Susana Díaz se enfrenta a la derrota más dolorosa de su carrera política. Posiblemente la que más le pueda doler porque gran parte del PSOE le ha dicho que no la quiere. En los territorios más periféricos ha salido derrotada con gravedad. En el País Vasco ha quedado tercera o en Cataluña segunda a mucha distancia de Sánchez. Lo mismo ha ocurrido, aunque sin tanta distancia, en el resto de la geografía española. Ha salido derrotada en todas y cada una de las provincias españolas, salvo Andalucía. Su tierra ha vuelto a recompensarla con el cariño de los votos frente a sus contrincantes.
Andalucía ha entregado casi el 50% de los apoyos a nivel nacional para la trianera. Más de 22.000 votos y un 63,97% ha obtenido Díaz en su territorio. En Almería ha obtenido el 61,87%, en Cádiz el 55,67%, en Córdoba el 68,59%, en Granada el 59,59%, en Huelva el 66,51%, en Jaén el 66,21%, en Málaga el 59,85% y en Sevilla el 69,15%. Los sanchistas hablan en las redes de poder del aparato andaluz y de voluntades compradas, pero los datos demuestran que sólo en su terreno es apreciada la presidenta de la Junta.
Con estos números puede sentirse satisfecha de una campaña triste y mal planificada. A la que hay que añadir el poco interés de unas baronías que se han mantenido demasiado neutrales de cara al público. Apariciones junto a la candidata, pero nula presencia activa en actos de apoyo a Díaz. Las derrotas de alguno de ellos son fiel reflejo de la poca implicación, en favor de una mal entendida neutralidad, de numerosos dirigentes del PSOE. Que, de seguir la lógica de los vencedores de la contienda, son tan culpables como ella de la abstención “gratis total” frente al PP.
A diferencia de los problemas, a priori siempre, que podrán tener algunos barones, Díaz tiene garantizada su continuidad al frente del PSOE de Andalucía. O, al menos, esa es la sensación que dejan las votaciones. Se verá en los próximos cónclaves precongresuales si existe algún movimiento con fuerza en su contra o el apoyo a su gestión sigue siendo tan fuerte como parece. De momento, su actividad política no pasará de Despeñaperros. Y bastante tiene con preocuparse de Andalucía, la cual se enfrenta graves situaciones sociales con pobreza, paro y desestructuración.