Cada vez que un aficionado del Atlético de Madrid acude a un estadio u observa a su equipo por televisión tiene una especie de déjà vu respecto a un aspecto del juego: el penalti. Recuerda, porque ha visto como a los vecinos les han pitado ocho a favor este año y como a su equipo le han pitado dos en contra, aquellos tiempos en que había ciertas risas con la incapacidad para hacer goles desde el punto frontal que existe en las áreas. El penalti a favor se está convirtiendo en un recuerdo cada vez más lejano (desde hace nueve meses o 23 partidos no sabe lo que es). Una especie de monstruo legendario sobre el que hay afirmaciones de su existencia pero en el Metropolitano no tienen conciencia de tal.
Tampoco es que la temporada anterior haya sido prolija en disparos desde el punto de penalti (5), aunque los haya sufrido en contra. Se recuerda que una vez, en Champions, se pitó un penalti a favor y se falló dando el balón en el larguero, pero la imagen es difusa, algo etéreo, generadora de dudas sobre la veracidad. Y lo curioso es que no es producto de una carencia en el juego de ataque. Se ataca. Se pisa el área. Incluso se lanzan córneres (momento propicio para un agarrón o una mano voladora).
El problema es que ni el VAR, ni el trencilla del césped hacen por ver los que sí se han cometido. En todos ellos siempre hay alguna excusa peregrina (especialmente en la prensa nacionalmadridista) o un artículo del reglamento que hasta ese momento era desconocido. En 58 partidos de liga al Atlético de Madrid le han pitado a favor 5 penaltis a favor. Le han hecho cerca de 10 más que quedaron en el limbo de la sala VOR. Al equipo de la impresora modernita, empero, les han pitado a favor 20 en esos mismos partidos (algunos se quejan de que son pocos).
Una diferencia extraña cuando el Atleti no es un equipo que ataque menos que el equipo de los berreantes. De hecho ataca y pisa área casi tanto como el equipo del nacionalmadridismo. En Champions, de vez en cuando, le pitan penaltis a favor (habiendo hecho algunos partidos infectos o de verdadero cerrojo). Las estadísticas son claras (para todos los pajinumeritos debe ser un ictus cerebral), no se pitan porque, además de malos, es fácil arbitrar al Atleti cuando Luis Rubiales (presidente de la RFEF) le tiene odio y tirria. Si el jefe no va a decir nada, normal que los Mateu, los Hernández o los Gil Manzano y demás ejecutores calabreses actúen con tal impunidad.
Todavía sale algún tonto-las-champions, especialmente en el programa de los teleñecos de la noche, a decir que el equipo rojiblanco ganó una liga por una mano de Militao. Es para cogerles de la pechera y sentarles a ver cómo se dejaron de pitar hasta cinco penaltis en aquellos tiempos (aquel agarrón a dos brazos a Oblak) –porque había que dar emoción a La Liga ¿a que sí Tebas? –. Penaltis que condicionan partidos y el cerebro de los jugadores. Es curioso como en España a Morata sólo le han pitado un penalti a favor y en Italia seis. Y así con todo.
Se sabe que el pescado está casi vendido antes de empezar a jugar cada temporada. Les interesa, a ellos (a Tebas y Rubiales, a la prensa nacionalmadridista, a los clubes del duopolio) que todo sea cosa de dos, con algún despiste (que en los últimos veinte años han sido cuatro despistes), pero como dijo Correa se espera que sean justos… cuando juegan entre los demás. A final de temporada, cuando todo esté medio determinado, volverán los penaltis a la casilla “a favor” del Atleti para maquillar el atraco constante. Para que la estadística final aparente otra cosa. Mientras tanto se le va minando la moral a los jugadores rojiblancos, condicionándoles en su juego. Al final un amaño deportivo con psicología de por medio.