Comienza una nueva edición de la Feria del Libro de Madrid, la cual parece que es la única feria que existe por mor de la publicidad que le dan —como sucede con el día del libro que parece solo se celebra en Barcelona—. Una Feria gigantesca, por la cantidad de expositores, llena de paseantes y curiosos, imposible para quienes sí acuden a bucear entre los miles de tomos que llevan las editoriales y librerías, llena de enormes filas para que ese autor multiventas firme un algo en la primera página. Pero también es, o sobre todo es, la Feria de los autores desconocidos.
Sin duda Arturo Pérez Reverte, Lorenzo Silva, Espido Freire y tantos otros autores no necesitan acudir a la Feria para ser reconocidos, para tener un contacto directo con los lectores. Eso lo tienen durante todo el año, al menos en el que publican obra, en las giras por librerías y cadenas comerciales que realizan. Incluso es posible que acudir a la Feria, aunque no lo quieran reconocer, es agobiante y tedioso. Esa señora que, al menos, solo lee sus obras y contándole no se qué sobre una sobrina que tiene y que quiere escribir una novela; ese señor circunspecto que quiere que le firme el libro para su gato o su amante; y así hasta cubrir todo lo que ustedes puedan imaginar. Son los que saldrán en televisión y a los que medirán su éxito o fracaso según la tengan de larga… la fila. Lo del ego, en algún caso, no se mide… por desgracia.
Sin embargo, son esos autores desconocidos para el gran público los que realmente disfrutan de la feria. Para muchos es el principal evento en el que conocer a sus lectores, compartir con otros escritores y disfrutar del evento (no tanto del calor o la lluvia traicionera). Hay autores cuyas ventas no son nada malas que tienen su pequeña legión de seguidores y que los conocen en una feria como esta. Autores de pequeñas y medianas editoriales (serias) que pueden llegar hasta a impulsar alguna venta más gracias a su presencia o el boca a oído. Incluso pueden ayudar a su editor a vender libros de otras autoras o autores. Esas personas que se patean España para presentaciones de siete u ocho personas.
Lo anterior respecto a la novela porque los de poesía y ensayo (el serio) suelen pasar bastante desapercibidos. Se acercan los amigos, los familiares y un señor despistado interesado por el tema. Si tienen suerte firman dos o tres ejemplares, pero le sirven al editor como elemento de atracción hacia su caseta. En esa senda de elefantes que es la Feria, al final hay gente que se acerca a ver si es famoso o no quien firma e igual hay suerte y pican con algún título.
Luego están esos autores que acuden para ver si logran vender su libro porque, debido a la mala o nula distribución de su editorial, no van a lograr recuperar el dinero invertido en la publicación (vamos que han pagado por publicar). Esto vale para novelas, ensayos y poesía. Si los ven con cara triste y en una editorial un tanto extraña ayúdenles, estarán haciendo una obra de caridad. A veces hasta el libro es aceptable.
Luego están los youtubers, los twicheros, los que salen por la tele y demás fauna multimedia que arrastran muchas personas pero cuyas obras son tan inanes como sus capacidades literarias. En estos casos no hay que hacerles mucho caso, salvo que usted sea de esas personas que acude a la Feria del Libro a hacerse la foto con los famosos, entonces sí, cree jaleo, mogollón y deje a quienes sí están interesados por los libros camino libre. Porque todas estas personas lo que hacen es impedir que alguien se pueda parar en los expositores que le interesan. Allí no hay famosos. ¡Circulen!