Si usted tiene claro que la respuesta al título del libro es afirmativa, no siga leyendo, ni vaya a la librería del barrio a comprarlo… Bueno, no haga eso. ¡Quédese! ¡Compre el libro! En él podrán encontrar algunas respuestas (no todas) a esa respuesta intuitiva que tiene. Algo que parece tan obvio tiene su explicación. Ni sencilla, ni unívoca, pero la tiene.
Pablo Stefanoni –que se ha atrevido con “otro” ensayo sobre la extrema derecha- desentraña el porqué de esa rebeldía de derechas que existe en la actualidad. Lo hace con solvencia, sencillez e intentando generar seis o siete ideas fuerza que permitan, a las personas interesadas, conocer los intríngulis de lo que se está viviendo, esencialmente en Occidente.
El diagnóstico
El autor comienza el ensayo sin esconderse, yendo al grano pues desde el principio señala que la izquierda (progresista) se ha quedado en lo defensivo y lo políticamente correcto, mientras que las derechas (algunas) “le disputan a la izquierda la capacidad de indignarse frente a la realidad y de proponer vías para transformarla” (p. 21). Sin futuro y luchando por el capitalismo “tal y como es” la izquierda pierde su capacidad de atracción. Algo que recuerda a lo que se comentaba en los primeros años 1990s en las facultades de Ciencias Políticas españolas, una izquierda conservadora y una derecha revolucionaria. Lo que ha venido después no ha hecho más que exceder aquellos límites, como bien muestra el libro.
Hecho el diagnóstico Stefanoni nos llevará por algunos caminos marginales (como método predictivo), enseñando ciertas estrategias que vienen implementando para ganar la confianza del pueblo. El postfascismo que se vive en la actualidad, esa mezcla (como diría Enzo Traverso (Las nuevas caras de la derecha, Clave Intelectual), de ideas fluctuantes y antinómicas, está perfectamente adaptado a la realidad y el discurrir de los elementos sociales. De ahí que el autor pueda establecer una serie de ejes principales sobre los que se asientan las derechas rebeldes: obsesión con la identidad nacional; rechazo de la inmigración; condena del multiculturalismo; peligro de islamización (en Europa); y denuncia de las imposiciones de la Unión Europea. Tal vez faltaría la lucha contra la ideología de género, que es una batalla muy presente en Europa.
Neorreaccionarios y estrategia digital
Con el plan de trabajo presentado, pasa el autor a presentarnos a los neorreaccionarios, quienes son catalogados como “un movimiento de culto, antimoderno y futurista, de libertarios desilusionados, que decidieron que una cosa es la libertad y otra la democracia, y que no se pueden lograr cambios mediante la política” (p. 57). ¿Qué queda? Salirse del sistema. Como no es la pretensión de este artículo destripar el libro, sino incitar a su lectura, no se contará qué más son los neorreaccionarios, qué piensan y cómo pretenden salirse del sistema. Ustedes los ven en las redes sociales y medios de comunicación frecuentemente, aunque Stefanoni se muestra hábil para describir a ejemplares como Michael Anissimov, Peter Thiel (cofundador de Pay-Pal) o Nick Land. Lo que se cuenta como futurible seguramente cause pavor en el lector, pero así es como piensan ciertas élites. Lo que deja la separación de las élites de Christopher Lasch en un cuento de niños.
El uso de las redes sociales, especialmente mediante memes (por su capacidad de comunicación sencilla y de poco pensamiento), la lucha contra lo políticamente correcto y el acercamiento a los gays –pues su “familia” es un grupo tribal-, son algunos de los mecanismos que vienen utilizando las derechas rebeldes contra la izquierda y la derechita cobarde. Porque todos estos grupos alternativos dejan claro que las derechas de siempre no son valientes, especialmente en las guerras culturales. ¿Les suena?
Libertarios echados al monte
El capítulo que más destaca entre todos es el dedicado al giro a la extrema derecha de los libertarios, especialmente la influencia de Murray Rothbard, haciendo un recorrido histórico de las escuela austríaca, sin olvidar a Ayn Rand, ayuda a comprender en buena medida no sólo lo que sucede en América, sino también en Europa y más en España. Algo que animará a los lectores. Todo ese mejunje del pensamiento paleolibertario, anarcocapitalista y neorreaccionario está en el PP (muy obvio en Isabel Díaz Ayuso y Cayetana Álvarez de Toledo) y también en Vox (Iván Espinosa de los Monteros). Seguramente más en el PP que en Vox pues estos últimos tienen varias corrientes contradictorias en su propio seno y en algunos aspectos son más de Gustavo Bueno. Con leer la revista de FAES uno se da cuenta perfectamente.
Sorprenderán, sin lugar a dudas, los capítulos y epígrafes dedicados al homonacionalismo –o el gay facha-, que es muy destacado en los países del norte de Europa; y al ecofascismo, o ecologismo como fusión de la sangre y la tierra. Buen recorrido por todas esas pequeñas historias que ayudan a entender que, ante propuestas más o menos progresistas que tienen preeminencia en las sociedades, estos grupos tienen su propia propuesta adaptada a su lógica. Como dice Stefanoni al terminar un de estos capítulos: “las derechas xenófobas están empezando a darse cuenta de la oportunidad que esta crisis representa para ellas y del potente capital político que conlleva la promesa de evitar el fin del mundo”.
Aspectos menos positivos
El epílogo es posiblemente la parte menos atractiva del libro, al menos para un lector español y/o europeo. Si bien acierta al describir la estupidez que es lanzarse a una lucha antifascista frente a un fascismo inexistente, recurre a las mismas fórmulas que se han demostrado inútiles en Europa. Esas que están llevando a porcentajes del 20% de las izquierdas reunidas. Sin embargo, esta pequeña parte, no ensombrece el magnífico trabajo anterior. Mucho mejor que el trabajo de Steven Forti al que tanto bombo le están dando.
La pega intelectual que se observa, porque hay que ser honrado al escribir y contar las discrepancias, es la carencia de intelectuales y políticos de movimientos del sur de Europa (España, Francia e Italia). No se puede entender el lepenismo sin Alain de Benoist, Éric Zemmour, François Bousquet, Jean-Claude Michéa, o cierta rebeldía francesa sin Chantal Delsol, Pierre Mannent o el izquierdista Christophe Guilluy (que sí se cita). En Italia hay muchas más personas críticas que Diego Fusaro (¡Qué manía le tienen al chaval!), hasta Giorgio Agamben está ofreciendo análisis muy en línea con todo esto. En España también a críticos que alimentan cierto pensamiento alternativo como Ignacio Gómez de Liaño, Dalmacio Negro o el citado Bueno… Por no hablar de la gran cantidad de pensadores católicos, que no son extrema derecha pero comparten aspectos críticos. En realidad la extrema derecha les roba esas ideas críticas. Tampoco se habla de la utilización de muchos de estos autores de clásicos del pensamiento de la izquierda.
Es obvio que no cabía todo con aprovechamiento (que luego hay quejas por muchas páginas o por precios). Esto no quita para decir que es un buen libro, que tiene un valor didáctico alto por nadarse por las ramas. La derecha sí se volvió rebelde, ahora toca saber si la izquierda será capaz de ser rebelde otra vez… Eso no lo sabe Stefanoni, ni nadie realmente, pero el libro permite saber a qué se está enfrentando la izquierda.