La periodista May Mariño ha publicado en Servimedia que Pedro Sánchez tiene la intención de quitar a Alfonso Guerra como presidente de la Fundación Pablo Iglesias para poner a José Félix Tezanos. Según cuenta la noticia, Guerra habría llamado para felicitar a Sánchez tras ganar en las primarias y habría ofrecido su puesto de presidente en la susodicha fundación socialista. Parece ser que Sánchez le habría tomado la palabra y le reservaría la presidencia honorífica para quedar bien. Así utilizaría a Tezanos, tu quoque fili mi, para suplir al defenestrado y dar un “impulso como generador de propuestas” a la única fundación que le queda al PSOE. Pues ¡hasta aquí podíamos llegar!
La Fundación Pablo Iglesias es la única que le queda al PSOE porque su labor no es precisamente la de impulsar las tonterías del secretario general de turno, sino ser el resguardo del legado socialista en la Historia de España. La fundación Alternativas o la Ideas estaban para eso, para llevar al PSOE a la derecha, para ser el transmisor de las ocurrencias de turno a la sociedad. Y, por cierto, bien que disfrutaba el propio Sánchez haciendo sus pinitos derechistas en esas fundaciones, que eso de ser de izquierdas es nuevo para todos los que le conocemos de antaño. Y ahora, en esa campaña de purgas estalinistas que ha iniciado el secretario general, quiere llevarse por delante el legado del PSOE. Para construir el socialismo del siglo XXI parece que hay que deshacerse de la historia anterior, más que nada para justificar un presente de mentiras verbales y que sólo tienen una opción: “llegar a la Moncloa como sea”.
Alfonso Guerra tiene muchísimas cosas criticables. Tanto de secretario de Organización como de vicesecretario general hizo y deshizo dentro del PSOE hasta el final. Que no le gustaba Pepote Rodríguez de la Borbolla, lo decapitaba. Se inventó líneas intraspasables imaginarias. En las fotos no se podía mover nadie. Incluso, en el terreno más personal, nos contaba sus lecturas de Kavafis y sus sesiones de sexo escuchando a Carl Orff. Incluso, se permitió el lujo de vengarse de José Bono, en 2000, cediendo a Rodríguez los delegados justos para que venciese al señor de La Mancha. Aunque también era el nutriente de la militancia socialista “dando caña” a la derecha y haciendo un uso libre de la fórmula populista de los “descamisados”. Todo ha sido Guerra. El gemelo malo o el hermano malo de Felipe González en el relato mítico que nos contaban.
Pero su labor al frente de la Fundación Pablo Iglesias es inmaculada y digna de ser respetada. Algo que Sánchez no está haciendo en estos momentos. Sabemos de sus gustos por purgar, incluso entre los medios de comunicación lo ha intentado, pero Guerra debe permanecer en su puesto por las siguientes razones. Cuando volvió la democracia a España, Guerra se empeñó en recuperar todo el legado del PSOE que estaba escondido en las casas de militantes y represaliados. Gentes que habían guardado esas reliquias socialistas como auténticos tesoros, con el riesgo de ser detenidos, apaleados y purgados por la dictadura franquista. Fue él, con su equipo, el que hizo posible esa recuperación.
También viajó a Moscú, en una visita que no gustó nada a González, ni a Boyer que le acompañaban, a recuperar gran parte del patrimonio documental que la URSS se había llevado al final de la Guerra Civil. Toda esa documentación está a salvo y en perfecto estado para consulta de los especialistas gracias a Alfonso Guerra. Si alguien quiere estudiar cualquier época del socialismo patrio sólo tiene que acudir a la Fundación Pablo Iglesias para consultar la ingente documentación existente.
Pero también ha tenido la fundación bajo el mandato de Guerra una labor de difusión y de pedagogía. Son infinitos los cursos sobre el socialismo, la ética, el laicismo, los derechos humanos, la constitución, los partidos políticos, etcétera, que se han desarrollado a lo largo de estos años. Y temas que el partido tenía olvidados en el armario como el exilio, los republicanos del interior, la escuela republicana y, algo a lo que se apuntan ahora muchos, la Memoria Histórica. Porque sin Guerra, y otras personas indudablemente, la Memoria Histórica no sería parte del PSOE.
Ahora que los nuevos dirigentes dicen ser de izquierdas, aunque sigan sin explicarlo, no deben echar a Guerra de la Fundación Pablo Iglesias porque es el motor del legado socialista en España. Y menos para transformarla en correa de transmisión de las tontadas de los dirigentes de turno. La correa de transmisión debe ser el partido, con una buena formación (inexistente ahora), con una bases motivadas y que no sólo sirvan para participar en consultas (como se quiere hacer con el cambio de estatutos), con un partido que sea de verdad un partido y no una agencia de colocación o un cártel político. La Fundación Pablo Iglesias debe seguir siendo el guardián del legado del socialismo porque para eso nació, para guardar la memoria del PSOE, no para que Sánchez y sus corifeos den charlas insulsas.
Así que, señor Sánchez, a Guerra no se le mueve de la presidencia de verdad de la Fundación Pablo Iglesias.