Ya son cuatro las temporadas que va a cumplir João Félix en el Atlético de Madrid y parece que el chaval no se ha enterado dónde está. Portar la camiseta de las rayas canallas implica algo más que hacerse fotos, tirar dos caños o creerse una estrella del fútbol mundial. Hay un sentimiento de pertenencia que genera una serie de responsabilidades que no deben de haberle inculcado en el vestuario, ni en su agencia de representación, ni en el palco del Metropolitano.
Si hay algo que la hinchada rojiblanca no perdona, en temas no puramente deportivos, es estar haciéndole la pelota o dejarse querer por los enemigos íntimos del equipo. Si luego quiere irse de cervezas con Vinicius o con Neymar que lo haga, siempre y cuando no perjudique a su capacidad futbolística, pero al enemigo ni agua, ni me gustas, ni sonrisas. Al enemigo, como dijo el doctor Bilardo, “¡Pisarlo!”. Si Neymar está defendiendo lo indefendible con el jugador del Mallorca, Raíllo, es su problema. João debe entender que ese jugador, de un equipo modesto, estaba defendiendo lo que debería defender él mismo. ¿Qué es eso de consentir a un contrario que intente reírse en tu cara sin pararle los pies?
Raíllo ha dicho que Vinicius es un jugador que insulta, se ríe de los contrarios y que cuando le señalan utiliza el comodín del racismo para hacerse la víctima. ¿No ha pasado eso justo antes del derbi contra el Real Madrid? ¿No intentó hacer una rabona para chulearse y le salió como el culo? Sí y todo el estadio le llamó “tonto” –no “mono” como los lametraserillos del florentinato intentaron colar-. ¿Le parece bien a João que se intenten reír en la cara de un compañero de equipo? En el Atleti, aunque ahora parezca extraño por lo blandengues que son algunos, se defiende al compañero a muerte.
A João le están pegando mucho más duro que a Vinicius y le han expulsado por bastante menos que lo que viene haciendo en el campo el brasileño. En la prensa, salvo dos o tres periodistas rojiblancos, nadie le ha defendido, pero en el campo algunos compañeros sí (hasta que se ha sabido que Carvajal le lesionó han pasado unos cuantos días). Tampoco es que el chaval esté jugando como si fuese Maradona o cercano. Tres caños ineficaces para el equipo, dos carreras y malas caras cuando le cambian. No ha demostrado constantemente lo que se supone que puede llegar a ser. Y no vale que con el sistema del Cholo es difícil, el Kun Agüero destacó con el sistema del vasco Aguirre.
Si en el vestuario hubiese gente con cierto sentido rojiblanco y con sangre en las venas, a la vez se entiende, le habría cogido a João del pecho y le habría dicho cuatro verdades. Pero como están todos a la cuchipandi, al tik-tok y a peinarse no se le inculca lo que es ser del Atleti. Tampoco nadie en el cuerpo técnico es rojiblanco de haberlo mamado desde pequeños y se entiende. Bilardistas parece que tampoco hay muchos. Así que el chaval acaba haciendo el tolai en redes sociales y calentando a la afición innecesariamente. Y si no le gusta estar en el Atleti es muy sencillo, que ponga 130 millones y a otro lado.