Los plazos se están agotando para que Pedro Sánchez sea investido como Presidente de Gobierno y si la investidura fracasa de nuevo, se forzaría automáticamente a la ciudadanía a asistir una vez más a las urnas el 10-N.
La imposibilidad de llegar a formar gobierno demostrará la incapacidad y el fracaso de las direcciones de las fuerzas parlamentarias de hacer cumplir el mandato que recibieron de los votantes en las últimas elecciones, pues el fracaso será de ellos ya que el pueblo soberano, mayoritariamente no quiere repetirlas, ni es responsable de las “pataletas y peleas” de sus líderes que a muchos nos tienen avergonzados y deberían castigar más a los que consideren máximos responsables de esta situación.
Con unos nuevos comicios, en vez de conseguirse una solución, se podría agravar el desgobierno en el que hemos entrado, con consecuencias graves ante las perspectivas que se abren, enfrentados a una posible nueva recesión, por lo cual, debemos admitir que se ha perdido demasiado tiempo y tendremos que pedir autocrítica y debate sobre los errores cometidos, en caso de que no se llegue a buen puerto, pues la ciudadanía votó para que se formase un gobierno, con un programa que empezase a solucionar los problemas sociales y territoriales que existen, como así se nos prometió en la campaña electoral, y no para que se dé el espectáculo de luchas por los sillones, que es al menos, lo que nos muestra la información a través de los medios de comunicación.
En estos momentos de ingobernabilidad, en el que la clase dominante refuerza su ofensiva ideológica y propagandística contra las fuerzas de izquierdas, torpedeando la posibilidad de un Gobierno PSOE, sea de coalición con Unidas Podemos, a la Portuguesa o cualquier otro modelo, pero de izquierdas como sentenciaron las urnas en las últimas elecciones generales, la clase trabajadora, si se produce el fracaso, debemos hacer un esfuerzo en la búsqueda del sendero que nos permita avanzar hacia la unidad para un cambio de modelo de sociedad, porque el capitalismo está agotado y en puertas de una nueva recesión.
El populismo reaccionario ultraderechista, avanza en toda Europa y también aquí con el “Trifachito” del PP, C’s y Vox, rememorando a la CEDA como ocurría en los años treinta con las formaciones fascistas y una vez más, recurren a la demagogia, el insulto y las descalificaciones, camuflando su opción antidemocrática, para conectar con la rabia, la desmoralización y la frustración de amplios sectores de la ciudadanía, condicionando y actuando de forma mucho más contundente, reaccionaria y decidida que la derecha europea que sigue haciendo impunemente apología del golpismo franquista.
En realidad, estas derechas impresentables, no son más que los agentes que el capital financiero y la patronal necesitan utilizar para llevar a cabo nuevos y más duros ataques a la clase trabajadora, la juventud, los pensionistas y demás oprimidos por este capitalismo mafioso de casino trucado, todavía podrido por las aguas albañales que rezuman las cloacas del Estado remanente del franquismo feroz y sanguinario.
Las direcciones de las izquierdas han cometido errores, uno de ellos ha sido abandonar la formación de cuadros rechazando las enseñanzas del materialismo dialéctico, que es la filosofía que mejor defiende los intereses del movimiento obrero y los pobres, como demostraron Marx y demás fundadores del socialismo científico. El bajo nivel de las direcciones de izquierdas, en coherencia con su deriva a la derecha y cuyas tesis son ahora más bien socio/liberales, no defienden ni siquiera un programa “Socialdemócrata Avanzado”.
Por tanto, debemos volver a los clásicos para poder asimilar los ideales, los métodos, las enseñanzas y los objetivos programáticos y la táctica adecuada de las generaciones anteriores, corrigiendo los errores cometidos, para lo cual es imprescindible combatir cualquier elemento de sectarismo ultraizquierdista y a su vez, con toda firmeza, al oportunismo que se ha instalado en la cúpula de las direcciones de izquierdas con demasiados carreristas, trepas y “tamayazos”, descubiertos u ocultos.
Tenemos que hacer frente al peligro de las camarillas, la rutina, la burocratización y la introversión, que es absolutamente fundamental para un buen desarrollo de la política, la economía y las luchas sociales sindicales y partidarias, restaurando la democracia interna que ya no se aplica de abajo hacia arriba, sino al revés, cayendo más bien en el bonapartismo y el culto a la personalidad que son ajenos al verdadero socialismo democrático.
Con la nueva etapa que se abre, se agotan las esperanzas de que sea un gobierno de izquierda el que se pueda formar, si se consigue en los días que restan, de lo contrario nos llevan forzados a nuevas elecciones a las que podríamos estar abocados, con lo que podríamos encontrarnos con sorpresas (esperando lo mejor pero preparándonos para lo peor), pues acecha el “Trifachito de ultraderecha”.
Ese es el peligro si no se consigue otra alternativa que acudir de nuevo a las urnas, pero la clase trabajadora tendrá que luchar a fondo, si es incapaz de conseguir ahora una Coaliciòn de Izquierdas, un Gobierno a la Portuguesa u otra fórmula, para derrotar a las “Derechas Trillizas” que se presentan compactas que nos retrotraerían a aquella “Democracia Orgánica”, como era llamada por los elementos del antiguo régimen procedentes del Golpe de Estado del 36, todavía no superado por las deficiencias de esta “pseudodemocracia híbrida”.
Necesitamos un Gobierno que favorezca a los trabajadores, a las clases medias empobrecidas por la crisis, a los pensionistas, a la juventud y a los pobres que aumentan sin cesar, porque aunque daba la impresión de que el PP rodeado de corrupción y condenado por la Justicia, estaba en descomposición, vemos que la burguesía que financiaba y apoyaba a C’s buscando una alternativa, por si los populares se iban al garete, ahora se han fortalecido con el refuerzo que los ultras les han facilitado a través de Vox que recibe apoyos de la Internacional Nazi-Fascista y cuya fuerza ha sido muy bien recibida por un cierto sector de los Poderes Fácticos simpatizantes del antiguo régimen franquista.
Aunque algunos sectores lo nieguen, la realidad es que se vislumbra un proceso de frentes antagónicos, dado que la Derecha Trifásica se consolida como Frente Azul, por lo que la viabilidad y existencia de una alianza fuerte de un Frente Rojo de las izquierdas va a depender, en última instancia y más temprano que tarde, de la capacidad de seguir ligados a las luchas sociales y reivindicativas, para que tanto los partidos como los sindicatos de clase, puedan seguir ganándose la confianza de los movimientos sociales que, golpeados de nuevo por la crisis próxima, se verán forzados a dar las batallas vivas de clase, defendiendo un discurso y un programa socialista, que cada vez estarán más inspirados en el marxismo.
Inevitablemente se abrirán debates y realineamientos, estratégicos y tácticos, avanzando en la aplicación del método solidario y compañero en relación a las demás fuerzas de las izquierdas, reivindicando y defendiendo en la práctica de las luchas, en calles y plazas, en fábricas y sectores industriales, agrarios y comerciales, un programa auténticamente socialista, que será necesario desarrollar mediante una verdadera democracia participativa, para lo cual habrá que desinfestar la podrida democracia burguesa contaminada por la corrupción con un Partido Popular condenado a título lucrativo que sigue siendo tolerado por un cierto sector de votantes y que por sí solo demuestra el grado de tolerancia hacia la corrupción de ese sector de la sociedad que sufre la llamada “enajenación mental” de la que hablara Marx en sus científicos análisis basados en el método del materialismo dialéctico, excepto los herederos y partidarios del antiguo régimen que saben lo que defienden y en contra de qué clase lo hacen.
Es tarea de las Direcciones de los Sindicatos y Partidos de clase formar y preparar a los trabajadores, haciendo llamamientos a la organización y el encuadramiento, cada cual de acuerdo con su ideología y necesidades, para dar las batallas sociales que nos esperan, ya que las clases y sectores más perjudicados por la anterior crisis capitalista, de la que todavía no nos hemos recuperado, tenemos la tarea y el legítimo derecho de luchar por el cambio de este modelo capitalista con el objetivo de construir un mundo mejor para la humanidad, porque nadie nos va a regalar nada y este capitalismo mafioso de casino trucado será incapaz de resolver los problemas sociales y territoriales que nos afectan.