Para ser el primer Día del Libro (Sant Jordi) sin restricciones, cayendo en fin de semana y con un tiempo apacible, es de lo más lánguido que se recuerda en años. No por falta de autores prestos a echar una firma a sus libros o a los de otros, sino por la propia actitud de las editoriales. Cuando menos los grandes grupos editoriales y sus amanuenses periodísticos. Languidez extrema, como aquel que quiere vender pero sin ganas.
En un día en que las librerías suelen competir con los grandes grupos de distribución en los descuentos, los grandes grupos editoriales llevan desaparecidos casi tres semanas. No han dejado ninguna novedad rimbombante, cuando menos por el nombre, para esta semana y así enganchar, al menos, al comprador compulsivo de un día o de feria. Ese comprador que sólo hace gasto en días especiales y que mira a las grandes editoriales como surtidoras del libro (o libros) con el que pasarse dos meses o más. Han obviado por completo a ese ser y a los que compran habitualmente. Aunque éstos suelen tener más criterio y tienen descuentos en unas cuantas librerías.
Grandes editoriales
Los tres grandes grupos editoriales Planeta, Penguin y Anaya han gastado todas las balas en los primeros días de abril, tal vez esperando vender mucho para Semana Santa. Incluso Anagrama, otra de las editoriales fuertes, ha decidido que este mes no saca libros hasta después del Día del Libro. Hasta el momento han sacado muchos libros –lo de buenos o malos queda para cada cual- con autores de renombre. De esos que escalan rápido en las cifras de ventas pero luego desaparecen con casi la misma rapidez. De esos libros que los lectores avezados, a los que se puede consultar en foros y redes sociales, suelen decir que están bien escrito (en algún caso ni eso) pero…
Tampoco los recomendadores oficiales, los amanuenses de la prensa escrita, han estado muy pletóricos. Llevan tres semanas de descanso. Unos culturales de la prensa escrita que bien podrían haberse evitado por su insulsez o por recomendar libros del año pasado o reediciones. ¡Cómo verán el patio literario de este año para acabar así viviendo de ello! Mejor ahorrarse una mala crítica que cueste el puesto de trabajo, o el libro que se quiere publicar o ambas dos. Eso sí, hoy y mañana verán montones de artículos recomendando libros. La pela es la pela publicitaria.
Medianas y pequeñas editoriales
Su capacidad de gasto en publicidad es bastante menor. Casi inexistente en realidad. Han sacado buenos libros durante este año y en el Día del Libro esperan aumentar las cifras de ventas. El “boca a oído” o el “tuit a tuit” seguramente hayan servido para que, aprovechando los descuentos u ofertas, puedan colocar algunos de sus libros. No tienen como destinatarios a los compradores compulsivos, pero sí a los compradores habituales que seguramente esperaban a este día para ver si se hacen con dos o tres tomos de estas editoriales.
En la parte de Sant Jordi –y donde haya casetas de editoriales- tienen menos escritores conocidos para firmar (salvo Ana Iris Simón), pero seguramente los lectores que buscan ese libro raro que casi no llega a las librerías, o los que buscan un texto similar a otro que les ha encantado, proveerán algunas buenas ventas. Pero sin el arrastre que suelen ejercer las grandes compañías todo queda en el aire. El sábado igual sus libros no están en las listas de recomendaciones más famosas, pero llevan teniendo muy buena acogida, por lo que se recomienda ver en esos medios artículos de meses anteriores.
Se venden más libros en papel pero hay mucho famosete
Según las últimas encuestas y datos de ventas, los libros en papel han aumentado sus ventas, pero son menos rentables que los libros electrónicos. Muchas pequeñas y medianas editoriales o no utilizan ese canal, o sólo con libros muy específicos. Todo ello porque han podido comprobar que la piratería no tiene límites y se lanzan a por todas las editoriales y todos los temas. A las grandes la piratería les hace igualmente daño, pero siguen haciendo buen negocio con el electrónico al eliminar la impresión y la distribución física.
También el hecho de que cada vez más aparezcan famosos con libro bajo el brazo, no de memorias (que podría ser lógico si se tienen más de sesenta años, no chavales de 20) sino de literatura, cuando son incapaces de hablar medianamente bien, es para sospechar. Huelen a escriba negro que apestan… o a idioteces. Como también es abusivo el exceso de periodistas noveleros y con ensayo (eso dicen) bajo el brazo. Normal que no haya esfuerzos en publicitar a premios Nobel, si cualquier mangurrián ya ofrece ventas.