El Atlético de Madrid del gilcerezismo siempre se ha destacado por ser poco comunicativo. Igual por los trapicheos preferían que la mano derecha no supiese qué estaba haciendo la mano izquierda. Dos filtraciones justas cuando las cosas pintaban mal y a seguir. Los veinte periodistas que cubren la información del Atleti a suplicar una entrevista, hacer artículos de estadísticas o comentar partidos (por suerte los suelen tener sábado-miércoles). Información vetada hasta que interesaba.
Con la aparición de las redes sociales el Atleti del gilcerezismo tampoco se ha dejado llevar por la información, todo es espectáculo y fotos para agradar a la clientela (la CM sabe que hay un nutrido grupo de groupies de Azpilicueta y sabe sacarle jugo) pero sin información. Buenos vídeos de vez en cuando y poco más hasta este verano.
Desde la finalización de la temporada anterior el miedo se ha apoderado del gilcerezismo. Por un lado, tienen que dar valor al equipo para la futura venta que les reportará pingües beneficios; por otro, tenían que asegurarse la renovación de la mayoría de abonos, no por los abonados en sí sino por el dinero contante y sonante. Para ello comenzaron a filtrar a quienes quisieran escucharles los planes para esta temporada, llegando hasta abrir la mano con periodistas muy alejados de su cuerda como Rubén Uría, con la finalidad de generar ilusión. Porque filtrarle las intenciones a Marca o As es lo habitual y genera incredulidad entre la afición, sin embargo, hacerlo con gente como Uría es distinto y provoca mayor credulidad.
Aquí ya se olió el percal y se avisó que podría llegar la afición a acordarse de los ancestros de Uría, por ejemplo, pero lo que no se sabía era el nivel de inutilidad en que se iba a caer. Han filtrado las operaciones y, al final, es normal que se les acaben cayendo, bien por ansias de los intervinientes, bien por subir los precios por encima del precio de mercado. Cualquier persona versada en comunicación institucional, cualquiera, hasta el chaval que no tiene mucha idea sobre cómo funciona el mundo, sabe que ese no es el camino. Telegrafiar la estrategia empresarial es de leles, de incapaces, si es que se quería realmente fichar a ese o aquel.
A esto se añade un problema y es que al aficionado, por estar en ese estado de ilusión, acaba por desesperarse. A día 1 de agosto, cuando faltan 18 días para comenzar el campeonato, se sabe que hay un fichaje, que no está completamente cerrado, y ya. Mucho rumor filtrado por la directiva, con cifras falseadas, y poca posibilidad de que Hancko o Gallagher acaben llegando al equipo. Al primero le van a dejar tirado por tres o cuatro millones y con el segundo debe haber algún tipo de acuerdo-ayuda (comparten ambos equipos fondo de inversión) para colocarle por más millones en otro lado. El resultado es que tiene a la afición subiéndose por las paredes y arrepintiéndose de haber renovado el abono de una vez (los que han aplazado el pago guardan un as en la manga).
Y por si fuera poco, para rematar la faena de la mala comunicación desde la directiva, se ponen a alabar al senderista luso en los medios afines. ¿Puede alguien imaginar que haya aficionados que se pongan a aplaudir al portugués? Algún zumbado siempre existe pero ¿creen que pueden ser mayoría y no un par de chavales que han terminado la noche en el entrenamiento del Atleti? Es posible que el Cholo Simeone le tenga que mostrar en los amistosos, algo que repugna a cualquier atlético de bien. Se puede entender pero alabarle y vender que hay contento entre aficionados, cuerpo deportivo y compañeros es pasarse tres pueblos y provocar que estalle una guerra social por mala comunicación.
El senderista luso el año pasado no quiso participar de los amistosos en la gira, se ha reído de la afición del Atleti siempre que ha podido, ha hecho desplantes de todo tipo en entrevistas, partidos y redes sociales y ¿todavía pretenden convencer de algo al aficionado como si fuera el mejor fichaje? Cuando no debería volver a vestir las rayas canallas, ni pidiendo perdón de forma farisaica porque se sabe que no quiere jugar aquí, aunque le toque, esta directiva ¿permite y fomenta el buen rollo para convencer a quién?
Los que pretendan ficharle ya saben lo que hay y, con suerte, se consigue una cesión bonificada o una compra del 50%. Con suerte. Si no sucede eso se tendría que quedar y como legalmente no se le puede quitar de los entrenamientos, que siga entrenando, pero ya está. Ni convocado, ni jugar, ni nada que es lo que pide la afición y cualquiera que tenga un poco de dignidad. En el club no existe la dignidad, se ve perfectamente en las no ruedas de prensa de Andrea Berta para explicar el tema de los fichajes y salidas, pero comunicativamente deberían intentar limitar daños. Se ríen todos los equipos del mundo y ahí no se comunica nada, pero para hacer daño al aficionado sí. ¿Será que están cabreados por la derrota en el referéndum del escudo?