Todo mito necesita de su mitologema, de hecho el mitologema siempre es anterior al mito, para poder penetrar en el inconsciente colectivo, como bien estudió Carl G. Jung. Todo mito se forma como mecanismo superestructural, esto es, en relación a la base del sistema, a la conformación del poder principal de la sociedad dada, puede ser favorable (ideología dominante) o desfavorable (ideología crítica). En los momentos en que esta base estructural cambia es cuando se producen aparentes cambios en los grupos que compiten por el poder, especialmente ser la fracción dominante dentro de la coalición dominante, y para ello necesitan de sus propios mitologemas y mitos. En otras palabras, ideología pese a la negatividad que le adscriben al concepto desde todas las posiciones.
El libro de los historiadores Naomi Oreskes y Erik M. Conway, El gran mito editado por Capitán Swing, versa sobre uno de esos mitologemas/mitos fundantes y combativos del actual sistema de poder… capitalista. Adam Smith no entendía que sus propuestas ideológicas, pues defendía a la clase que estaba peleando por hacerse con el poder social, no solo económicl, fuesen ideología. La especulación, sin ningún tipo de prueba pues era imposible tenerla, que expuso en La riqueza de las naciones llegaría a ser el mito persistente y sobre el que se construiría el núcleo central del fundamentalismo de mercado como ideología dominante. Por mucho que los liberales lloren por las esquinas, el mercado libre no es cuestionado por nadie. Y cuando se dice nadie es nadie. Hasta que los propios liberales lo hacen.
¡Ah, pillines! Los liberales son muy del libre mercado, ese mito sobre un tiempo inexistente (¿ha existido alguna época con libre mercado?), hasta que llega Donald Trump y se hace proteccionista contra lo de los demás pero quiere que lo suyo se expanda. Miles de ejemplos de libertarios y liberales de este tipo se pueden encontrar en la historia y en el libro. Pero no es el argumento importante, ni el decisivo, el libro trata de una construcción a lo largo de los años, con renovaciones periódicas y cambios de apoyos según los equilibrios de poder, por parte de la coalición dominante en Estados Unidos. Lo que hoy quiere decir que lo es en todo el mundo porque, para sorpresa de nadie, tanto los progres como los liberales beben de las mismas fuentes. Daría para otro libro analizar cómo esta fracción de la ideología dominante que exponen los autores ha estado sustentada por el poder del Estado contra el que se enfrentan.
El mito del mercado libre, que llega hasta los actuales fundamentalistas del mercado libre, ha ido creciendo desde las especulaciones de Smith hasta nuestros días por el constante apoyo de los poderes económicos contra quienes se les interpusiesen en el camino. Distintos grupos económicos, fundaciones, que han ido financiando desde publicaciones como el Reader’s Digest o los libros de Hayek, Rand (la transformación de éstos en películas se explican perfectmente), hasta las campañas electorales desde sus comienzos de políticos como Reagan. La Escuela de Chicago no habría tenido fama y premios si no hubiese estado financiada y promocionada desde estos grupos de poder.
Un muy buen análisis histórico de un proceso de conformación ideológica que ningún liberal recomendará, pero no deja de ser un hecho histórico que unido a otros (por lógica no pueden estar en el libro) siguen siendo parte del debate político actual. ¿Creen que lo de llamar a cualquier cosa que no sea liberal-capitalista comunista o socialista en sentido negativo es nuevo? No, se explica en el texto cómo eso surgió antes de que los socialistas o los comunistas tuviesen algún tipo de poder. Muchos asesores actuales de políticos que van de liberalios siguen al pie de la letra todo lo que se ideó hace décadas y que aparece en este libro. Cuando lo lean pensarán “si esto es lo que dice esa o aquel”. El Estado es malo y el Mercado es bueno porque logrará la felicidad y la mejor redistribución de rentas posible, dicen, mientras esconden que las pruebas de ello no existen. Lean y saquen sus propias conclusiones porque la sentencia en sentido inverso, esto no aparece en el libro, igual tampoco es cierta.