Ayer por la mañana, interpelación de Ciudadanos mediante, Pablo Iglesias ha vuelto a dar muestras del adanismo intelectual del que viene haciendo gala o, como dice el compañero Santiago Aparicio en Diario 16, de sus escasos conocimientos de Ciencia Política. Ha descubierto el dirigente podemita que existen grupos de presión en la policía española y que, como tales, ejercen presión sobre el gobierno y los distintos grupos parlamentarios. También ha descubierto que la agenda política viene marcada mucho más por los medios de comunicación que por los partidos políticos. ¡Quién se lo iba a decir hace 20 años, cuando menos, a Giovanni Sartori! Incluso ha mostrado su indignación porque existen aparatos ideológicos dentro del Estado y en el Estado, todo ello sin haber leído jamás a Louis Althusser y a sus seguidores que vinieron detrás analizando el tema. Y, por último, se ha mostrado indignado porque los bancos ejercen presión.
Antes de comenzar la sesión había advertido, haciendo alarde de un egocentrismo ya conocido, que iba a ofrecer una explicación que iba a dejar a todo el mundo anonadado al descubrir la verdad. Tras escucharle cabe preguntarle ¿toma por idiotas a los españoles? ¿Ha estudiado realmente Ciencia Política? Porque la explicación, en el general, no podría sorprender a unas siete generaciones de españoles (a los menores de 13 años posiblemente, pero están a otras cosas) y no, no es el primero que dice esas cosas, ni es exclusivo de la izquierda. Debe ser que no aparece en las series que suele ver mientras no hace mucho más, ni en los libros que suele leer, pero existir existen numerosos autores liberales que critican con dureza lo que ellos y ellas llaman el poder de la oligarquías, la ley de hierro de la oligarquías o el peligro de las oligarquías de todo tipo. Son muchísimos los liberales que, defendiendo el pluralismo, han visto como negativo diversas concentraciones de poder. Porque, da igual que sea en el Estado, que en el mercado, las concentraciones de poder no son buenas. Por supuesto, lo que ha dicho Iglesias ayer lo vienen diciendo autores de izquierdas desde antes de Marx. Nada nuevo, por tanto, lo expresado salvo el adanismo propio del vicepresidente segundo ¿o segundón?
El peligro de los medios de comunicación.
Le preocupa a Iglesias que los medios controlen la agenda política, algo que sí es preocupante pero que tiene solución –la propia casta política puede cambiar su actitud-, y que esa agenda política al final está diseñada por un poder semioculto y que está interrelacionado con los bancos. ¿Qué medio de comunicación tiene como accionista a un banco? Salvo El país, que sería el medio más a la izquierda de los más vistos, ninguno más. También le parece mal que las televisiones sean todas de derechas (que lo son) y que intenten colar (La sexta) una como si fuera de izquierdas. De esta forma los discursos de izquierdas no penetran en la población lo suficiente para tener conciencia. El análisis puede ser veraz en muchas partes, lo que olvida Iglesias es que esos medios de derechas, incluso de extrema derecha, son los que le apuraron a donde está en estos momentos. Sin las quince mil horas de televisión que tuvo él y sus amigos (hoy todos defenestrados) no estaría en un gobierno de coalición.
Igual lo que le molesta de las televisiones es que ya no le hagan la pelota, ni le encumbren como el nuevo dios al que hay que adorar. Y si se inventaron a Podemos o Ciudadanos, también lo han hecho con Vox y lo harán con los nazis. Y no por una perversión ideológica sino por algo tan simple como ganar espectadores o visitas. Cuanto más extravagante y radical parezca alguien más posibilidades de darle sus tres minutos de gloria, o sus miles de horas cuando interesa a la oligarquía. Sin La sexta Podemos hoy sería un grupúsculo exterior al sistema político o la cagada de un gorrión en la chaqueta de Anguita. Bien que cenaba con Ferreras para sus cosas. Hoy como no le adoran son malos. Aunque esto no es lo peor del discurso como se verá.
Tampoco puede quejarse en otros aspectos del mundo mediático. De cada diez ensayos o libros de actualidad política que se publican en España de izquierdas y escritos por españoles, seis o siete son del entorno de Unidas Podemos. De hecho es difícil no encontrar a un dirigente de Podemos que no tenga un libro bajo el brazo. Hasta se podrían señalar editoriales que tienen un aroma podemita bastante marcado. Eso, por ejemplo, no lo tiene el PSOE. ¿Quiere decir esto que la oligarquía mediática apoya a Podemos? Sí, en tanto en cuanto vende y es rentable al negocio. En cuanto dejen de serlo, adiós. No puede quejarse Iglesias de que las ideas de esa parte de la izquierda no tienen canales de difusión. Lo que igual no llega a entender es que no gusta a las personas en general.
Contra el pluralismo.
Lo peor de todo el discurso no es que haga acopio de adanismo para querer arrogarse un descubrimiento que tiene más de un siglo. Lo peor es el aire de impedir el pluralismo social, político y empresarial que deja con sus palabras. Queda un aire a autoritarismo, a totalitarismo, a que sólo exista una verdad –la que él expresa y que deben profesar los demás- y todo deba estar plegado a esa verdad única. Que los poderosos presionen es normal y cabe dentro de una democracia. ¿Piensa que los aristócratas no presionaban en el ágora ateniense o en el senado romano? Lo bueno que ha mostrado la democracia liberal representativa es que, a pesar de las presiones, siempre hay posibilidad de cambiar las cosas. Como todas las personas no piensan igual y tienen posiciones ideológicas distintas este sistema, por muy imperfecto que sea, permite el debate, la negociación y el acuerdo. Es más, Podemos es parte de un entramado de grupos de presión y lobbies desde sus inicios y nadie se ha quejado. Pero, por mucha presión que ejerzan, hay intereses contrapuestos por la clase dominante no es uniforme y unívoca, sino que está llena de disputas, de distintas posiciones, de luchas internas que sirven de contrabalanceo. Al igual que la clase trabajadora es multiforme.
Es más problemático no aceptar esa pluralidad y querer someterla desde el poder político. Es más, aunque sometiese a los medios de comunicación ¿piensa Iglesias que el poder económico o el social se estarían quietos? ¿Piensa comprarles con el IMV de 400 euros? Lo que a Iglesias le parece una anormalidad democrática en realidad es lo más normal. Anormal es pretender instaurar un régimen bananero en España o que todo el mundo deba adorarle y tenerle como un elegido de dios. Si no le funciona el medio que ha fundado es problema suyo no de los medios de comunicación en general. De hecho hoy en día, con las redes sociales, hay posibilidades de conseguir la suficiente información para hacerse una composición propia de lo sistémico. Si lo que pretende es que sólo hay un discurso, el suyo, y los demás sean calificados de malos o negativos, no es que quiera una democracia sino todo lo contrario. ¿A que no le molesta que los medios utilicen sus palabras y filtraciones cuando son dirigidas contra Pedro Sánchez y el PSOE? No. Le molesta que no den pábulo al resto de propuestas, fantasías y proclamas autoritarias que tiene. Y sí le señalen por sus contradicciones éticas, que son muchas. Y si tanto le gusta la democracia ¿por qué no la aplica dentro de su propio partido? El pluralismo le molesta desde hace mucho, por eso laminó a todos los discrepaban.
Podemos está ahí porque le votaron un cierto número de personas, más que por salir en los medios…la envidia, siempre es mala consejera.