Fuente: Atlético de Madrid

Lo malo que tienen las redes sociales es que, cuando antes cualquiera opinaba sobre un tema como mucho tenía un auditorio de tres borrachuzos de sol y sombra o tres escaqueándose del trabajo en la máquina de café, hoy cualquier estupidez se eleva a la categoría de verdad por tres likes. Si le suman los youtubers, los podcasteros y los twitcheros normal que parezca que el mundo se ha llenado de zumbados. Y aunque no lo parezca la realidad no está en las redes sociales sino en otro lado. Miren lo que pasa con el fallecido papa Francisco, por ejemplo.

El sistema gusta de la polarización, no de la polaridad que diría Armando Zerolo, porque genera pingües beneficios. Da igual el tema, da igual el espacio, da igual quienes sean, debe haber polarización par tener más movimiento y generar más dinero para los dueños del cortijo digital. Los céntimos es lo que llega a los promotores con sus «seguidores» enfervorecidos dándole a la tecla o al teclado digital. Esto es lo que viene sucediendo en las últimas semanas alrededor del Atlético de Madrid. Se viene construyendo un discurso polarizado entre «cholistas» y «anticholistas» ahora que el equipo parece haber quedado fuera de todo. Cuando todo parecía ir bien sólo algunos advertían «cositas» el resto estaba a otras batallas.

Cholistas

Vienen diciendo los cholistas que sus años en el club como entrenador son los mejores de toda la historia pues se han conseguido ocho títulos y quedar siempre entre los cuatro primeros. Algo que no es falso en sí si sólo se tiene en cuenta un entrenador —tampoco es que un entrenador haya durado tanto—. El Atleti desde 1980 a 1990, salvo en dos temporadas, también quedó entre los cuatro primeros y un par de veces segundo, ganando dos copas. En los setentas se ganaron tres ligas, más otra que robaron, dos copas y una intercontinental. En los sesentas se rascó una liga —el nacionalmadridismo arramplaba con todo— pero cayeron tres copas del rey y una recopa. En los cincuentas dos ligas, una copa y una copa Eva Duarte. En los cuarentas, dos ligas. Si se hace comparación casi fue mejor la época de los años 1970s.

En la época del gilismo inilustrado no se puede decir que no sea la mejor. Desde la llegada de Jesús Gil a la propiedad de aquella manera, no ha habido mejor época en cuanto a títulos y puestos en la clasificación. Es más, desde que Miguel Ángel Gil se hizo cargo de los mandos del club, Enrique Cerezo es un señor que está ahí porque tiene que haber alguien, es la mejor época tras los años de plomo con la única salvedad del doblete. Con el Cholo Simeone el salto en ingresos ha crecido temporada a temporada pese a que las inversiones han sido más bien pequeñas. Ahí está el milagro cholista, hacer equipos aceptables con poca materia prima.

Anticholistas

Los argumentos principales de los anticholistas es que «el de negro», el «funerario» hace que el equipo sea aburrido de ver, que siempre se le acaba cayendo el equipo en los tramos en que hay que dar el golpe en la mesa, que tiene querencia especiales por ciertos jugadores y de ahí no le apea nadie, que no da oportunidades a los jóvenes canteranos, que no está bien entrenado… No existe un relato más o menos sostenido como los cholistas pero siempre es alguno de los argumentos arriba expuestos. Y, principalmente, que «ni el Cholo está por encima del escudo». No les gusta y ya está.

En algunas cuestiones también tienen razón, el equipo juega reguleras siempre y cuando lo excelso sea el Brasil de 1970 o cosas similares. Aburre bastante, hay que reconocer, ver todos los partidos del Atleti durante una temporada. En muchas ocasiones se vienen atrás cuando deberían rematar los partidos, sí. Eso lo ve hasta el miope sin gafas que está en la última fila del Metropolitano. Que se ha empeñado en el marido de Érica, también cuando podría haber buscado otro tipo de juego con otros jugadores, también. Que tiene excesivas manías, también. Que ha perdido el cholismo de los primeros años, evidentemente. Algunas cosas de estas las reconocen hasta los cholistas.

¿A qué viene pelearse?

Esta pelea, especialmente tras derrotas, tiene poca lógica. Los cholistas deberían decir «con lo mal que jugamos y estamos ahí arriba siempre» y los anticholistas afirmar «con lo que gasta Gil bastante que metemos goles». Así todos estarían contentos. Aunque la verdad es que son todos unos pedazo de, con perdón, cabrones.

Se pasan tres cuartos de temporada pajiplantilleando. Les gusta el más tonto de cualquier equipo. Hacen estrella al populista y asesinan al que entiende algo de fútbol. Ponen y quitan canteranos sin haber visto jugar un día al B. En realidad, cuando empieza la temporada, ya están viendo en qué lugar posicionarse para la gresca si se gana o se pierde. ¡Claro que se puede y debe criticar al Cholo! ¡Claro que se puede y debe criticar a la propiedad usurpadora! Esto es fútbol. Pero hacer el nacionalmadridista no.

Hay que pensar que La Liga está «peligrosamente» preparada para que los dos de siempre estén arriba y la ganen, salvo sorpresa —en las últimas veinticinco temporadas sólo dos equipos les han quitado cuatro títulos ligueros—. Y en Europa tras lo visto este año, tres cuartos de lo mismo. Eso no quiere decir que se permita que se pisotee la camiseta tocándose los dídimos. Tampoco el Cholo es la salvación a todos los males sino la salvaguarda de Gil Marín para hacer crecer el valor del club y dar el pelotazo, de cero euros puestos a mil millones de beneficio. Cuando dicen que con otro entrenador se ganaría más, olvidan todos los inconvenientes anteriormente citados —añádanle la inexistente secretaría técnica—. Cuando afirman que sólo con el Cholo es esto posible están cerrando las puertas a otra cosa que no tiene que ser peor. Al final todos tienen razón y no la tienen a la vez.

Eso sí, eso de que pitar al equipo, al Cholo o al palco está mal es para mandarles a la «M». A Luis se le han pegado broncas hasta en el descanso. A los jugadores se les han tirado almohadillas —de las gordas, pesadas y duras—. Al palco se le ha dicho de todo, estuviese el gordo o Vicente Calderón. Ese buenismo, tan propio de las posiciones en polarizaciones, no ha existido en la afición rojiblanca hasta ahora. Y no, no eran los ultras, era todo el estadio. Hoy en día, si estas personas viesen a Avi Nimny en vez de runrún dirían que debe ser titular y que el pobre es incomprendido por cholistas o anticholistas. Lo que nunca se suele ver es exigencias al palco desde hace años ¡qué raro!

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