Lo tenía pensado hace tiempo. No sabía cómo poder llevar a cabo el quitarse de algunas rémoras del pasado. José Bono le aupó hasta el puesto que ocupa. Y se lo agradece enormemente. Ha sido su padrino político, pero también le ha dejado un lastre del que viene queriendo deshacerse. Política y orgánicamente el peso del otrora Emperador de Fuensalida es enorme en los puestos decisorios. No ha podido establecer su propia “corte” el presidente de Castilla La Mancha. Pero ahora es su oportunidad.
El pacto con Podemos supone una modificación del gobierno, que de aceptar las bases podemitas, se realizará a la mayor brevedad posible. Esto permitirá a Emiliano García Page librarse de algunos elementos incómodos a nivel injerencias y dar salida a algún miembro de su equipo con ciertos problemas de salud. Fácil no va a ser, pero, desde luego, va a intentar librarse de los elementos más díscolos y antiguos del equipo. No se espera una revolución, ni cambios sorpresivos, puede que sólo la entrada de los miembros de Podemos y nada más. Pero el acuerdo con la formación morada le va a permitir, aunque suene paradójico, tener mayor libertad de movimientos.
Cuenta con el respaldo de Ferraz y de Princesa (nombres de las calles donde se sitúan las dirigencias de PSOE y Podemos), no como un ensayo de posibles y futuribles gobiernos a nivel estatal como se viene vendiendo. Esto es regional y así lo entienden Page y García Molina, quien lo ha manifestado por activa y por pasiva. Sin embargo, sí existe una deriva a nivel suprarregional como es la estabilidad de ambos dirigentes estatales. Iglesias gana un nuevo aliado para el control de la organización y Sánchez se quita un enemigo interno. Aunque los verdaderamente beneficiados serían los castellano-manchegos que ganarían 500 millones en inversiones de necesidad y la dotación de servicios públicos a un nivel mayor que como los dejó Cospedal.
También existe una necesidad política de ambas formaciones para visualizar el trabajo que se está haciendo. Con el previsible cambio estatutario que revertirá el gerrymandering de Cospedal, o lo que es lo mismo el pucherazo que intentó con el cambio de la ley electoral, las Cortes castellano-manchegas cambiarán considerablemente su fisonomía y composición. Por ello, a PSOE y Podemos les interesa que se vea que el gobierno de coalición funciona y obtener buenos réditos electorales. Iglesias y Sánchez pueden venderlo de la forma que quieran, pero el quid del asunto va más allá del método científico de prueba y error, tiene que ver con la ciudadanía castellano-manchega. Al fin y al cabo, el PSOE gobierno junto a Podemos y Compromís en la Comunitat Valenciana y en numerosos Ayuntamientos. Eso sí, Sánchez lo vende como el giro a la izquierda e Iglesias como el sometimiento de los socialistas.
Garantizada cierta estabilidad política a nivel Junta, ahora Page puede dedicarse tranquilamente a lo orgánico. Las aguas revueltas con la victoria del sanchismo en la región castellano manchega parecen que se van encauzando. Advirtió el secretario general que si vencía Sánchez se plantearía su renovación, pero visto el cambio de apoyos que se produce en la región, Page podría garantizarse un nuevo mandato. Muchas personas de las plataformas han visto el maná del cargo, del poder y las bocas se les han abierto babeando por estar, ser y recibir todos los oropeles del poder político. Esto va a ser aprovechado por el actual rector del socialismo en Castilla La Mancha para reorganizar el PSOE. Habrá cambios en algunas provincias y el sanchismo quedará incorporado al nuevo equipo.
Tiene, así nos cuentan desde dentro de la propia organización, Emiliano García Page algunos nombres puestos en rojo. Jesús Fernández Vaquero, actual presidente de las Cortes y secretario de Organización, es el principal candidato a salir de cualquier cargo orgánico. No gustan sus formas y modos en Fuensalida, pero han tenido que cargar con él como herencia del pasado. Además, en su debe, más allá de sus formas caciquiles, se encuentra no haber sabido prever la victoria sanchista. Presionó, en vez de dialogar, a numerosos alcaldes, militantes y altos cargos para que no apoyasen a Sánchez, pero la jugada le salió mal. Muy mal. Y lo peor es que informaba que la situación estaba controlada.
Otro a quien tienen en el punto de mira es a José María Barreda. Otra herencia de Bono y de un pasado de gobierno que se entiende no fue el mejor. La otrora autoridad que tenía Barreda en Ciudad Real se ha perdido. Más de la mitad de la provincia se movilizó contra los deseos del secretario general castellano-manchego. Y Barreda ni pudo, ¿ni quiso? movilizar a la militancia. Pensando, tal vez, más en conservar su feudo libre, se mantuvo en un plano muy institucional. Algo que pasó también con Josele Caballero, aunque en este caso por otros motivos. Sólo los alcaldes de Valdepeñas y Manzanares presentaron batalla abierta por el susanismo. Mucha gente de perfil y eso no ha gustado.
Pero no son los únicos nombres de personas que podrían cambiar su estatus dentro del PSOE de CLM. Incluso algunos sanchistas, con presencia política importante, que ahora ven su oportunidad, tampoco formarán parte del elenco de elegidos. No tanto por rechazo de Page, sino de los propios sanchistas de la región. Al menos tres o cuatro de las cinco secretarias generales provinciales cambiarán de dueño. Álvaro Gutiérrez seguramente no siga, porque Toledo es moneda de cambio en el cambalache que se está montando (las apuesta miran hacia Milagros Tolón). Caballero en Ciudad Real debería andarse con cuidado porque igual le levantan la silla. En Albacete parece que habrá cambio, ¿en qué dirección? Aún están negociando unos con otros y con los de más allá para definirse. Guadalajara cambiará sin dudas, aunque igual no en el sentido que desea algún que otro u otra sanchista.
El caso es que al frente de todos ellos estará Page con una ejecutiva renovada, con caras nuevas, sin viejas glorias de Bono, y con un giro cierto giro a la izquierda. Obligado por las circunstancias sin lugar a dudas, pero con el alivio de poder empezar a volar autónomamente, apoyado, quién se lo iba a decir, por las fuerzas rebeldes. La política tiene mil historias como esta. Giros inesperados, como el del propio Sánchez hacia la izquierda, que cambian el panorama. Pero unos y otros han entendido que Page puede seguir siendo un freno al PP en la región. Y, al fin y al cabo, no lo está haciendo tan mal y sabe lo que pasa dentro de su partido. Igual más que aquellos que le rodean y creen saberlo todo.