Verán cómo al final se acaban repitiendo las elecciones andaluzas. La irrupción de los neofascistas de Vox, que propició la alegría de las fuerzas de las derechas andaluzas, parece que está tornando en pesar y tensión. Ya no es tan obvio que lo que parecía sencillo hace una semana hoy lo sea. Al presidente de Ciudadanos ya le han advertido esta semana sus colegas europeos que si se acerca al neofascismo se olvide de volver por allí, que mejor vuelva a juntarse con la gente de Libertas. Deslegitimar de esa forma a Albert Rivera supone intentar otras vías que están completamente cerradas. Al PP de Juan Manuel Moreno Bonilla, empero, no le importa juntarse con Vox. Ni juntarse, ni coaligarse, ni rebozarse, ni nada con ellos. Los considera los chicos rebeldes del PP y cuentan con el respaldo del verdadero factótum conservador José María Aznar. Tras esta tesitura la probabilidad de la repetición de elecciones está sobre la mesa, incluso otras salidas.
Rivera dice que nada con populistas. O lo que es lo mismo, ni con Adelante Andalucía, sus verdaderos enemigos, ni con Vox, por presiones de arriba. Eso deja la posibilidad de juego en un trío. Pero Susana Díaz no quiere tener nada que ver con PP y Ciudadanos si no es ella la que sigue en la sede de San Telmo. El PSOE-A es el partido más votado de Andalucía, con mucha diferencia, y no aceptará ninguna salida a tres que no sea con su secretaria general en la presidencia. La propuesta infantil y estúpida de Rivera pidiendo la abstención del PSOE-A para que gobierne la derecha es eso infantil y estúpida. Infantil porque es la muestra papable de que el dirigente naranja no piensa cuando habla sino que dice lo primero que le pasa por la cabeza. La cual no es que esté en muy buen estado intelectual. Y es estúpida porque sólo a Rivera se le puede ocurrir pedir a quien más votos tiene y gobierna en funciones que se vaya a su casa apoyando a los partidos de la derecha. Los cuales, además, han amenazado con levantar alfombras y fiscalizar los años de gobierno de Susana Díaz. Es como pedir a un condenado a muerte que se traiga la guillotina de casa.
Por su parte el PP andaluz, como no tiene problemas para juntarse con Vox, ya ha comenzado el diálogo justo en el momento en que Juan Marín decía que ellos con los populistas (neofascistas) no negocian, ni pretenden aceptar un gobierno con apoyos de Vox. Eso es lo que se llama poner los cuernos antes de la boda. Marín no es que pinte mucho en las negociaciones, para eso está el comisario político Juan Manuel Villegas, pero como portavoz naranja de los deseos de Madrid se las cuelan todas. Seguramente si fuese por él mismo, y con tal de mantener el clan de la manzanilla, se abrazaría a Vox con la misma efusividad de Moreno Bonilla. Pero el mandato de arriba, que es el que vale, le impide incluso acercarse y pactar la mesa del Parlamento. Eso sí, el PP presionando por la derecha para poder culpabilizar a Ciudadanos de no generar un gobierno de cambio. El acuerdo programático es una filfa porque se sabe que ambos programas son iguales: recortes y privatizaciones. Pero lo político de juntarse a Vox y que parte de su electorado más moderado salga huyendo les provoca pánico.
La primera piedra de toque va a estar en la conformación de la mesa del Parlamento y la presidencia de la misma. La izquierda tiene 50 escaños que pueden ser mayoría realmente si los otros tres partidos no consiguen un acuerdo. Si Rivera ha dicho que nada de juntarse con Vox, Ciudadanos podría pactar con la izquierda pero no podría pactar con el PP. Y salvo que se llegue a un acuerdo a cuatro o a tres (PSOE-A, PP y Cs) no va a ser sencillo. Al menos en términos políticos, porque todos señalarán a Marín como el amigo de los neofascistas, en Sevilla, en Madrid o en Antequera. Y es clave tener el control de la mesa porque es ella la que hace las proposiciones de candidaturas a la presidencia de la Junta. Si la ganase el PSOE-A propondría a Díaz como más votada y los demás se retratarían. Si fuese el PP sería Moreno Bonilla y Ciudadanos tendría que juntarse a Vox.
En esta tesitura, mucho más complicada que la de hace cuatro años, no sería extraño que volviesen a repetirse las elecciones andaluzas. Algo que no desean en el PP porque saben que no se van a ver en otra igual. Y que están deseando en el PSOE-A porque esperan recuperar a los abstencionistas. Y Ciudadanos no sabe, no contesta, pues estaría sin estrategia clara en la segunda votación y a merced del PP y Vox. En Adelante Andalucía tampoco les vendrían mal unas nuevas elecciones aunque igual podrían perder más votos por nuclearlos la ciudadanía en el más votado de la izquierda. Un carajal enorme que nadie sabe cómo va a acabar.