En épocas anteriores se decía que la principal función de un rey, de los reyes, de la familia real era, allí donde la hubiera, dar ejemplo. Buen ejemplo, lógicamente.
Ya en épocas actuales es cierto que son muchos los miembros de la Familia Real española que han dado ejemplo, pero del malo y en casos que son sobradamente conocidos por todos.
Hace unos días fallecía en Ibiza un famoso y grande por su humildad, un español de Vallecas, Ángel Nieto, en circunstancias verdaderamente dramáticas. Es curioso pero la muerte del piloto guarda cierta similitud con la de otro personaje histórico que, tras haber participado en guerras que él mismo creó levantando a los árabes contra el Imperio Otomano y a favor de su independencia y arriesgando su vida hasta los límites, murió en un accidente de moto en 1935. Hablamos de Thomas Edward Lawrence, “Lawrence de Arabia”.
En lo que no hay similitudes es en las honras fúnebres que se le dedicaron a T.E. Lawrence, frente a las de Ángel Nieto. Baste decir que el propio Winston S. Churchill presidió las del británico.
En España tenemos, en la actualidad, cuatro reyes, dos eméritos, rey y reina y dos titulares, rey y reina.
De todos ellos los reyes titulares, Don Felipe y su esposa, y la madre del Rey, Doña Sofía, se encontraban en Palma de Mallorca cuando se produjo el triste suceso, que, como todo el mundo conoce, ocurrió en la vecina isla de Ibiza. El cuarto rey, Don Juan Carlos, ha repartido sus vacaciones, hasta ahora, entre Saint-Tropez (Francia), Clonmellon (Irlanda) y Sanxenxo. Siempre acompañado de sus amigos multimillonarios y regateando por las costas gallegas en jornadas que siempre finalizan en los mejores restaurantes de la zona.
Ni uno solo de los cuatro reyes con los que cuenta España, (cuatro presupuestos, por cierto), encontró motivo alguno para acudir a la despedida de uno de los españoles más grandes del Siglo XX. Nieto, junto con Severiano Ballesteros en el golf, Manolo Santana, en el tenis, Indurain en el ciclismo y, por supuesto, Paco Fernández Ochoa en el esquí, junto con otros también muy brillantes deportistas, aportaron luz a una España que vivía en la oscuridad y proyectaron una imagen real de los españoles ajena a la que desde el Régimen se intentaba y pretendía proyectar. Los cinco hicieron mucho por su país.
Teóricamente Juan Carlos es un fanático de las motos y de las competiciones de velocidad. Es un habitual de los Grandes Premios paseándose por el paddock junto a nuestros grandes pilotos y compartiendo esa impostada “chabacanería” que le hacía simpático a los españoles. Juan Carlos fue un habitual de los circuitos y no dudó en ningún instante en hacer suyo el éxito de nuestros deportistas, entre ellos, claro, de Ángel Nieto. Sin embargo, no ha tenido tiempo para acercarse a Ibiza a despedir a quien muchos consideraban como “su amigo”, un amigo de esos que dejan de serlo cuando los focos se centran en otros.
A Felipe le van más el fútbol o el baloncesto que los deportes de motor pero estando en Mallorca a un Jefe del Estado se le exige lo mismo que a la mujer del César y, aunque esté de vacaciones, ningún esfuerzo le hubiera costado acercarse rodeado de escoltas a despedir a quien fue uno de los más grandes del deporte de este país, exactamente igual que hizo con don Alfredo Di Stéfano.
Por eso no solo ha sorprendido, sino que ha causado un gran rechazo el que ningún miembro de la doble Familia Real española estimara oportuno, justo e incluso obligado, el despedir al gran Nieto.
Eso sí, los españoles han manifestado su enorme alborozo al tener conocimiento de la otra gran noticia de la Familia Real este verano, junto con los viajes de Don Juan Carlos, que es nada más ni menos que el reencuentro de los nietos de los reyes eméritos en Palma tras años sin verse a causa de las acciones de la Justicia contra el esposo y contra la propia Cristina de Borbón y Grecia.
El problema no es dar ejemplo, sino dar mal ejemplo. Éste se da cuando desde la Jefatura del Estado no se considera la necesidad de honrar a los españoles que más hicieron por su país.
Lo digo sin acritud… pero con conciencia ¿para qué sirve la Menarquia?, ¿y usted Letizia Ortiz que es «teóricamente” una mortal del pueblo? Por ello la llaman Letizia, sin más, como una más, sin títulos ni vacías cortesías. El pueblo esperaba más de usted, más humildad y mucha menos «soberbia».
Aún está a tiempo de ser del pueblo haciendo honor a su sangre roja, la sangre que todos tenemos por haber nacido en el hogar más digno y no en el que lo tiene todo por una cuestión de ADN azul que da la espalda a los grandes, a los medianos o a los pequeños.