Si no fuera porque proviene de una familia de trileros, de esos constructores que echan más arena que cemento a la masa y luego se caen las paredes, se podría pensar que realmente Miguel Ángel Gil Marín no está detrás de los artículos que se publican. Ora en el Marca, ora en el AS, cuando vienen mal dadas el CEO del Atlético de Madrid acaba dando las pertinentes instrucciones para que se intente vender una moto, o dos, o tres… No es el viudo con gafas el único que tiene controlada a la prensa, desde la planta noble del Metropolitano también hay un control total de lo que se debe publicar para intentar engañar a la afición rojiblanca.
Pese a haber vendido una tras otra a las estrellas rojiblancas para sanear las cuentas, éstas siempre condicionan los fichajes. No puede haber inversión a futuro, son las que entran por las que salen cada año, con un desvío mediante primas de gestión o vaya usted a saber qué. En los últimos años el promedio de inversión del Atlético de Madrid es de 7,3 millones de euros anuales. Y eso que no han podido colocar a Lemar o algún jugador por el estilo y hacer que esa inversión fuese realmente desinversión. Pero esto no importa, siempre está la prensa amiga para vender la moto año tras año. En este caso ni los que escriben bajo la influencia de Bahía, ni los que odian al Cholo Simeone se desvían de las órdenes dictadas por el “jeque mochilo” que diría Lolo Outlaw. Todos a escribir cosas como “este año Vitolo está más fuerte que nunca” –a los dos partidos lesionado por una mosca que se le posó en la pantorrilla-; “Costa está ante su gran reto” –debe ser cómo divertirse sin necesidad de meter goles-; o “la Sociedad ha hecho un esfuerzo enorme en inversión” –ofreciendo datos que no aparecen ni en las cuentas oficiales-.
Da igual el medio todos acaban escribiendo al dictado del dúo de la tragedia rojiblanca. Como algo se sabe por estas lides, pues son muchos años de ver cómo maniobran y de saber cómo se mueven las cosas tras las bambalinas, el 19 de agosto ya se advertía que el fichaje que iban a vender desde la zona (in)noble del Metropolitano era el de Šaponjić. Dicho y hecho, el diario AS sacó hace pocos días un artículo hablando sobre el compromiso del jugador para estallar en esta temporada y ponerle las cosas difíciles al entrenador –luego el canapés dirá confidencialmente que Simeone no le pone con lo bien que está-. Seguramente el chaval sea buena gente y dará parte del sueldo en casa, pero igual no está para jugar ni en primera división.
Tras filtrar que están negociando con todas las estrellas del mundo futbolístico –estrellas de hace seis años, hoy casi jubilados- para entretener a las huestes, piden al otro medio capitalino que venda un “este sí es el año” sobre el hijo del viento. Herrera parece ser que sólo juega bien a partir del segundo años de contrato –igual no debería pagársele el primero por ese motivo-, aunque también lo iban a cambiar por Telles hace unos días. Humo ese intercambio, pero manipulación periodística el vender la moto de Herrera como gran revelación del año, tanto que lo han titulado de la siguiente manera: “Héctor Herrera, un ‘fichaje’ en casa para el Atlético”. Y lo curioso es que no se les cae la cara de vergüenza.
Un año más los amos del trile, los inventores de las estafas más grandes en el mundo del fútbol, intentan vender motos a la afición rojiblanca. En realidad falta el jugador rodillas raras para rematar todo el circo, pero no se hagan ilusiones, salvo Grbric y la compra del cedido Carrasco NO VA A VENIR NADIE. Y si fichan a alguien para tapar el hueco de Thomas (tras ingresar 50 kilos), Morata (tras ingresar 55 kilos), costará la mitad, vendrá cedido por Mendes o directamente subirán a un chaval del filial. Años, demasiados ya, haciendo el trile con los jugadores. La moto que intentan vender es la misma desde hace treinta y tantos años, con una mano de pintura, pero la misma. Tanto que es una Sanglas 500 que quieren vender como una Yamaha XSR 700.