No fue la mejor intervención de su vida, como han escrito diversos analistas para nada sanchistas. No estuvo fina y sí muy pesada, a la defensiva y recurriendo a la demagogia barata a la que suele contentar a sus huestes pero que podría no valerle para no seguir con el hundimiento del PSOE en Andalucía. Susana Díaz acabará vendiendo lo que sea el día 3 de diciembre, pero el lunes la marca Andalucía le fue birlada por una joven gaditana, Teresa Rodríguez. Ya no podrá envolverse de la verde, blanca y verde como hacía hasta ayer mismo la trianera. No, Andalucía y ella ya no son lo mismo por mucho que ella lo piense. Andalucía y el andalucismo ya no es patrimonio ni de Susana, ni del PSOE-A porque, entre otras cosas, no lo ha sabido defender.
Quería Díaz una campaña plenamente andaluza y personalista, una especie de referéndum sobre su propia persona tras haber salido escaldada de las primarias del PSOE. Necesita personalmente recuperarse, que su imagen no sea la de perdedora entre los suyos, hacerse perdonar el haber quebrado al PSOE para darle el gobierno a la derecha del PP, en general, que se identifique a Andalucía con ella como último recurso político que le queda. Por eso quitó el anagrama del PSOE de su cartelería personal de campaña. Por eso no ha querido compartir atril con casi ningún miembro de la dirección del PSOE a nivel estatal. Por eso ha preferido hacerlo todo ella sola. Porque sabiendo que podía ganar, quería ponerse esa medalla ella como demostró su discurso del debate donde sólo se preocupaba por defenderse ella sola. La defensa ante los ataques al PSOE fue más bien débil, suave o inexistente. Ha roto con el partido a nivel estatal y sólo ella cuenta.
Y como estaba emperrada en defenderse ella y que todo girase en torno a ella y que ella fuese el centro de atención y que ella y ella y ella… se olvidó defender eso que siempre se le caía de la boca Andalucía. No hace tanto ella era muy mucho andaluza y muy mucho española. El otro día dejo de ser lo primero porque Teresa Rodríguez, que sí siente Andalucía como suya aunque no haya una simbiosis entre ambas entidades en el plano metafísico, demostró que a Andalucía se la defiende siempre y más contra una derecha nacional-católica y otra de derecha extrema que quieren seguir teniendo a Andalucía como esa región que ofrece trabajadores baratos a los que explotar aún más, como esa región que debe seguir bajo la bota del capitalismo y el señorito, como esa región que no crecerá porque no quieren ni interesa que crezca.
Todo el discurso de Rodríguez, durante el debate y toda la campaña, está centrado en los problemas reales de la ciudadanía andaluza. “Las cosas del comer” como suele decir la candidata. Andalucía como problema pero como solución y un futuro de dignidad. Porque esa dignidad que venía hasta la fecha defendiendo de la presidenta de la Junta se ha quedado en demagogia andalucista. Como nadie reclamaba con fuerza la dignidad de Andalucía había aprovechado para quedarse con la simbología, pero ahora hay quien le disputa Andalucía y que quiere luchar por su dignidad desde las personas. Un ejemplo pequeño, pero muy significativo, es la verdad sobre la muerte de García Caparrós. Díaz le ponía como mártir pero no ha querido ir más allá, mientras que en Adelante Andalucía quieren que se sepa quién le asesinó por defender Andalucía. Y así propuesta tras propuesta centrada en la realidad andaluza Rodríguez le ha ido quitando la exclusividad andaluza a la señora de San Telmo.
Y Antonio Maíllo, sin que Díaz haya dicho ni mu, le ha quitado hasta el socialismo. Cuando expresó que el socialismo estaba en Adelante Andalucía nadie le disputo en el PSOE-A esa afirmación. Al menos nadie con contundencia. Y todo porque Díaz y su equipo están en el susanismo no en la defensa del socialismo. No quieren etiquetas sino caciquismo y personalismos. Y si no lo quieren al menos es lo que se aprecia desde fuera. Así en apenas quince días el PSOE-A ya no es el partido de Andalucía, ni del andalucismo; ni es el partido del socialismo en exclusiva. Susana Díaz se ha dejado birlar ambos significantes, y no vacíos precisamente sino muy llenos, en una campaña más propia de repúblicas bananeras y de liderazgos mesiánicos (que no son el caso de Andalucía). El día que birlaron Andalucía a Susana la región ganó a una defensora de su dignidad frente a la derecha y frente al capital.