Vaya por delante que ni trabajo ni he trabajado en ELPOZO, y no seré yo el que trate de defender a una empresa que bien puede hacerlo ella misma pues dispone de los suficientes recursos económicos, técnicos, humanos y jurídicos para hacerlo.
Con estas líneas sólo pretendo poner de manifiesto mi indignación ante métodos y ciertas formas de hacer “periodismo”. Y es que lo visto la noche del domingo 4 de febrero en el programa de Evole, supera todos los límites de lo aceptable en la lucha por la audiencia.
Ya de entrada, invadir una propiedad privada con premeditación, nocturnidad y alevosía va no sólo contra las leyes sino contra la más elemental ética periodística, que sería únicamente justificado ante la constatación de que estuviese en peligro la vida propia o de otros, pero de ninguna manera es justificable en aras de conseguir un buen titular y el lucimiento personal. Pero lo que vino a continuación ya raya el esperpento. Pretender dar a entender, sin decirlo, que la mayoría de las explotaciones ganaderas en Murcia están llenas de animales enfermos es cuanto menos tendencioso y falto de rigor, y por tanto impropio de un periodista que se precie de serlo.
Si Evole se hubiese dado una vuelta por Alhama y hubiese hablado con cualquier vecino, relacionado o no con el sector cárnico, podría haber constatado que la nave a la que le llevaron es, digamos, una nave sanitaria, donde van a parar los animales enfermos o heridos que no pueden ser sacrificados para consumo humano en esas condiciones. Y que las cientos de explotaciones ganaderas existentes en Alhama y en la Región de Murcia cumplen a rajatabla las exigencias legales en materia de bienestar y sanidad animal, porque tal y como están las cosas ningún ganadero que se precie está dispuesto a jugarse su futuro por incumplir las leyes. Pero claro, si hubiese hecho eso se acaba el programa.
Además, justificar el programa y el daño causado a ganaderos y trabajadores en que una empresa no quiso recibirle ni darle explicaciones es, cuanto menos y por decirlo finamente, tener mala leche.
Visto lo visto sólo caben dos posibles explicaciones para la actuación de Evole. La primera es que lo engañaron y picó como un pollo y viendo que tenía el titular y la falta de respuesta de una empresa se lo puso fácil y se tiró al monte. Otra posibilidad es que nos encontremos ante una guerra comercial y ante la pujanza de la empresa “marcada” alguien haya decidido hacerle la puñeta.
Ninguna de las dos opciones son justificables desde el punto de vista de la ética periodística. Estas acciones dañan no sólo a la empresa marcada, sino también a la credibilidad del periodismo, y eso es muy grave sobre todo en estos tiempos en los que tan necesitados estamos de una prensa seria y veraz que nos ayude a desarrollarnos en una sociedad democrática.
El daño ya está hecho. La empresa se recuperará de la bofetada recibida, pero entre tanto los que pagarán el pato como siempre serán los ganaderos y los trabajadores.