Facebook se refiere a lo orgánico: “Si algo hemos aprendido de nuestros errores es que en nombre de las prisas hemos dejado siempre en un segundo plano la construcción lenta y cuidadosa de la organización. Si algo hemos aprendido estos años es que la verticalidad y la falta de estructuras que acompañan a los hiperliderazgos dejan a las organizaciones sin los suficientes contrapesos. Hace falta hacer lo contrario de lo que hicimos cuando nos equivocamos: hace falta dejar de convertir las primarias en un trámite de cara a la galería, hace falta dejar de utilizar a la militancia solo para los refrendos de decisiones ya tomadas […] hace falta habilitar espacios de deliberación donde se incluya y se normalice la crítica y el disenso y hace falta dejar atrás la nociva cultura del enemigo interno consistente en estigmatizar al que tiene una voz diferente”. En resumidas cuentas que salió huyendo de la guerra fratricida para entrar en el apuñalamiento constante.
La dinámica de crecimiento de aparatos que chocan (en la que participamos todos) en lugar de desarrollar una organización democrática para el cambio en España solo generó y va a generar desgarro y derrota.
Me apena la marcha de @Clara_Serra_. Ojalá se pueda volver a empezar.
— Ramón Espinar (@RamonEspinar) October 7, 2019
No es nuevo que, desde el primer minuto, tuvo encontronazos varios con Tania Sánchez (conocida en la izquierda por destrozar IU Madrid, por destrozar Podemos, y por destrozar Más País) y con personas que, al llegar al cargo, se han transformado en depredadores. Más si cabe al haber listas a nivel estatal. Que la vida en una institución regional opaca mucho la pretendida lucidez que venden algunas personas de su propio ser. Cuchilladas al amanecer como algo normal porque llevan haciéndolo años desde que estaban muchas de esas personas en IU. La política como forma de vida pasando por encima de quien sea. Algo que es innato a todos los partidos políticos. Y con esto no ha podido Serra, como bien indica en su carta, y ha querido apuntillar Ramón Espinar pues los conoce perfectamente. ¿Que hay un poco de envidia por no haber sido la elegida? Es posible pero cuando no se es leal a muchas personas para salir de donde estabas y los que antes creías compañeros hoy los ves con la sangre brotando por los ojos pues acabas abochornada.
La misiva de Serra deja bien claro lo que es Más País y que sólo está al servicio de unos pocos que son fieles al dirigente máximo. Sin necesidad de programa porque le valen todos, con un dedo elector que ni el dedo de Carlomagno pero apoyado por la clase dominante. Al final un grupo de personas que hacen política por un sentimiento de culpa católico, un remordimiento por ver tanto pobre y explotado, pero sin dejar sus privilegios de clase, que al final son los que acaban reclamando. Como élite autodesignada piden que les den el poder por ser los elegidos de España. Al final, lo que ocurre es que ni son chicha, ni son limoná. Lo único cierto es que Errejón sin tener el circo montado ya le crecen los enanos.